Del libro El taller de poesía, (recopilación del profesor Luis Fernando Macías), traigo una magnífica reflexión del poeta Pedro Arturo Estrada, quien nos explica que la poesía no es sobrecargar de adjetivos y de palabras suntuosas una oración sino descubrir lo que hay en el fondo de las cosas.
El oficio poético
Por Pedro Arturo Estrada Z.
1. Todo lo que aparezca en un poema tiene que ser absolutamente necesario y preciso, de lo contrario, no será más que charlatanería, relleno lírico.
2. La mala poesía es aquella que repite los tópicos más predecibles y desgastados de supuesta belleza en la forma y el contenido, incluso cumpliendo cabalmente con todas las normas de la preceptiva o también ignorándolas sin razón.
3. En poesía vale muchísimo decir siempre más con menos. Dejar al lector espacio para su propia intuición e interpretación. No hay que darle todo explicado, no hay que contárselo todo exhaustivamente. Y tampoco pensar por él, ni adelantar juicios de valor en medio del poema. Sólo hay que expresar y poner las cosas al desnudo ante sus ojos. Nada más. Pocas palabras oportuna y perfectamente dispuestas abren la mente y el corazón; la verborrea cierra oídos y cerebros.
4. No confundamos, sin embargo, contención con escasez, sencillez con simpleza, sobriedad con incapacidad expresiva.
5. La restricción, lo que elegimos frente a lo que desechamos es, finalmente, lo que hace posible una escritura. Todo texto poético es por ello sólo la intensificación delimitada de algo más grande que el poeta apenas puede entrever, incluso a escala micro.
6. El conocimiento racional sólo sirve como fondo, como sustento o marco a la creación poética. Pero no es lo esencial.
7. En poesía no es suficiente, vale insistir, con que un texto esté correctamente escrito. Hay que hallar ese efecto sutil que se produce de golpe, que logra despertar en nosotros imágenes y emociones profundas en un instante de alta sensibilidad interior hasta alcanzar lo que llamamos una "epifanía", la revelación íntima que abre en la mente y el corazón nuevas posibilidades de entendimiento, de gozo, y sobre todo, de experiencia de totalidad.
8. Hay que permitirse, más allá de la buena factura, la buena hechura y la sólida construcción formal, ese entrecruzamiento inesperado, súbito, de los diversos sentidos que subyacen bajo la primera intención, la primera idea poética como tal. Permitir la irrupción repentina del azar, la fuerza aleatoria de los elementos puros del texto que por sí mismos comenzarán a mostrar una segunda naturaleza, un nuevo y más interesante trasfondo de realidades desconocidas, lo cual finalmente concederá al poema mayor poder de sugerencia, trascendencia simbólica, plurisignificación. La poesía es producto de una combinatoria alquímica que abandona el discurso lineal de la lógica.
9. Como en la pintura, como en toda obra de arte en general, un buen poema es algo existente y vivo en sí mismo. Y vale más por lo que es como presencia inédita de lo real hecho palabra e imagen, que por lo que le ponemos a decir como si fuera un mensajero, un pequeño instrumento de transmisión verbal al servicio de emociones epidérmicas o ideas interesadas.
10. Hay que darse cuenta, y recordarlo siempre, de que la poesía (poiesis) es una constante necesidad de expresión y "desocultamiento del ser", al decir de Heidegger, una búsqueda de lo invisible, de la verdad que yace enterrada bajo la visión rutinaria de la realidad.
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Pedro Arturo Estrada Z. Girardota (Antioquia) 1956. Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado Poemas en blanco y negro (Editorial Universidad de Antioquia, 1994); Fatum (Colección Autores Antioqueños, 2000); Oscura edad y otros poemas (Universidad Nacional de Colombia, 2006). Próximos a editarse: Poemas de Otra/parte y Des/ historias. Sus textos han sido incluidos en diferentes antologías nacionales y del exterior. Ganó el premio nacional “Ciro Mendía” en el año 2004, y “Sueños de Luciano Pulgar” en 2007. Invitado en 1995 y 2005 al Festival Internacional de Poesía de Medellín y diversos encuentros poéticos del país. Se ha desempeñado como coordinador de talleres literarios con jóvenes y niños de Medellín en los últimos años. Fue miembro de la Casa de poesía Porfirio Barba Jacob de Envigado hasta 2005 y ha sido jurado de premios como el José Manuel Arango, Porfirio Barba Jacob, Ciro Mendía y Universidad de Antioquia.
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