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miércoles, 8 de noviembre de 2023

La rimbombancia al escribir

La rimbombancia al escribir

Carlos Alberto Velásquez Córdoba. 


En literatura el exceso de información puede sonar pedante. No todo lo adornado es poético, ya se trate de poesía o de prosa. 

Empecemos con la primera. La poesía es un género muy complejo porque puede engañar a primera vista (o primer sonido). (léase el oficio poético) Una buena poesía debe tener musicalidad y contenido. A veces, como sucede con las canciones, nos dejamos llevar por el sonido (Nos suena bonito) pero luego de un análisis más profundo descubrimos que las letras no dicen nada, son contradictorias o son puro relleno lirico. 

 De ahí que el buen poeta deba tener sentido autocrítico. ¿Suena bonito? ¡Perfecto! ¿dice lo que hay que decir con las palabras precisas? Ahí es donde se falla. Basta mirar nuestros poemas de adolescentes para darnos cuenta de que usábamos palabras innecesarias tratando de parecer intelectuales cuando podíamos ser contundentes en lo que queríamos significar.

Un buen poema debe ser preciso y certero con sus palabras (que no es lo mismo que ser parco) y debe tener la musicalidad que envuelva. Debe poder soportar el análisis frase por frase. Ninguna palabra debe faltar ni sobrar.

Y esto aplica tanto para la poesía como para un texto en prosa, ya se trate de un cuento, una novela, una crónica o un ensayo. No siempre lo que suena bonito tiene un significado valioso. 

Miremos un ejemplo extraído de un libro de un autor del occidente colombiano: 

Presuroso abrió el sobre y ahí en letras del puño femenino de su amada, un texto extenso lleno de mucho sentimiento; la letra cursiva un poco torcida, denotaba que había sido escrita por un puño tembloroso; esta decía:  (...)

¿Acaso era necesario que el escritor describiera que la carta había sido escrita con el puño femenino de su amada? ¿Hay alguna posibilidad de que el puño de su amada fuera masculino? ¿Qué motivo oscuro le lleva a un escritor a tener que aclarar ese aspecto? 

En otros idiomas, puede ser necesario un adjetivo que aclare el género. Por ejemplo, en inglés no hay distinción entre amada y amado y hay que especificarlo. Pero en español no queda duda de que cuando se dice que una nota fue escrita por "el puño de su amada" se trata de una misiva escrita por una mujer. Adicionar la información de que ese puño era femenino genera una duda. ¿Por qué el autor tuvo que aclarar que el puño de la amada era femenino? 

Por otro lado, la letra cursiva es normalmente inclinada. ¿Qué quiso decir el autor con la letra cursiva, un poco torcida? Más adelante indica que el puño era tembloroso, lo que no tiene ninguna relación con tener la letra torcida ¿Está el escritor cayendo en la reiteración innecesaria o está llenando renglones para extender su obra? ¿En qué aporta a la historia agregar que era un poco torcida? ¿Acaso su obra participaba en un concurso en el que le exigían una extensión mayor y tuvo que agregar palabras para cubrir la cuota de extensión que se exigía?

Sé de buena fuente que el escritor del texto anterior buscaba darle un sentido poético a su narración, Pero una cosa es ser poético y otra, tener una verborrea excesiva. Para ser buen escritor se requiere de mesura y autocrítica. Poesía no es lo mismo que reiteración o exceso de adornos. La rimbombancia no es nada poética, y puede producir el efecto contrario a lo que se quiere expresar.  

Veamos otro caso, en esta ocasión, de un escritor famoso: José María Vargas Villa (lo que demuestra que a todos nos puede pasar)

...el sol descendía lánguidamente al ocaso, y sus últimos fulgores iluminaban la naturaleza, con esa luz melancólica y tibia…

José María Vargas Vila – Aura o las violetas.

¿Acaso, puede el sol ascender hacia el ocaso? ¿Habrá días en que no descienda cuando está atardeciendo? ¿Acaso puede descender cuando amanece?  ¿o hacia el medio día?   La imagen del sol que desciende ya ha dado una información inequívoca de que está atardeciendo, más aún cuando menciona "sus últimos fulgores". Cualquier aclaración de que descendía hacia el ocaso resulta injustificada e innecesaria, por no decir sospechosa. 

A veces, con el afán de impresionar, los escritores dicen cosas redundantes que pueden pasar a simple vista como poesía, y engañar a quien no reflexione sobre lo escrito. 

Recuerdo, en este sentido, el eslogan de un comercial de Diner's international hace varias décadas: 

"Entre a un mundo sin límites"

En ese entonces a mucha gente le gustó la propaganda. Según algunos amigos, el comercial invitaba a afiliarse para tener beneficios ilimitados. Para mí no había nada más ilógico. ¿Cómo se puede entrar a un mundo que no tiene límites? Si hubiera un mundo que no tuviera límites, nadie estaría afuera; todos estaríamos adentro y nadie necesitaría entrar. Para ingresar primero habría que salir, y si se puede salir es porque hay algún limite, ergo, ese mundo que prometía esa empresa sí tenía fronteras muy bien definidas. O se está adentro o se está afuera. De una forma u otra era un mundo claramente delimitado. 

Los escritores novatos, como los publicistas, o los malos compositores, son muy propensos a escribir cosas que suenan bonito a primera vista pero que no tienen coherencia, de ahí que se insista en revisar todo texto con el fin de podar cualquier palabra que no aporte a lo que se quiere expresar. 

Un escritor novato tratará de deslumbrar con su léxico. Un buen escritor dirá las cosas de la mejor manera posible. 

Recuerdo un concepto repetido con frecuencia por el profesor Luis Fernando Macías, relacionado con la economía del lenguaje. El mejor escritor es quien dice algo de la forma más precisa y con menos palabras. 

En resumen, para contar que un perro se subió a la cama del dueño no tienes que escribir que el cuadrúpedo canino ascendió hasta el tálamo de su amoBastará con decir que el perro se subió a la cama de su dueño.  

Lo simple es a veces lo mejor.


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