Taller de Creación Literaria de la Editorial Libros para Pensar

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miércoles, 28 de febrero de 2024

Nueva novela de Angela Ramírez: 18 fotos.

Hace algunas semanas la escritora Angela María Ramirez Gil estuvo invitada a nuestro taller de Crea-Acción literaria.  Allí nos compartió un texto publicado en su libro TOC TOC, y nos contó de su nueva obra, una novela titulada 18 FOTOS. 

18 FOTOS  es una interesante novela corta que trata de una mujer joven a la que su padre le deja de herencia una vieja cámara de fotografias. Ella descubre que tiene un rollo adentro en el cual hay 18 fotografìas sin revelar. Pero también que tiene otras 18 por tomar.


Miremos el texto de la contraportada:

No todas las herencias son mansiones, empresas o cuentas bancarias, hay algunas más humildes, incluso podemos heredar animales, deudas, responsabilidades y hasta enfermedades. A Paula su padre le heredó una cámara y un rollo fotográfico a medias. Quedan dieciocho fotos por tomar, hay 18 imágenes desconocidas. Tiene que aprovechar una promoción le quedan pocas horas para revelar el pasado o para descubrir su presente.




En la novela "18 FOTOS" de Ángela María Ramírez, nos sumergimos en una historia íntima y conmovedora ambientada en la ciudad de Medellín, Colombia, en la época actual. La trama sigue los pasos de una auxiliar de enfermería cuya vida se ve marcada por una relación distante y conflictiva con su padre, quien la abandonó junto a su madre, víctima de cáncer.

La protagonista se encuentra en posesión de una cámara fotográfica heredada de su padre, la cual guarda en su interior un rollo sin revelar que contiene dieciocho fotos sin acabar. Impulsada por una promoción, decide aventurarse a capturar esas imágenes faltantes y revelar el rollo; desencadenando así un viaje emocional que abarca solo un día, pero que nos permite adentrarnos en su pasado a través de flashbacks reveladores.

La historia se desenvuelve principalmente en el pintoresco barrio de Buenos Aires, ubicado junto a la estación del tranvía, donde la protagonista reside y trabaja en un centro médico. A medida que avanza en su misión de completar las 18 fotos, se ve obligada a confrontar sus propios demonios internos y a enfrentarse a los recuerdos dolorosos que ha estado evitando.

"18 FOTOS" es una novela que destaca por su narrativa sencilla pero profunda, sin adornos innecesarios. Ángela María Ramírez logra transmitir con maestría la complejidad de las relaciones familiares, el proceso de sanación emocional y la búsqueda de identidad personal a través de una trama cautivadora y honesta.

Este es el séptimo libro que sale bajo el “sello de AMR. escritoras

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Título de la obra: 18 FOTOS
Autor: Ángela María Ramírez
Género: Novela corta
Páginas: 132
Año de publicación: 2024

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AMR Escritoras es un proyecto de escritura que une dos generaciones, la madre, Angela María Ramírez, y la hija, Abril Mejía Ramírez, en la pasión por la narrativa. Angela se adentra en novelas y cuentos, explorando las peculiaridades de la vida cotidiana y las excentricidades que definen a los personajes, presentándolos como comunes pero únicos, camuflados en la multitud. Su última novela, "La Corredora", desafía la realidad al seguir la vida de una joven artista que afirma volar por las noches y salvar vidas en la Antípoda, abordando sinestesias, rarezas y las luchas internas mientras navega por el complejo laberinto de la depresión y la transición a la adultez. Además, "Toc, Toc, ¿Quién Soy?" es un libro de cuentos que explora las particularidades psiquiátricas de sus personajes, desde marcadas hasta sutiles, incluso adentrándose en lo macabro.


Por otro lado, Abril, ha publicado dos libros y ha sido ganadora de varios concursos de cuento. Su creatividad se materializa en su novela juvenil "Los 10 Elementos", en proceso de edición.

AMR Escritoras tiene como objetivo proporcionar una plataforma para la publicación y difusión de aquellos que deseen explorar temáticas distintas y fuera de lo convencional, fomentando la diversidad y la originalidad en la narrativa. Juntos, buscan crecer y consolidarse como una oportunidad diferente en el mundo literario.

En los últimos años han salido siete los libros bajo el nombre de AMR escritoras, “nos estamos preparando para mejorar nuestros textos y apoyar a otras que se inician en el camino de las letras y que, por muchas circunstancias, entre ellas las económicas, están publicando sin ningún tipo de edición. Esperamos transmitir nuestros conocimientos y lograr que tanto nuestros libros como los de ellas se conviertan en un producto de calidad literaria y visual digno de ser distribuido y leído en cualquier parte”.


AMR OBRAS

Ángela María Ramírez
  • Isolda/ Novela juvenil
  • Hojas amarillas/ Libro de poesía
  • La corredora/ Novela Juvenil
  • Toc, toc. ¿quién soy? / Libro de cuentos
  • La Campanella/ cuento/ Veinte y una narradoras, palabras rodantes
  • Escalas del sexto/ cuento Líneas cruzadas editorial Hilo de plata
Abril Mejía Ramírez
  • Casiopea, la bruja de las letras. /ganadora del 1er puesto Pedrito Botero
  • Francia rosa/ ganador concurso nacional de cuento Ministerio de educación
  • Los duendes/ ganador del Concurso Nacional bibliotecas EPM
  • Alitas de cobre / Cuento
  • Papá Noel tiene diabetes/ Cuento

Redes:

Instagram: AMR.escritoras
AMR.escritoras@gmail.com

WhatsApp 3122377247

miércoles, 3 de enero de 2024

Frankenstein o el moderno Prometeo

 El año pasado fui invitado a dar una conferencia sobre creatividad y literatura y quise comenzar mi charla con una historia real: 

El 18 de enero de 1803, un joven llamado George Forster fue condenado a la horca en la prisión de Newgate. (Inglaterra). El hombre habia sido encontrado culpable de haber asesinado a su esposa y a su hijo, ahogándolos. 

El hombre caminó hasta el cadalso, se le puso la cuerda en el cuello y se accionó el mecanismo. El cuerpo se agitó por unos minutos hasta quedar inmovil. Un médico subió y luego de examinarlo lo declaró muerto. 

Su cuerpo fue traslado a una casa cercana para hacer un experimento: fue sometido a una corriente galvánica, tal como fue relatado en el TIMES. 

Primero aplicaron el procedimiento en la cara: la mandíbula del criminal fallecido comenzó a temblar, los músculos del rostro se retorcieron terriblemente y se abrió un ojo. Posteriormente, la mano derecha se levantó y se apretó, y las piernas y los muslos se pusieron en movimiento.

Si bien, esto podría ser una simple noticia de un periodico, o un artículo para una gaceta científica, la historia no pasó desapercibida. Unos años más tarde Mary Shelly publicó una novela en la que un científico hacía pasar corriente electrica en el cuerpo construido con restos de cadáveres humanos. 

De allí salió la historia la criatura de Victor Frankestein. En mi charla, que pueden ver en este enlace, analizo el tipo de pensamiento creativo y cómo de cualquier evento se puede crear algo nuevo (Ver conferencia). 

Esta semana les traigo un texto muy interesante sobre la obra de Mary Shelly, que encontré en Facebook, del cual desconozco su autor. Se conceden los respectivo créditos. 


Frankenstein o el moderno Prometeo

El término ‘Ciencia ficción’ fue acuñado en 1924 por el escritor Hugo Gernsback (Los Hugo Awards, se llaman así en su honor). Antes de ello se las solía encasillar en ‘Narrativa especulativa’ o confundirlas con novelas fantásticas. El género en sí es atemporal e imaginario, un abanico tan grande como difusos son sus límites. El hecho que su narrativa deba tener un sustento científico, aunque sea especulativo, no ayuda a acotar los textos que se puedan considerar pertenecientes al género.


Utopía de Tomás Moro en 1516 y Somnium de Johannes Kepler en 1634, son los primeros embriones del género. Otros autores que coquetearon con la ciencia ficción fueron Cyrano de Bergerac, Daniel Jost de Villeneuve, Louis-Sébastien Mercier, el Barón de Münchhausen y Luciano de Samosata. Pese a estos adelantados, hay una coincidencia tácita en reconocer que la Ciencia ficción nació de la mano de Mary Shelley el 17 de junio de 1816.

Mary Wollstonecraft Godwin, una joven londinense cuya madre murió durante su nacimiento, fue criada de manera liberal por su padre, el filósofo y novelista William Godwin, ambos hechos marcarían su carrera literaria. Su relación con Percy Bysshe Shelley fue conflictiva a título personal pero literariamente inspiradora. Percy, al tiempo que era su pareja, mantenía relaciones con su ex esposa y coqueteaba abiertamente con Claire, hermana de Mary. Percy incluía a Mary en toda reunión a la que fuera invitado ‘era un lujo ser acompañado por una joven e inteligente mujer’.

En el comienzo del siglo XIX se vivía el despertar de la revolución industrial, la sociedad erudita debatía las consecuencias morales y científicas de los severos cambios que se avecinaban. En 1814. Mary conoció al joven científico Andrew Crosse, quien aseguraba que con electricidad podía dar vida a objetos inertes y devolverla a humanos fallecidos. Era tal el misterio que envolvía a la electricidad que todo era posible. Se acercaban una sucesión de eventos en la vida de Mary, que sembrarían el gen de su maravillosa obra.

Estando en Suiza, visitó el castillo de Frenkenstein, donde conoció a Johann Conrad Dippel, quien le comentó sobre sus experimentos con cuerpos humanos. Otro hecho importante en la vida de Mary, fue la pérdida de un embarazo a principios de 1816. En esos años era muy común que las mujeres murieran en el parto, o el nacimiento de fetos muertos, transformando el nacimiento de un hijo en un hecho tortuoso y atemorizante. Con todos estos hechos en su mente, Mary y Percy fueron invitados por Lord Byron a pasar unos días en la mansión Villa Diodati, a orillas del lago Lemán en Suiza. En realidad, Byron quería encontrarse con Claire, la hermana de Mary, pero decidió mantener las formas.

El verano de 1816 fue atípico en el hemisferio norte, tan atípico que no hubo verano. Todo el año se vio empañado por un invierno volcánico provocado por la erupción del monte Tambura en Indonesia. Sin poder disfrutar del sol ni el lago, los días de Mary, Percy y Claire en la estancia de la Villa Diodati se fueron tornando tediosos y monótonos. Once días después, se sumaron Lord Byron y su amigo médico, John Polidori.

La noche del 17 de junio, los cinco habitantes se entretuvieron leyendo Fantasmagoriana, una antología de cuentos de terror. Byron interrumpió la monótona velada con una idea: que cada uno escribiera su propia historia de terror y luego la compartieran. El poeta inglés no estaba interesado en lo que pudieran escribir alguna de las jóvenes o el médico sin talento literario. Buscaba lucirse o competir con Percy, pero lo que ocurrió esa noche fue una sorpresa para todos.

Cumplido el plazo los resultados fueron impensados, Byron, Claire y Percy no completaron el pedido, es más, apenas pasaron la primera página. Los dos relatos terminados eran los de Polidori y Mary. El texto del médico hablaba de unos seres similares a los Vampiros, primera referencia literaria que se tenga sobre ese tema. Fue el relato de Mary el que sorprendió a todos, sin nombre aún, había nacido Frankenstein. Los tres amigos coincidieron e insistieron en que el relato debía ser ampliado y publicado.

La novela de terror gótico explora los misterios de la creación, evoca el mito clásico del Titán que crea un hombre de arcilla. A diferencia del mito, no es Dios quien castiga al falso creador, sino su propia criatura. Está presente el miedo a las consecuencias de las nuevas tecnologías y los límites morales de quienes las manejan. El libro Frankenstein o el moderno Prometeo salió a la venta en Londres el 1 de enero de 1818.

En 1831 salió una nueva edición corregida y ampliada en la que participó su esposo Percy. Muchos años después, en la biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, se encontró el manuscrito original de 1817, mucho más descarnado y oscuro que la versión definitiva, lo que permitió reediciones que mostraron esa fantasía científica tal cual la pensaba Mary Shelley.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

El principal error al escribir un diálogo

El principal error al escribir un diálogo

Carlos Alberto Velásquez C


Esta semana quiero hablarles de un error muy frecuente en literatura, y del que me declaro culpable. Tardé muchos años en descubrirlo y por eso quiero compartirlo.  

En los textos de escritores novatos, y aun en los consagrados, es frecuente encontrar diálogos mal construidos porque suelen escribir lo que el lector debe saber y no lo que los personajes deben decir.

En un diálogo real una persona muchas veces calla lo que piensa, ya sea porque es prudente hacerlo, o porque lo que ha de decir ya es conocido por la otra persona con la que conversa. Aún más: después de una discusión es común descubrir que quedaron muchas cosas por decirse, porque la dinámica de una conversación no siempre transcurre como se planea. Con frecuencia una persona quiere decir algo y la conversación toma otro rumbo y se queda sin expresarlo.

Es inverosímil, por ejemplo, que una pareja de ancianos con cincuenta años de casados se siente en el balcón de su casa a describirse mutuamente cómo estaban vestidos en el día de su matrimonio, cómo era el carro en que fueron de la iglesia hasta su casa, y se relaten en un diálogo los pormenores de su luna de miel, ¡como si el otro no lo supiera!

Puede que el escritor quiera que el lector se entere de cómo fue su matrimonio y su luna de miel, pero no suena verosímil que la pareja converse relatándose mutuamente los hechos que ambos vivieron, en un diálogo que es completamente innecesario. Esas conversaciones no se dan en la vida real. Si el autor quiere que el lector se entere de lo que ocurrió hace cincuenta años, debe buscar otra estrategia. 

Suena artificiosa una conversación donde los personajes tienen que hablar de un tema con el único propósito de informar al lector, cuando en la vida real, la conversación sería mucho más fluida y sin tanto detalle irrelevante para los que dialogan.

Un buen diálogo literario no debe decir lo que los personajes recuerdan o piensan (con intención de ilustrar al lector), sino lo que los personajes conversarían si fueran reales. Y hay que recordar un axioma fundamental: Un diálogo verdadero no dice todo lo que el personaje piensa o sabe. Dice lo que el personaje necesita decir en el contexto de una conversación. 

Hace poco leí un libro de cuentos de una escritora de vasta experiencia. Había un relato en el que a una mujer le roban un carro. La víctima llegaba a un taller en busca de su mecánico de confianza, pero encontraba cerrado el local. De repente, un hombre la aborda apuntándole con un arma, y le dice que se baje del auto. 

La mujer en cuestión le responde:

—Por qué me vas a quitar el carro, lo conseguí con mi trabajo, lo necesito para visitar a los clientes y conseguir las pautas de publicidad... Me va a quitar lo que he conseguido con mi esfuerzo, está bien, lléveselo, pero déjeme sacar unos candelabros y una chaqueta que no son míos, están en la maleta.

¿En un atraco real una mujer narraría al asaltante el uso cotidiano que le da al vehículo? ¿le contaría que el carro fue conseguido con el dinero resultante de su trabajo? ¿le confiaría que el carro que pretenden robarle lo usa para visitar clientes y conseguir pautas publicitarias?

Alguien podría argumentar que conoce un caso verídico de alguien que no solo lo pensó, sino que tuvo todo el tiempo de decirlo en medio de un atraco, y que tuvo la fortuna de tener un atracador que muy amablemente escuchó la explicación completa sin impacientarse (de todo se ve). 

Pero en literatura, se trata de construir un texto sea creíble. Y lo verídico y lo verosímil no siempre van de la mano. 

Cuando en una historia literaria hay algo que el lector debe conocer, el escritor debe encontrar la mejor forma de hacérselo saber. No siempre es el personaje quien debe proveer esa información. A veces es necesario que el narrador cuente lo que el personaje no expresaría en una conversación real.  

El principal error al escribir un diálogo es hacer que los personajes digan algo que nunca dirían, con el único propósito de informar al lector. 

En otras palabras:  

En un diálogo literario un personaje no dice lo que el lector necesita saber, sino lo que el personaje necesita decir. 

Hasta la próxima semana. 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Verosimilitud en el narrador autodiegético

VEROSIMILITUD EN EL NARRADOR AUTODIEGÉTICO


Hace poco un compañero de un taller leyó un cuento en el que un personaje en primera persona relataba cómo fue su transformación de humano a animal. Un cuento muy bien narrado con una historia fascinante. Sin embargo, al final el personaje relata que desde que terminó la transformación “perdí conciencia de mí mismo”. 

Observé que había una gran brecha con ese final, pero varios asistentes, incluido el profesor, me acusaron de no entender que ello era una ficción y de apegarme a las leyes de la lógica que, naturalmente, “pueden ser transgredidas en la literatura”.

En ese momento intenté explicar que había un contrasentido, teniendo en cuenta que se trataba de un narrador autodiegético, es decir, un personaje en primera persona que narra su historia desde su propia vivencia. No es posible, que narre lo que le ocurrió si ya no es consciente de sí mismo. Sencillamente, no podría. El autor en cuestión, hombre muy inteligente y sagaz me advirtió que la historia continuaría y que, al avanzar yo entendería. Espero ansioso el siguiente capítulo para ver cómo explicará que a pesar de haber perdido la conciencia de sí mismo, el narrador pudo contar su pasado. ¿Si ahora es un animal y perdió la conciencia de que era humano, como es que relata que lo fue? ¿Será que alguien le contó que alguna vez había sido humano y por eso pudo relatarlo? ¿Será que más adelante vuelve a ser humano y puede recordar que lo había sido al inicio? ¿entonces, una vez convertido en humano tendrá consciencia de que fue animal? Será interesante ver qué recurso utiliza.

En la literatura mundial hay muchas referencias a humanos que se vuelven animales. 

El sapo y la princesa es un buen ejemplo. En todo caso el sapo nunca deja de tener conciencia de que es un príncipe convertido en humano. En la princesa pavo real, cuento de la literatura oriental, por el contrario, el animal no es consciente de que era humana hasta que vuelve a serlo. Incluso hay relatos con personas que fueron convertidas en árboles, pero no se pierde la conciencia de haber sido humano. Un árbol que pierde la conciencia de haber sido un humano, no podría relatar que lo fue.

Sí, es cierto que las leyes de la lógica se transgreden en la literatura. Lo que no se puede es transgredir las leyes que la misma literatura ha definido. De ahí viene el concepto de verosimilitud, que es muy diferente al de realidad. La verosimilitud va mucho más allá porque hace posible lo imposible, pero exige que sea creíble.

En muchas ocasiones la elección del narrador determina la verosimilitud. Hace algunos años en un taller, otra escritora planteaba una escena en la que una mujer con un trastorno severo de memoria (Síndrome de Alzheimer) narraba en primera persona que, estando en una cafetería, ella le preguntaba al mesero “¿Qué día es hoy?” y que cada vez que él pasaba, ella le volvía a hacer la misma pregunta porque no era consciente de haberlo preguntado antes. Mi comentario de entonces era que, si de verdad la persona tenía Alzheimer, no podría recordar que había hecho la pregunta. Mi sugerencia para ese texto era que ella le preguntara “una sola vez” al mesero y fuera él quien le respondiera que la pregunta ya la había hecho seis veces. Si ella sufría de Alzheimer, ¿cómo iba ella a relatar que hizo seis veces una pregunta que no podía recordar haber hecho? 

Hay que tener en cuenta que desde el punto de vista del narrador autodiegético es imposible saber cosas de las que no se tienen conciencia o no se tienen memoria. En otras palabras, un personaje que no tiene conciencia de su pasado, no puede relatarlo. 

Para explicar mejor mi punto les mostraré un ejemplo.

Nací en la ciudad de Medellín. Me crie en el barrio San Benito. Fui el mayor de tres hijos. Estudié en el colegio de los Hermanos Cristianos y luego pasé a la universidad donde estudié medicina. Desde la infancia solía practicar ciclismo, hasta que un día antes de graduarme de médico, tuve un accidente en carretera. Perdí el control de la bicicleta y caí a un hueco. Me golpeé fuertemente la cabeza contra una piedra, y sufrí un daño cerebral irreparable. A partir de aquel momento perdí la memoria y desde entonces no recuerdo quien soy. Ahora vago por el mundo intentando averiguar cuál es mi pasado.

En este caso la historia está completa: Tiene un principio, un nudo y un desenlace. Está cronológicamente descrita. Se narra la infancia del personaje, el trasegar por el colegio y lo que estudiaba en la universidad. (estuvo a punto de graduarse como médico). En la narración relata que tenía desde la infancia la afición al ciclismo y cuenta que tuvo un aparatoso accidente que le produjo un trauma cerebral. El final de la historia es triste: quedó sin memoria. El lector desprevenido ve que hay una historia completa. Un buen lector detectaría el error.

La falla en el argumento es que, si no tiene memoria, no podría contar la historia a menos que haya un comodín. Es decir, que en algún momento del relato diga que puede referir lo que no recuerda porque alguien se lo dijo o lo averiguó de algún modo. De lo contrario, no podría relatar lo que no hace parte de su esfera consciente. En el ejemplo anterior es claro que aún no ha podido averiguar cuál es su pasado, por tanto, no podría contar, en primera persona, nada que haya ocurrido antes del golpe.

El autor debe encontrar la manera de narrar la historia de otra forma. Puede ser a través de un cambio de narrador y hacer que un externo cuente el relato; (alguien que conozca el pasado del personaje antes de que perdiera la memoria, y lo que sucedió después), o buscar un recurso externo en el que el personaje cuente la historia en primera persona aclarando que la información que tiene de lo que no recuerda fue obtenida de una fuente externa.

Aunque es cierto que las leyes de la lógica se pueden trasgredir en la literatura, cualquier construcción ficcional requiere que el mundo que se inventa tenga coherencia dentro de sus propias reglas. No basta con que los datos que configuran la historia estén completos. Hay que hacer que una historia parezca verosímil desde la forma misma cómo se relata.

Carlos Alberto Velásquez Córdoba

miércoles, 18 de octubre de 2023

Releer El Quijote

Hace poco tuvimos una discusión en el taller de creación literaria, sobre si era válido reescribir los textos. Unos afirmaban que había que leer los clásicos en el lenguaje en que fueron escritos. Otros, por el contrario, decían que era muy complejo leer textos que fueron escritos cuando la lengua era diferente. 

Así fue como tocamos el tema de Cervantes. En su época la letra "h" se escribía con "f".  Leer acerca de la fermosura de dulcinea debe ser complejo en nuestro tiempo. Por eso se ha ido transformando el texto para que podamos acceder a él.  

En esta entrada quiero invitarlos a releer nuevamente El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, del genial Miguel de Cervantes Saavedra, en una versión de Andrés Trapiello, un estudioso que se tomó el trabajo de reescribir la obra en un castellano más moderno, conservando los dichos y refranes, pero aboliendo algunos arcaísmos que hacían difícil su lectura.




De todas las versiones que he leído de El Quijote, esta me ha parecido la mejor, porque permite una lectura más fluida.  Sé que algunos puristas del lenguaje no estarán de acuerdo, pero en mi humilde concepto, el valor de esta versión es que permitirá al ciudadano común leerse la obra "más famosa de la literatura española". Creo que estas comillas dejan muy claro lo que pretendo decir. Muchos dicen conocer la obra de Cervantes, pero pocos, muy pocos, han leído en realidad su más aclamada obra. Podría aventurarme a decir que de todos los profesores de lengua castellana que tuve en mi colegio solo uno de ellos había leído el quijote. El resto, al menos diez de ellos si acaso habrían visto la película. 



Si quieren descargar la versión que les mencióné solo hagan clic acá. 


ver:  

miércoles, 27 de septiembre de 2023

Tres escritoras antioqueñas

Una excelente entrevista con escritoras jóvenes y muy talentosas. Angela Ramírez, Sonia Emilse García y Silvia Montoya conversan con Yuly María Sanchez y Aldair Ballestas en el programa La voz del tintero, del canal Telemedellin- Radio volpaleson. 



Ver más.  

Angela María Ramírez M

La Corredora: Angela Ramírez

Hojas amarillas

Isolda

Toc, toc, ¿quién soy?


Sonia Emilce García Sanchez. 

El lápiz labial de mamá

Corazón Valiente



miércoles, 23 de agosto de 2023

Charla sobre creatividad.

Hace unos días la Editorial Libros para pensar me invitó a dar una charla sobre creatividad con motivo de la publicación de la segunda edición de dos de mis libros: Amelia y otros cuentos y Fuga de ideas.  

La charla no solo estuvo enfocada a la literatura sino a la creatividad. 

La creatividad está inmersa en todas las actividades humanas. Hay creatividad en la música, en la literatura, en la arquitectura, en la danza, el teatro o la pintura.  Pero también hay creatividad en el que busca la forma de promocionar un producto o hacer crecer su negocio. Hay creatividad en los avances de la medicina, en el campesino que orienta sus eras para aprovechar mejor el agua o que recicla sus desechos para hacer abono. Hay creatividad en la persona que cada día piensa en qué les preparará de cena a su familia. 


En ella se hablará de lo que es creatividad, de cuáles son sus fuentes, de la forma como funciona el pensamiento creativo y de cómo fortalecerlo. Veremos algunos ejemplos muy interesantes al respecto. 


Espero les guste


miércoles, 8 de febrero de 2023

¿Qué es literatura?

 ¿QUÉ ES LITERATURA?

Carlos Alberto Velásquez Córdoba

La literatura implica un juego con el lector. Un texto no es literatura si no involucra personalmente a quien lee. La buena literatura hace que el lector interactúe con el texto:

Miremos este ejemplo.

Esta mañana, al salir de casa rumbo al trabajo, de un callejón salió un hombre encapuchado con un revolver. Me apuntó al pecho y me dijo: “Entrégame tu billetera… y dame también tu reloj.


Ahora, miremos este otro.

Esta mañana, al salir de casa rumbo al trabajo, de un callejón salió un hombre encapuchado con un revolver. Me apuntó al pecho y me dijo: “Entrégame tu billetera... y dame también el reloj que te dejó tu papá.


En el primer ejemplo hay una narración de los hechos, una noticia o una anécdota. Incluso puede ser la transcripción de una denuncia hecha por un hombre ante la inspección de policía. 
Simplemente se cuenta algo que pasó: Un hombre es atracado por otro. En el segundo ejemplo, hay una variación: No basta con saber que le han quitado la billetera y el reloj. Hay un componente adicional que pone al lector a preguntarse por qué el ladrón sabía que su reloj era una herencia de su padre.

Aquí empieza un diálogo entre el escritor y el lector. Abre un abanico de posibilidades en la mente de este último. Esas palabras finales insinúan una historia diferente: No se trata de un ladrón cualquiera. ¿El ladrón es alguien que conoce a la víctima? ¿Cómo supo que su reloj era heredado? En los siguientes párrafos, el lector tratará de anticipar la historia o de entender sus orígenes. La buena literatura invita al lector a participar del relato en forma activa. No solo se trata de recibir una información, se trata de estimular su imaginación, de generar curiosidad, miedo, ternura, aversión, disgusto, o cualquier otro sentimiento. La literatura es un dialogo permanente entre el lector y el escritor.

Literatura no se trata de escribir bonito y con palabras rebuscadas. Consiste en escribir un texto gramaticalmente correcto y darle un sentido que tenga significancia adicional al lector, y hago énfasis en la palabra adicional. Debe haber algo más que lo que se dice, algo que tenga un sentido extra para el lector. En la literatura, no basta con escribir unos hechos, el objetivo es que el lector se fusione con el autor.

Eso es literatura.

miércoles, 4 de enero de 2023

Participa en nuestro taller

Después de unas cortas vacaciones, continuamos este año con nuestros talleres.  

Los esperamos. 


Parque Biblioteca de Belén Cra. 76 #18A-19 

Horario: Viernes 6:00 - 8:00 pm. 

Información e inscripciones: WhatsApp 3007796607 - 3214793451


Que tengan un año muy feliz. 





miércoles, 16 de noviembre de 2022

Lanzamiento Matar al lobo

Por Carlos Alberto Velásquez C.

Como muchos de ustedes saben, participo en talleres de creación literaria y en algunos ratos libres coordino otros. 

A veces, tal vez más frecuentemente de lo imaginado, uno se encuentra con buenos escritores que llegan a estos talleres con la esperanza de ser leídos por desconocidos. ―Cabe decir que los primeros lectores son la familia, los amigos, los compañeros...― pero generalmente, el que escribe espera transcender con sus textos más allá del círculo de sus conocidos. 

Con la misma frecuencia muchos escritores en potencia "tiran la toalla" porque pasados uno o dos años, aún no han podido publicar nada.  

Muchos dicen que lo que ocurre es que es muy difícil vivir de la literatura. Hace poco, en el Taller de Historias invitamos a mi amigo y colega Carlos Alberto Palacio (PALA) y le hicimos la pregunta: ¿Se puede vivir de la literatura? y él, con esa sabiduría que lo caracteriza, nos respondió algo maravilloso:  

Nos dijo que sí. Que sí era posible vivir de la literatura, pero para ello había que trabajar muy duro y esforzarse por aprender el oficio antes de esperar retribución. Y nos puso de ejemplo al médico, que debe estudiar seis años de carrera, un año de internado, y luego al menos dos o tres años de especialización y posiblemente dos o tres más de subespecialización. Antes de eso ―nos decía ―, un médico no puede esperar una buena retribución por el tiempo invertido. Igual pasa con los escritores. Un escritor no puede pretender estar en las vitrinas de las librerías sin haber gastado mucho tiempo cultivando el arte y haciéndose conocer.  

En mis talleres, veo con frecuencia personas que escriben muy bien, pero que esperan ser reconocidos por los lectores en poco tiempo, ignorando el largo camino que hay que recorrer. Creemos que la fama y la fortuna se logran con publicar un video y montarlo a la red porque hemos visto que la gente se deja obnubilar por una cara bonita o un buen cuerpo, como si la literatura no requiriese un esfuerzo mayor que el de un influenciador. 

Yo escribo historias desde muy niño; solía escribir para mí, para mis amigos, y sólo en el 2012 me lancé a escribir un libro que fue para unos pocos conocidos. He seguido narrando historias sin más pretensión que la de entretener a un puñado de personas cercanas, pero he persistido: He publicado nueve libros y he tenido un sinnúmero de participaciones en antologías, revistas y blogs. 

Nunca esperé reconocimiento, pero puedo decir que en la última feria del libro hubo personas que nunca había visto y que se me acercaron para decirme que les había gustado alguno de mis libros. Estoy enormemente agradecido con ellos. No soy famoso, pero puedo considerarme "escritor". Aún no vivo de la literatura, pero si he podido llegar con mis historias a más personas que las que nunca imaginé 


Les cuento todo lo anterior, porque el próximo martes 22 de noviembre de 2022 lanzaremos mi libro Matar al Lobo en el Aula múltiple del Paraninfo de la Universidad de Antioquia. Este libro es el mejor ejemplo de que hay que tener paciencia con la literatura. El libro fue escrito en 2016, obtuvo una mención de honor en el Ministerio de Cultura en el 2018 pero solo fue posible publicarlo en el 2022 gracias a los buenos oficios de Memo Anjel y al apoyo de todo el equipo editorial de la Universidad de Antioquia en cabeza de Silvia García. 

Quiero invitarlos a que me acompañen a este lanzamiento. Conversaremos con el profesor Memo Anjel sobre muchas cosas: sobre la literatura de ficción, sobre los viajes en el tiempo, sobre la historia del siglo XX, sobre libros, y sobre inventar mundos. 

No se pierdan esta charla sobre un libro que demoró muchos años en encontrar el camino a las vitrinas de las librerías y sobre la rara enfermedad de inventar historias, así sea sólo para los amigos. 

Por último, los invito a adquirir el libro. Estoy seguro de que les gustará. 



Vea también:  Entrevista con el autor

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El lugar de las sombras. Maritza Franco Alzate - Reseña

No soy amigo de recomendar libros que no son buenos. Pero uno de los que he leído recientemente, y que les quiero  recomendar, es EL LUGAR DE LAS SOMBRAS de la escritora Maritza Franco Alzate.

 


Sin temor de hacer adelantos (no me gusta la palabra "spoiler"), les cuento que es una novela que narra el mundo de Luciana, una mujer que sufre una depresión. A lo largo de los capítulos podrán entrar a la mente de una persona que padece ésta condición: Entenderán cómo piensa, cómo vive, cómo ve el mundo que la rodea, sus temores y aciertos. 

En calidad de médico he atendido muchos casos de depresión. Conozco esta enfermedad de primera mano no solo en el ámbito laboral, sino también en el personal, porque siempre en todo círculo cercano, tenemos un familiar o un amigo que tiene depresión. 

Segun la OMS toda persona sufrirá al menos dos o tres períodos depresivos a lo largo de su vida, y muchos tendrán la condición en forma casi permanente. Por eso es de vital importancia entender a aquellas personas que la padecen y evitar la conocida frase "poné de tu parte".  

La depresión no es una decisión personal. No puede solucionarse pidiéndole al paciente "que ponga de su parte", de la misma forma que, al que tiene una pierna amputada no se le puede pedir que "ponga de su parte" y camine como quien tiene las dos piernas. La gente no alcanza a imaginar lo angustiante que es, para una persona con depresión, que todos le digan que debe mejorar su estado de ánimo. No basta con querer sentirse bien cuando el cerebro te muestra un mundo donde nada lo está, por más buenas intenciones que se tengan de verlo desde otra perspectiva.

Y lo que es peor.  Muchos de los que sufren una depresión no se dan cuenta de ello: "eso es estrés", "eso es cansancio", "eso es por las hormonas", y siguen inmersos en ese mundo de sombras, creyéndolo normal. Muy pocos buscan la ayuda necesaria para superarlo. 

EL LUGAR DE LAS SOMBRAS  es una de las novelas mejor escritas sobre este tema. La autora aborda sin tapujos ese mundo en el que muchas personas viven cada día y que ocultan para evitar que los demás los estigmaticen.

A pesar de que la autora no trabaja en el area de la salud, expone magistralmente el caso, ya que ha vivido en carne propia la depresión. Este libro hará que muchas personas se sientan identificadas y descubran que no están solas en el mundo y que es posible vivir mejor cuando se es consciente de la enfermedad.  

Pero dejemos que sea ella la que nos cuente. A continuación les comparto un fragmento:


Quería saber si Paula buscaba llamar la atención de su familia o quería morir. Recordé las tantas conversaciones que había tenido con psiquiatras y la explicación de los métodos que, según ellos, eran eficaces para lograr este fin. Muchos dejan caer el cuerpo de un alto edificio, mientras el alma se envuelve en el viento con otra dirección. Otros prefieren abrirse la piel buscando sacar de las venas el origen mismo del dolor, para verlo salir, y en cada gota despedirlo mientras los ojos se cierran y la mirada se pierde en un incierto pero nuevo camino. Algunos disparan o cuelgan la parte del cuerpo que resguardó el verdugo amenazante, ese “pensamiento” que cerró las puertas cuando la luz entró por ellas. O también, como mi vecino, otros deciden esperar un sueño que lleguen entre el monóxido de carbono, un último sueño que muestra la salida de un oscuro túnel del cuerpo. 

En mis momentos más difíciles nunca intenté buscar esas salidas. Pero muchas veces le pedí a Dios que abriera la puerta y me diera su mano. En las mañanas cuando despertaba y veía de nuevo las paredes de mi cuarto me disgustaba con él. No quería estar. No sabía cómo hacerlo. Se lo dije muchas veces, le repetía que era hermoso, que el mundo era un lugar hermoso, pero no todos estamos preparados para estar en él. Pensaba en la respuesta que le daría a Dios cuando me preguntara “¿Cómo te pareció el mundo que te di?” Y la respuesta siempre era la misma: “Lindo, pero difícil. Muy difícil".


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Maritza Franco Alzate

Nació en Yarumal (Antioquia) y desde niña ha vivido en Medellín. Ingeniera de Producción de la Universidad EAFIT. Realizó estudios de Artes Plásticas en el Instituto de Bellas Artes de Medellín. Se especializó en el área de mercadeo y hoy es directora de su agencia de seguros.

En el 2001 ingresó al taller de escritores de ASMEDAS, dirigido por el maestro Mario Escobar Velásquez, con quién escribió una novela (inédita) y varios cuentos. Hoy continúa su proceso de creación literaria bajo la tutoría del profesor Luis Fernando Macías Zuluaga, en el taller de escritores de COMEDAL y hace parte del Taller de Escritura Literaria “Viajeros” dirigido por el escritor colombiano Pablo Montoya.

Hizo parte del Taller de Escritura de Cuentos dirigida por el guionista y escritor chileno Nicolás Cruz Valdivieso. En el 2022 participó en el Concurso Nacional de Cuento la Cooperativa de Empleados de Suramericana y filiales, COOPEMSURA y ocupó el primer lugar con el cuento "Negro sabe", el cual fue publicado, con otras obras, en la Antología Eso Es Puro Cuento. Volumen 2, de la Editorial Libros para Pensar.

El lugar de las sombras es su primer libro, y fue publicado por la Editorial CES dentro de la colección Hojas de Otoño. 




A continuación les comparto una entrevista que se hizo a la autora. 



miércoles, 10 de agosto de 2022

Cuento y novela

 Cuento y novela

El cuento y la novela se parecen en que "algo" pasa. Si bien, algunos consideran que la diferencia principal está en la extensión, es precisamente esa extensión la que permite generar las características específicas de diferenciación.

En ambas hay un inicio, un nudo y un desenlace. Pero la forma como sendos géneros abordan el asunto es diferente: mientras el cuento nos narra la acción, la novela se centra en los personajes.

La escritora Pilar Quintana, ganadora del premio Alfaguara 2020, ha expresado magistralmente la diferencia entre ambos, en un taller que dictó sobre literatura: “El cuento es la narración de un asesinato. La novela cuenta la vida del asesino”.

Para que un cuento sea contundente, debe ser concreto. En el cuento se parte de A para llegar a B sin detenerse en el camino a hacer reflexiones sobre otros temas que no tengan que ver con el desarrollo de éste. En ese recorrido no hay distracciones, tareas adicionales, o paradas innecesarias. Se transita por la ruta más directa, y cualquier desviación que haya, es porque el argumento así lo exige. Como diría Anton Chejov con respecto al cuento: “todo lo que no se relaciona con él debe ser extirpado sin compasión”.

En el cuento hay que mantener la tensión todo el tiempo, mientras la novela permite reflexión y cambios de ritmo. Un buen cuento no te soltará hasta que haya llegado a su final. Por el contrario, la novela permite dar vueltas, conocer datos que no importan para el desarrollo de la acción pero que dan información sobre los personajes o el ambiente que los rodea. En una hipotética novela sobre Caperucita roja y el lobo feroz, podría narrarse el tipo de tela de la capa y la caperuza, dónde la compró, quién la diseñó. Si se escribiera esa novela, describiría el árbol bajo el cual fue el primer encuentro de Caperucita y el lobo, el clima de esa mañana, qué pensaban ambos y qué sentían antes de su reunión; contaría la estrategia del señor lobo para mantener afiladas sus garras cada semana y tendría un racconto narrando la época en que el lobo aprendió de su padre a comer personas cuando apenas era un lobezno.

Un cuento puede ser contado. La novela jamás podrá ser contada de un solo envión, porque en la novela se exploran los pensamientos, creencias, recuerdos, miedos o anhelos de los personajes. En ella se narran las costumbres de la época y los sistemas políticos, sociales o económicos imperantes; se muestra el clima, se describen los lugares, e incluso los pensamientos del narrador. 

Es imposible contar, en forma de cuento, lo que pasa en “Los Miserables” de Víctor Hugo: puedes aproximarte a narrar la historia de Jean Valjean, puedes intentar narrar exclusivamente la historia de Javert o la de Fantine, pero quedarás corto, porque hay otras historias entrecruzadas que debes abordar. Puedes contar el cuento de cómo Valjean saca a Marius de las barricadas, o cómo logra rescatar a Cossette de los Thenandier pero tendrás que prescindir de todo lo demás si lo que quieres es contar un cuento.

Un buen cuento, narra una acción, un hecho específico. Una buena novela describe todo lo que hay alrededor de uno o varios hechos; ahonda en los personajes que estuvieron allí.

Resumiendo, en la literatura narrativa siempre hay un argumento: un origen, un conflicto, y un desenlace, pero la forma como se abordan varía entre el cuento y la novela. Sin embargo, a pesar de los géneros tan diferentes, hay algo que no debe olvidar ningún escritor: en ambos —cuento o novela—, la consigna es atrapar al lector y no soltarlo hasta la última palabra… y si es posible, seguir teniéndolo prisionero mucho tiempo después.

Carlos Alberto Velásquez Córdoba




miércoles, 3 de agosto de 2022

Finales abiertos o cerrados

En la narrativa, hay dos formas de terminar una historia, ya se trate de cuento o novela: con un final abierto o con un final cerrado.

En términos generales, un final cerrado es cuando la historia termina definitivamente, sin dejar cabos sueltos o expectativas adicionales al lector. 

Por ende, un final abierto, es aquel que deja dudas sobre cómo terminará la historia. El final ha quedado abierto a la imaginación del lector. 

Casi todos los cuentos infantiles tienen un final cerrado. "Fueron felices y comieron perdices". En Caperucita Roja, la niña es salvada por el leñador. En La Cenicienta, la joven termina desponsándose con el principe;  igual ocurre con Blancanieves en las versiones infantiles que se cuentan. En dichos cuentos el conflicto ha sido solucionado.  

Pero podemos crear un final abierto para cada uno de estos cuentos. Imagina que Caperucita Roja es engañada por el lobo. La fiera se ha comido a su abuelita y se ha disfrazado con su ropa. "Abuelita, que dientes tan grandes tienes".  "Son para comerte mejor". Caperucita roja es devorada de un solo bocado por el lobo.    

Un cazador que por allí pasaba escucha los gritos de la niña, derriba la puerta y descubre que el lobo acaba de engullir a la niña. Toma su hacha y golpea la cabeza del lobo. Con un afilado cuchillo abre la panza del animal, y descubre que tanto Caperucita roja, como su abuelita estaban vivas en el interior. Las saca y les ayuda a limpiarse la sangre. Se abrazan emocionados mientras que afuera, treinta lobos, escondidos alrededor de la cabaña, esperan el momento en que se abra la puerta, para perpetrar una masacre y vengar a su compañero.  (FIN). 

Aquí el conflicto no se ha resuelto. La historia no puede darse por terminada. Hay todavía muchas posibilidades narrativas ¿Qué sucederá con Caperucita, su abuelita, y el solidario leñador? ¿podrán descubrir a tiempo la trampa que les han tendido los lobos? ¿Abrirán la puerta y se enfrentarán a toda la manada? ¿Habrá alguna forma de pedir ayuda y saldrán ilesos? ¿Se cansarán los lobos de esperar?

Eso es un final abierto. 

No puedo decir que uno sea mejor que el otro. La tendencia actual es permitir que el lector participe en el final de la historia. El cine moderno refleja mucho esta postura. Dejar al público con la intriga de si el villano ha muerto o sigue vivo es una estrategia de Marketing. Ello genera expectativas para la próxima película. En literatura pasa igual. El autor puede dar un final único que el lector asumirá como cierto, o puede dejar abierta la posibilidad de otros finales. 

Para muchos lectores es necesario tener certeza sobre el final de la historia. Para otros, imaginar los posibles finales alternos es un deleite. Es el autor quien, en definitiva, decide cuál sensación dejará a sus lectores. 

miércoles, 8 de junio de 2022

Errores al escribir una novela

Esta semana les traigo un texto publicado por Alejandro Quintana en el  El oficio de escritor, un excelente blog que recomiendo plenamente.

Aunque el texto está titulado "9 errores clásicos al escribir una novela y como evitarlos", el texto se aplica a cualquier otro género narrativo.


Aquí va. 
________________

9 errores clásicos al escribir una novela y cómo evitarlos.

Todos los novelistas, sin excepción, tienen algo en común. Conocidos, desconocidos, profesionales, aficionados, genios de la literatura o juntaletras del montón. Todos.
No se trata de una visión parecida de la vida, ni de una sensibilidad especial para las palabras, ni de su pasión por contar historias.  Tampoco es el afán inexplicable de dejar un legado que trascienda su muerte. No.
Lo que tienen en común todos los escritores de la Historia es que todos ellos escribieron una novela por primera vez.  
Y todos ellos, que se sepa y hasta que alguien demuestre lo contrario, han sido humanos y cometido errores. La mayoría contaron con la ayuda de editores o amigos avispados que les ayudaron a corregir o disimular sus meteduras de pata. Hoy en día, esta función la realizan asesores independientes diversos porque los editores están por otra labor.
Me gustaría ayudarte a minimizar los errores más comunes que cometen los escritores noveles —aparte de estos otros.
Espero que puedas detectar a tiempo estos…
9 errores típicos al escribir una novela

y así puedas escribir un contenido que realmente merezca la pena ser publicado.
Ahora sí, vamos con el…
ERROR #1: la historia no arranca
… o bien lo hace como un motor Diésel.
El autor se recrea al inicio de la historia, contando cómo el personaje despierta, se levanta, hace el desayuno, piensa en sus cosas, se viste, sale de casa, llega al trabajo…
Así hasta que pasa algo relevante que le arranca de su mundo ordinario y le hace vivir extraordinarias peripecias.
Peripecias que el lector nunca conocerá, ya que abandonó la lectura en la página diez o doce, cuando la irrelevancia se le hizo insoportable.
No me cansaré de decirlo nunca:
El inicio de una historia es lo más importante:
no solo va a enganchar al lector…
¡es lo que puede interesar a un editor!

Dedícale más tiempo al inicio de tus historias que a cualquier otra parte.
El primer párrafo debe interesar, pero en el segundo el lector necesita tener cierta expectativa.
Luego puedes bajar la tensión, entretenerte más con algunos detalles… pero ya le habrás enganchado.
Variantes del inicio que no termina de arrancar
         
El idílico paisaje en el cual se desarrolla la acción no es relevante. El marco espacial puede tener su relevancia, pero cómo se mecen las briznas de hierba con la cálida brisa del sur NO LA TIENE EN ABSOLUTO. Deja esos detalles para otro momento más oportuno.
·         El pasado de un personaje tiene importancia, qué duda cabe. Pero asegúrate que su niñez va a ser relevante para la historia que cuentas. Volveré a esta variante en el ERROR #3
·         El conflicto inicial no tiene consistencia como para crear la suficiente expectativa en el lector. Ejemplo: las tribulaciones de un administrativo que ha perdido una caja de clips no interesan a nadie. Repito: A NADIE.
Lo cual tiene mucho que ver con el…
ERROR #2: confundir realidad con verosimilitud
El mundo real está plagado de coincidencias asombrosas.
Estas coincidencias se aceptan sin demasiadas reservas, ya que todo el mundo ha vivido casualidades extrañas alguna vez.
De esta natural aceptación nacen las leyendas urbanas y las conspiranoias más rocambolescas.
Pero un escritor no puede permitirse el lujo de dar por sentada la credulidad de sus lectores. Está obligado a crearla.
Un autor literario debe crear un mundo en el cual sucedan las cosas más extraordinarias de manera que el lector las crea.
Los acontecimientos «extraños», las coincidencias, casualidades, las obras del azar y los caprichos del destino deben estar justificados o no serán aceptados de forma natural.
Pero esto que parece jugar en contra de los intereses de un escritor, es justo lo contrario. Porque, por la misma regla de tres
es posible crear mundos fantásticos tan creíbles y reales como el universo ordinario.

A poco que sepas dotar de credibilidad tanto a universos oníricos como a cadenas de acontecimientos estrambóticas, serás capaz de hacer creer al lector cualquier cosa.
Así es la magia de la escritura.
Es frecuente cometer el error de confiar que el lector creerá lo que le cuentas porque es la narración fidedigna de un hecho real.
¿No has escuchado nunca eso de que la realidad siempre supera a la ficción?
Pues es cierto y el lector lo sabe. Así que…
al escribir una novela, procura que suene verosímil, no que sea realista.
Ahora que ya lo sabes, no puedes cometer este error, como tampoco podrás cometer el…
ERROR #3: demasiados detalles impiden el avance
Este error tiene relación directa con el ERROR #1 pero no es exactamente el mismo.
La diferencia es que con el #1 el lector dejará de leer si el principio no le engancha.
Pero una vez te has relajado porque ya tienes los puntos de tensión establecidos y te sientes cómodo llevando al lector por tu montaña rusa particular… corres el riesgo de andarte por las ramas y no concretar.
Te entretienes a cada paso, perdiéndote en descripciones largas, conversaciones banales, detalles sin importancia y acontecimientos irrelevantes para la cadena principal de acción.
En pocas palabras,
obligas al lector a entrar en modo de alerta por ABURRIMIENTO MORTAL.

Lo cual es muchísimo peor que no haberle enganchado al principio.
Porque, en este caso, sí conseguiste captar su atención, pero en un momento determinado de tu novela le DEFRAUDASTE.
No cumplir las expectativas del lector (y encima aburriéndole) es el peor error que puedes cometer.
¿Cómo detectar que incurres en este fallo garrafal?
·         Síntoma 1: caes con demasiada frecuencia en recordar el pasado de los personajes. A no ser, claro está, que se trate de una estructura en forma de analepsis, es una señal de alerta.
·         Síntoma 2: explicas los sueños. Los sueños tienen que estar muy bien encuadrados en la historia y tener una utilidad lógica, práctica, coherente y decisiva en los acontecimientos. Si no cumplen como mínimo dos de estas premisas, elimínalos sin contemplaciones.
·         Síntoma 3: te metes demasiado a fondo y demasiadas veces en los pensamientos de los personajes. Incluso en las novelas que profundizan en las interioridades y miserias humanas, hay que marcar unos límites. Intensidad y frecuencia de diálogo interno deben estar equilibradas con la acción.
·         Síntoma 4: profusión de detalles y datos irrelevantes. Lo que escribas debe ayudar al avance de la acción, describir personajes y sus relaciones o lograr la inmersión del lector en la atmósfera de la novela. Si no es así, salvo en muy raras ocasiones, sobra.

Otro síntoma tiene unas connotaciones tan extensas y tantas variantes que es, por derecho propio, el…
ERROR #4: sermonear al lector
Este es un buen momento para que reflexiones sobre por qué escribes. De verdad, párate a pensarlo un momento.
Te espero.
¿Ya?
Está bien, dos minutos más.
Ahora sí…
Aparte de que tal vez escribir es algo que no puedes evitar, está en tu naturaleza y algo te impulsa a hacerlo, posiblemente hayas llegado a la conclusión de que escribes porque tienes algo que contar, o quieres transmitir algo al mundo: tu forma de sentir, pensar, actuar, de ver la vida.
Pues tengo una mala noticia: al lector no le importa en absoluto tu punto de vista sobre la vida, el universo y todo lo demás.
El lector no busca una lección magistral sobre nada, ni que le adoctrinen o le vendan ideas revolucionarias.

Muchos son los motivos por los que se lee. Incluso algunas personas buscan el sentido de la vida en las novelas, profundidad existencial.
Pero adoctrinar es un derecho que el escritor debe ganarse, una vez se ha conseguido el respeto del lector por ser un narrador eficiente.
Por eso
la primera obligación de todo escritor es no aburrir
Una vez hayas conseguido enganchar a la lectura, hayas enamorado con tus personajes y tengas la plena atención de tus lectores, puedes transmitirles lo que deseas comunicar…
Siempre y cuando esté perfectamente integrado en la dinámica de la historia.
Porque en cuanto sueltes un sermón de cualquier tipo, es casi seguro que el lector se cerrará en banda.
Es como cuando en una película uno de los actores mira directamente a la cámara: se descubre el artificio y el espectador deja de creer en la magia del cine.
Variantes del discursito
·         El prólogo como Tratado de la Verdad Universal: esta parte del libro sirve para introducir algunos apuntes al lector. Si lo utilizas para explicar al lector de qué va el libro, el sentido profundo y las intenciones que te impulsaron a escribirlo, puedes darlo por perdido. Para explicar todo eso es para lo que escribes tu historia y creas a todos los personajes.
·         El final o el epílogo como el Tratado de la Verdad Universal: ver la variante anterior. Es exactamente el mismo caso, pero al final del libro en lugar de al principio.
·         El personaje «altavoz»: cuando un personaje actúa como alter ego del escritor, soltando un discurso que resume en un párrafo o dos la intención del libro. Por si no ha quedado claro.

Y una variante del personaje «altavoz», se da cuando el villano lo explica todo justo antes de matar al héroe: su plan al detalle, los motivos de su odio por el protagonista, la justificación de su maldad por una infancia atormentada…
Lo cual me recuerda el siguiente error:
ERROR #5: el mal absoluto y el bien puro
Los personajes sirven de canal entre el emisor —autor de la historia— y el receptor —lector de la misma—. Son, por tanto, médiums.
La manera más efectiva para hacer esta comunicación fluida y efectiva es que estos personajes sean representaciones creíbles de personas, de forma que tanto emisor como receptor puedan identificarse.
Por tanto, es necesario encontrar el equilibrio que permita al autor utilizar a sus personajes de manera que representen de forma simbólica cualidades que desea expresar.
Pero sin caer en la caricatura. Insisto: los personajes deben ser creíbles.
Y para ser creíble, un personaje necesita tener virtudes y defectos.
Esto se ha dicho hasta la saciedad en todos los manuales habidos y por haber sobre creación de personajes. No insistiré demasiado en ello.
Pero a menudo se olvida que siempre, o casi siempre, hay una razón de peso para el hacer el mal, como suele haber algún motivo egoísta para hacer el bien.
Con lo cual te interesa plantear bien cuáles son los motivos del villano para hacer el mal y qué impulsa al héroe a emprender la aventura y plantar cara al malvado.
Muchas veces no se trata de una lucha entre el bien y el mal, sino de un conflicto de intereses entre personajes antagonistas.

Si miramos desde el punto de vista del villano, es perfectamente posible que él vea al héroe y sus aliados como a las fuerzas del mal.
No resultará convincente hacer malísimo al malvado y un dechado de virtudes al bueno.
Las aspiraciones del villano y las motivaciones del héroe deben tener cierta coherencia, no ser el mal puro o el bien absoluto.
Por ejemplo:
Un conde siniestro machaca a impuestos a sus súbditos, matándoles de hambre. Está presionado por el Rey, el cual necesita armar un ejército para su cruzada. Cada vez le exige más y más tributos. Si se niega, perderá unas tierras que pertenecen a su familia desde hace muchas generaciones.Su mayor enemigo es un campesino que lidera una horda de proscritos. En verdad no es un revolucionario oprimido por la tiranía: se vio obligado a esconderse en el bosque porque robó en la iglesia, impulsado por el hambre. Su carisma y la suerte hicieron el resto, llevándole a dirigir la rebelión. Él solo quería comer y que no le ahorcaran por ladrón.
Cuidado con la siguiente trampa: vigila que, por hacer más humanos a tus personajes, el malo tenga una sola cualidad bondadosa y el héroe un solo defecto.

Que el villano ame a sus hijos no lo hace bueno, igual que no hace más cercano al héroe que sea un poco engreído.
Esto sería como pintar colmillos al cordero y disfrazar al lobo de oveja, pero es algo más profundo que eso.
Y hablando de disfraces…
ERROR #6: ponerse el disfraz de escritor
Ya sea porque te has creído todos los tópicos de lo que debería ser un escritor, bien porque tienes miedo de mostrarte tal como eres, de no gustar a todo el mundo o del temido «qué pensaran de mí si digo esto», resulta que…
has escrito como se supone que se debe escribir
y no como tú querrías escribir.

Te has colocado una máscara, te has puesto el disfraz de lo que crees que es un escritor y, por tanto, no has sido auténtico.
Escribir bien no significa escribir bonito.
Tal vez en el género de la poesía esto tenga más sentido, pero en el género de la narrativa pisamos otro terreno.
Escribir bien significa transmitir con exactitud
aquello que deseas transmitir, CONTANDO UNA HISTORIA QUE FUNCIONA.

Y si además eres capaz de que la forma tenga una coherencia a todos los niveles con el contenido, escribirás una obra maestra.
Cuida a tus personajes y elige bien las situaciones que les harás vivir, antes de intentar que tu historia «suene» bien.
Síntomas de haberte puesto el disfraz de escritor
1) Utilizas palabras cuyo significado no conoces del todo porque no las empleas en tu día a día.
Es cierto que no siempre tenemos la oportunidad de soltar palabras como inconmensurableontología o entelequia en un bar, rodeados de amigos.
Pero si las utilizas en tu novela, mejor que sepas con toda exactitud qué significan.
2) Utilizas palabras ampulosas en lugar de las usadas en conversaciones corrientes. 
¿Por qué decir excelente cuando se puede decir superlativo?
Pues por la sencilla razón de que excelente se comprende mejor y es más preciso que decir superlativo.
El uso de ciertas palabras puede distraer al lector del significado mismo de tales palabras, por su sonoridad o rareza.
3) Un lirismo excesivo puede dificultar la fluidez del texto. De hecho, puede impedir su comprensión. 
Esto es muy típico al colocarse el disfraz del escritor, porque a veces se asocia literatura profunda con densidad… y se confunde densidad con florituras verbales.
Lo que construye la literatura es la profundidad del tema y el tratamiento coherente de su forma. Todo lo demás son casi siempre adornos innecesarios.
4) Los diálogos son confusos y poco creíbles. 
A veces, la mejor manera para que el lector sepa quién dijo algo es utilizar el verbo decir en las acotaciones: un dijo siempre es más efectivo que mencionóapuntóapostillóafirmó y un largo etcétera.
No temas evitar la repetición de dijo. En realidad el lector apenas repara en esta palabra, se lee de forma casi automática.
Introduce acotaciones en los diálogos para que el lector no se pierda.
Es importante no perder el hilo de quién dice qué en las conversaciones, igual que lo es saber en todo momento en la cabeza de qué personaje estamos metidos.
Lo cual es el tema del…
ERROR #7: un mareante punto de vista
Este error no solo lo cometen los escritores principiantes. A veces incluso cuesta detectarlo cuando el libro ya está publicado y en circulación.
Se le ha pasado a escritor, lectores, corrector y editor.
Si esto pasa en las mejores casas, puedes imaginar entonces la de veces que se da en libros autopublicados que se saltan el proceso lógico editorial.
¿En qué consiste? Pues te lo explico con un ejemplo:
«Marisa dudaba entre descolgar el teléfono y llamar a Esther o ponerse algo encima, coger un taxi y plantarse en su casa. Pero la fina llovizna de aquel domingo por la tarde no invitaba a salir. Tampoco le resultaría fácil encontrar un taxi libre. Aun así no se decidía a descolgar el teléfono y llamar a su amiga.En esta indecisión, de repente, sonó el teléfono. Sonrió al ver el nombre en la pantalla: Esther.— Qué bruja eres —dijo Marisa al descolgar—, estaba pensando en llamarte ahora mismo.— Eso se lo dirás a todas —respondió Esther, riendo—. Pero voy a creerte porque imagino que sabes por qué te llamo…Esther buscó el paquete de cigarrillos entre el desorden de su mesilla de noche. Sintió un cosquilleo en el estómago y pensó en cuánto le gustaban esas tardes lluviosas de domingo en casa…»
¡Alarma! ¡Cuidado, amigo escritor, amiga escritora!

Aunque no te lo parezca, estás cayendo en el Error #7: esta escena comienza desde el punto de vista de Marisa. Estamos dentro de su cabeza, no en un punto cercano desde el cual observamos sus movimientos.
Sabemos qué siente y qué piensa. Entonces… ¿qué artificio nos ha permitido salir de la cabeza de Marisa y meternos en la de Esther sin previo aviso?
De acuerdo, el narrador puede ser omnisciente y saber lo que sucede en cualquier lugar, momento y lo que pasa por la cabeza de cualquier personaje.
Pero el lector se va a sentir mareado y descolocado si se salta de un pensamiento a otro: llegará un momento en el cual quien saltará de la historia será el lector.
¿Por qué?
El lector necesita identificarse con un punto de vista y tener la referencia de un personaje para poder vivir las situaciones de la ficción.
Este personaje puede cambiar las veces que se desee… siempre y cuando al lector le pongamos sobre aviso.
No basta una llamada de teléfono para pasar de un punto de vista a otro y salir de una cabeza para meterse en otra. Hay que finalizar una secuencia o indicar que una escena ha terminado.
Igual que hacemos punto y aparte para cambiar de tema, es necesario decirle al lector que hemos terminado de contar algo desde un punto de vista antes de pasar a otro.

En las novelas corales, cuando los papeles principales están repartidos entre muchos personajes y hay numerosos secundarios, esto es más necesario si cabe.
Imagina una novela de estas características e ir pasando de los pensamientos y puntos de vista de cinco o seis personajes en una sola escena.
Lo más recomendable es que en cada capítulo —o al menos en cada escena— se cuente la historia desde el punto de vista de cada uno de estos personajes.
Toma siempre la referencia del personaje conductor de cada escena y presta especial atención cuando se relacione y dialogue con otros.
¿Cómo podemos saber lo que piensan y sienten otros personajes si no estamos metidos dentro de sus mentes?
Como norma general lo sabremos por sus acciones o por el diálogo. Si nos lo dice el narrador… ¡error al canto!
ERROR #8: represión y mojigatería
Este tipo de error a veces lo he descrito como un bloqueo.
¿Dónde termina la vida privada y comienza el escritor? ¿Qué contar de la experiencia propia y qué no?
¿Pensarán los lectores que esto me ha sucedido en realidad a mí y no al personaje? ¿Hasta dónde tengo que desnudar mis pensamientos y sentimientos?
El resultado es un bloqueo que dificulta el acto de traspasar el Primer Umbral o detiene el avance al llegar a un punto determinado.
Pero otras veces sucede algo peor:
La falta de naturalidad impide a un autor encontrar su propio estilo literario.

El miedo al «qué dirán o pensarán de mí si escribo esto» ha destruido más carreras de escritor que la misma maquinaria de la industria editorial.
Donde más se puede notar esta falta de autenticidad es en las escenas de sexo.
No son pocas las veces que, en las asesorías privadas, llamo la atención sobre esto a los autores cuya novela superviso.
¿Por qué escatimar al lector detalles de las escenas más apasionadas?
El acto de leer es también un acto de voyeurismo, de hecho uno de los más invasivos.
Como lectores nos metemos en lo más íntimo de las vidas de los personajes. Sus pensamientos y emociones, su pasado más oscuro, sus anhelos más secretos…
Pero resulta que al llegar a la intimidad de la alcoba, se le niega al lector la posibilidad de conocer también esa parte de su vida —la sexual— de unos personajes que conoce al detalle.
Y antes esto, oh, sagaz lector, puedes argumentar que es más sugerente insinuar que mostrar.
Es cierto, pero entonces tampoco puedes mostrar otros detalles de su psicología, también necesitas sugerirlos. Es cuestión, una vez más, de coherencia.
Ojo, que puede suceder todo lo contrario y entonces caemos en la pornografía.

Es ahí donde reside el error: en mostrarlo todo de un aspecto y poco o nada de otro; si insinúas, insinúas siempre y si muestras, lo muestras todo.
Una variante de esto es el uso de eufemismos
Está bien buscar sinónimos para depurar el estilo de escritura y no repetir palabras innecesariamente.
Pero otra cosa es evitar a toda costa decir cierta palabra porque resulta malsonante o demasiado gráfica.
Di pene o vagina cuando sea necesario decir pene o vagina… ¡y polla o coño cuando toque decir polla o coño!

Necesitas que tus personajes digan lo que tengan que decir, ni más ni menos. Valga esto para todo, lógicamente, no solo para la parte sexual de tus historias.
Ejemplos de eufemismos
·         Persona de color: por negro/a
·         Persona de la tercera edad: por viejo/a
·         Dar a luz: por el verbo parir y el momento del parto
·         Persona invidente: por ciego/a
·         Etc.
Estas expresiones se justifican a menudo diciendo que se pretende ser más elegante.
Enmascarar la realidad se convierte en eufemismo cuando la supuesta elegancia está inspirada por la mojigatería o la represión del «qué dirán o pensarán».
Y el no querer ofender a un colectivo está muy bien… no utilices entonces expresiones del tipo «es un trabajo de negros» o «les hicieron una judiada» o «le engañaron como a un chino».
Pero utiliza las palabras negro, judío, viejo… e incluso maricón.
Lo que es ofensivo no es usar ciertas palabras, es el cómo y el para qué se utilizan.
De hecho, según lo que digas sobre negros, homosexuales o judíos puede ser un delito perfectamente tipificado y traerte problemas legales.
Problemas serios… y muy seguramente bien merecidos.
ERROR #9: condensar toda una obra literaria en una sola novela o relato

Es probable que comiences escribiendo relatos cortos, fruto de tus anotaciones constantes de ideas sueltas, pensamientos varios, ensoñaciones o divagaciones.
O todo ello a la vez.
Pero intuyes que esos relatos no expresan todo lo que necesitas expresar y vas acoplando ideas, amontonando pensamientos y ensoñaciones.
Un día lees un libro apasionante que te inspira y motiva a escribir una novela.
Comienzas tirando del hilo, te inventas unos personajes y los utilizas para soltar todo lo que llevas tiempo queriendo expresar.
Tienes tantas cosas que decir, tantas ideas que hierven en tu cabeza, tanta pasión que transmitir e historias que contar… que vas y las dices todas de golpe.
Con suerte, tú lo entenderás sin perderte en el laberinto de tu propia creación. Porque es justo eso: tu propia creación.
Pero ya puedes parar de contar, porque no lo entiende nadie más.
Has volcado todo lo que tienes que decir en una sola historia. En pocas palabras
has confundido una idea para contar algo con un argumento para explicarlo todo.

Aunque aquí tienes un post muy completo, deja que te explique en un momento la diferencia entre un relato y una novela.
A) En un relato explicas algo concreto, que puede expresarse en algunas páginas:
Antes que intentar definir el amor universal, un relato procura expresar el amor que se siente hacia una madre o un abuelo.
Y ojo, porque al decir ideas sencillas no me refiero a ideas poco profundas. Hay mucha profundidad en el amor a una madre o a un abuelo.
B) Para expresar el amor universal tienes la novela.
Desarrollas una historia más compleja para expresar ideas más complejas.
Temas que necesitan muchas más páginas para que puedan calar en el lector a un nivel más profundo.
Con la novela puedes involucrar al lector en los hechos de una forma muy vívida, gracias a los personajes. Por eso decía al principio que los personajes hacen de médium, ¿recuerdas?
Puedes transportarles a otros estados de conciencia y hacerles sentir emociones determinadas, influirles a un nivel inconsciente para que integren de manera profunda aquello que quieres transmitir.
Se podría decir que
la extensión y complejidad de una historia está determinada por la extensión y complejidad del tema que desarrollas en ella.

… o el nivel de profundidad al que quieras llegar.
Es cierto que autores como J.D. SallingerErnest HemingwayJulio CortázarBorges y otros llegan a mucha profundidad con relatos o novelas cortas.
Para eso es necesario ser un economista de recursos narrativos a nivel maestro.
Y sobre todo, tener claro qué quieres contarle al mundo al escribir una novela.
¿Tienes claro lo que quieres decirle al mundo con tu escritura? ¿De verdad... de la buena?
Porque si lo tienes claro, podrás expresarlo de forma más clara, concisa y repartida en toda una obra literaria, evitando decir todo lo que quieres expresar en una sola novela.
Pero en realidad, necesitas contarlo todo en esa primera novela: forma parte del proceso de convertirse en escritor.
Solo cuando te das cuenta de que has embutido toda una obra literaria en una sola historia, es cuando puedes comenzar de verdad a definir los temas que te interesa tratar.
¿Por qué escribe un escritor?
¿Qué impulsa a alguien a contar historias?
¿Por qué recorrer este incierto camino, existiendo otros mucho más fáciles y, desde luego, rentables?
Esas preguntas no tienen en verdad una respuesta. Al menos, no una sencilla. Recorrer el camino de la literatura tal vez te pueda dar algunas.
Ojalá te haya gustado esta entrada y mejor todavía si te ha ayudado a detectar esos errores tan típicos al escribir una novela.