Manías de autor
Juan José Millás
¿En cuántos idiomas habría escrito ese bolígrafo? ¿Le sonaría raro ahora escribir en español? ¿A qué lo dedicaría yo? ¿A tomar, simplemente, las notas que me sugiere la lectura de los periódicos y que luego utilizo como materia para mis artículos? Ya sé que un bolígrafo de clase media (otra cosa es que hubiera sido, no sé, un Parker o un Maurice Lacroix) no se merecía tantas preocupaciones. Pero me recordaba a otro con el que inicié hace meses, en la habitación de un hotel de Nueva York, una novela. Un bolígrafo, por cierto, que me regalaron en el hotel y que olvidé en el avión, de regreso a Madrid. Recuerdo que, una vez en casa, no fui capaz de continuar aquella novela, de la que apenas había escrito cinco o seis páginas, porque me faltaba la herramienta con la que la había comenzado. Manías de autor, supersticiones, estamos llenos de ellas.
El caso es que busqué entre los papeles antiguos el cuaderno en el que había comenzado aquella novela y probé a seguir escribiéndola con este bolígrafo que se le parecía tanto y que quizá procedía del mismo hotel. La cosa funcionó. Al boli le resultaba familiar la historia y en pocos días de actividad febril completé ese primer cuaderno. Luego se le terminó la carga, pero he escrito al hotel de Nueva York pidiéndoles que me envíen otro idéntico. A ver qué pasa.
Fuente: facebook
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