Taller de Creación Literaria de la Editorial Libros para Pensar

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Taller Crea-Acción Literaria de la Editorial Libros para Pensar

miércoles, 19 de abril de 2023

Salomón y Azrael.

 SALOMÓN Y AZRAEL[1]


Yalal ad-Din Muhammad -

Rumi (1207-1273)

Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos.

Salomón le preguntó:

—¿Por qué estás en ese estado?

Y el hombre le respondió:

—Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera. ¡Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma!

Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre. Y, al día siguiente, el profeta preguntó a Azrael:

—¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a ese hombre, que es un fiel? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria.

Azrael respondió:

—Ha interpretado mal mi mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro. Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a tomar su vida en la India, y me dije: ¿Cómo podría, a menos que tuviese alas, trasladarse a la India?

FIN




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El anterior cuento fue leído y analizado en una de las sesiones del taller de Crea-Acción literaria y se propuso el siguiente ejercicio: 


Responder.

·         ¿Qué sucede en el cuento?

·         ¿Quién es el narrador?

·         ¿Cuántos los personajes hay? ¿Cuáles?

·         ¿Cuántas acciones narrativas hay en el cuento?

·         ¿A quién le ocurre la historia? 

·         ¿Dónde ocurre el cuento?

·         ¿Cuándo ocurre la historia?

·         ¿Cuánto tiempo transcurre en la historia


Como puede verse, en muchos de los cuentos, cuando están bien escritos, el autor imprime algunas claves que no se dicen, pero se muestran.  Por ejemplo, no es necesario establecer la época o el lugar, pero se manipula la mente del lector para que se haga una idea de lo que el escritor quiere. 


Adicionalmente, esta historia tiene muchas versiones.  Conozco al menos 17 de ellas.  A continuación, comparto dos: 




Lecturas adicionales

EL GESTO DE LA MUERTE[2]

Jean Cocteau (1889-1963)

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

—¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

—Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

—No fue un gesto de amenaza —le responde— sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.

FIN

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LA MUERTE EN SAMARRA[3]

Gabriel García Márquez (1927-2014)

El criado llega aterrorizado a casa de su amo.

—Señor —dice—, he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza.

El amo le da un caballo y dinero, y le dice:

—Huye a Samarra.

El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra a la Muerte en el mercado.

—Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza —dice.

—No era de amenaza —responde la Muerte—, sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá.

FIN



[1] Rumi. Coplas espirituales. Siglo XIII

[2] Jean Cocteau. La gran separacion.  1923

[3] Gabriel García Marquez.  Cómo se cuenta un cuento.  1995

miércoles, 12 de abril de 2023

Los nueve billones de nombres de Dios. Cuento de Arthur Clarke

Esta semana compartimos un cuento publicado en el blog de los lagartijos del escritor inglés Arthur C. Clarke. 


 LOS NUEVE BILLONES DE NOMBRES DE DIOS

- Esta es una petición un tanto desacostumbrada - dijo el doctor Wagner, con lo que esperaba podría ser un comentario plausible -. Que yo recuerde, es la primera vez que alguien ha pedido un ordenador de secuencia automática para un monasterio tibetano. No me gustaría mostrarme inquisitivo, pero me cuesta pensar que en su... hum... establecimiento haya aplicaciones para semejante máquina. ¿Podría explicarme que intentan hacer con ella?


- Con mucho gusto - contestó el lama, arreglándose la túnica de seda y dejando cuidadosamente a un lado la regla de cálculo que había usado para efectuar la equivalencia entre las monedas -. Su ordenador Mark V puede efectuar cualquier operación matemática rutinaria que incluya hasta diez cifras. Sin embargo, para nuestro trabajo estamos interesados en letras, no en números. Cuando hayan sido modificados los circuitos de producción, la maquina imprimirá palabras, no columnas de cifras.

- No acabo de comprender...

- Es un proyecto en el que hemos estado trabajando durante los últimos tres siglos; de hecho, desde que se fundó el lamaísmo. Es algo extraño para su modo de pensar, así que espero que me escuche con mentalidad abierta mientras se lo explico.

- Naturalmente.

- En realidad, es sencillísimo. Hemos estado recopilando una lista que contendrá todos los posibles nombres de Dios.

- ¿Qué quiere decir?

- Tenemos motivos para creer - continuó el lama, imperturbable - que todos esos nombres se pueden escribir con no más de nueve letras en un alfabeto que hemos ideado.

- ¿Y han estado haciendo esto durante tres siglos?

- Sí; suponíamos que nos costaría alrededor de quince mil años completar el trabajo.

- Oh -exclamó el doctor Wagner, con expresión un tanto aturdida-. Ahora comprendo por qué han querido alquilar una de nuestras maquinas. ¿Pero cuál es exactamente la finalidad de este proyecto?

El lama vaciló durante una fracción de segundo y Wagner se preguntó si lo había ofendido. En todo caso, no hubo huella alguna de enojo en la respuesta.

- Llámelo ritual, si quiere, pero es una parte fundamental de nuestras creencias. Los numerosos nombres del Ser Supremo que existen: Dios, Jehová, Alá, etcétera, sólo son etiquetas hechas por los hombres. Esto encierra un problema filosófico de cierta dificultad, que no me propongo discutir, pero en algún lugar entre todas las posibles combinaciones de letras que se pueden hacer están los que se podrían llamar verdaderos nombres de Dios. Mediante una permutación sistemática de las letras, hemos intentado elaborar una lista con todos esos posibles nombres.

- Comprendo. Han empezado con AAAAAAA... y han continuado hasta ZZZZZZZ...

- Exactamente, aunque nosotros utilizamos un alfabeto especial propio. Modificando los tipos electromagnéticos de las letras, se arregla todo, y esto es muy fácil de hacer. Un problema bastante más interesante es el de diseñar circuitos para eliminar combinaciones ridículas. Por ejemplo, ninguna letra debe figurar mas de tres veces consecutivas.

- ¿Tres? Seguramente quiere usted decir dos.

- Tres es lo correcto. Temo que me ocuparía demasiado tiempo explicar por qué, aun cuando usted entendiera nuestro lenguaje.

- Estoy seguro de ello - dijo Wagner, apresuradamente - Siga.

- Por suerte, será cosa sencilla adaptar su ordenador de secuencia automática a ese trabajo, puesto que, una vez ha sido programado adecuadamente, permutará cada letra por turno e imprimirá el resultado. Lo que nos hubiera costado quince mil años se podrá hacer en cien días.

El doctor Wagner apenas oía los débiles ruidos de las calles de Manhattan, situadas muy por debajo. Estaba en un mundo diferente, un mundo de montañas naturales, no construidas por el hombre. En las remotas alturas de su lejano país, aquellos monjes habían trabajado con paciencia, generación tras generación, llenando sus listas de palabras sin significado. ¿Había algún limite a las locuras de la humanidad? No obstante, no debía insinuar siquiera sus pensamientos. El cliente siempre tenia razón...

- No hay duda - replicó el doctor - de que podemos modificar el Mark V para que imprima listas de este tipo. Pero el problema de la instalación y el mantenimiento ya me preocupa más. Llegar al Tíbet en los tiempos actuales no va a ser fácil.

- Nosotros nos encargaremos de eso. Los componentes son lo bastante pequeños para poder transportarse en avión. Este es uno de los motivos de haber elegido su máquina. Si usted la puede hacer llegar a la India, nosotros proporcionaremos el transporte desde allí.

- ¿Y quieren contratar a dos de nuestros ingenieros?

- Sí, para los tres meses que se supone ha de durar el proyecto.

- No dudo de que nuestra sección de personal les proporcionará las personas idóneas. - El doctor Wagner hizo una anotación en la libreta que tenía sobre la mesa - hay otras dos cuestiones... - Antes de que pudiese terminar la frase, el lama sacó una pequeña hoja de papel.

- Esto es el saldo de mi cuenta del Banco Asiático.

- Gracias. Parece ser... hum... adecuado. La segunda cuestión es tan trivial que vacilo en mencionarla... pero es sorprendente la frecuencia con que lo obvio se pasa por alto. ¿Qué fuente de energía eléctrica tiene ustedes?

- Un generador diesel que proporciona cincuenta kilovatios a ciento diez voltios. Fue instalado hace unos cinco años y funciona muy bien. Hace la vida en el monasterio mucho más cómoda, pero, desde luego, en realidad fue instalado para proporcionar energía a los altavoces que emiten las plegarias.

- Desde luego - admitió el doctor Wagner -. Debía haberlo imaginado.


La vista desde el parapeto era vertiginosa, pero con el tiempo uno se acostumbra a todo. Después de tres meses, George Hanley no se impresionaba por los dos mil pies de profundidad del abismo, ni por la visión remota de los campos del valle semejantes a cuadros de un tablero de ajedrez. Estaba apoyado contra las piedras pulidas por el viento y contemplaba con displicencia las distintas montañas, cuyos nombres nunca se había preocupado de averiguar.

Aquello, pensaba George, era la cosa más loca que le había ocurrido jamás. El "Proyecto Shangri-La", como alguien lo había bautizado en los lejanos laboratorios. Desde hacía ya semanas, el Mark V estaba produciendo acres de hojas de papel cubiertas de galimatías.

Pacientemente, inexorablemente, el ordenador había ido disponiendo letras en todas sus posibles combinaciones, agotando cada clase antes de empezar con la siguiente. Cuando las hojas salían de las máquinas de escribir electromáticas, los monjes las recortaban cuidadosamente y las pegaban a unos libros enormes. Una semana más y, con la ayuda del cielo, habrían terminado. George no sabía qué oscuros cálculos habían convencido a los monjes de que no necesitaban preocuparse por las palabras de diez, veinte o cien letras.

Uno de sus habituales quebraderos de cabeza era que se produjese algún cambio de plan y que el gran lama (a quien ellos llamaban Sam Jaffe, aunque no se le parecía en absoluto) anunciase de pronto que el proyecto se extendería aproximadamente hasta el año 2060 de la Era Cristiana. Eran capaces de una cosa así.

George oyó que la pesada puerta de madera se cerraba de golpe con el viento al tiempo que Chuck entraba en el parapeto y se situaba a su lado. Como de costumbre, Chuck iba fumando uno de los cigarros puros que le habían hecho tan popular entre los monjes, que, al parecer, estaban completamente dispuestos a adoptar todos los menores y gran parte de los mayores placeres de la vida. Esto era una cosa a su favor: podían estar locos, pero no eran tontos. Aquellas frecuentes excursiones que realizaban a la aldea de abajo, por ejemplo...

- Escucha, George - dijo Chuck, con urgencia -. He sabido algo que puede significar un disgusto.

- ¿Qué sucede? ¿No funciona bien la maquina? - ésta era la peor contingencia que George podía imaginar. Era algo que podría retrasar el regreso, y no había nada más horrible. Tal como se sentía él ahora, la simple visión de un anuncio de televisión le parecería maná caído del cielo. Por lo menos, representaría un vinculo con su tierra.

- No, no es nada de eso. -Chuck se instaló en el parapeto, lo cual era inhabitual en él, porque normalmente le daba miedo el abismo- . Acabo de descubrir cuál es el motivo de todo esto.

- ¿Qué quieres decir? Yo pensaba que lo sabíamos.

- Cierto, sabíamos lo que los monjes están intentando hacer. Pero no sabíamos por qué. Es la cosa más loca...

- Eso ya lo tengo muy oído - gruñó George.

- ...pero el viejo me acaba de hablar con claridad. Sabes que acude cada tarde para ver cómo van saliendo las hojas. Pues bien, esta vez parecía bastante excitado o, por lo menos, más de lo que suele estarlo normalmente. Cuando le dije que estábamos en el ultimo ciclo me preguntó, en ese acento inglés tan fino que tiene, si yo había pensado alguna vez en lo que intentaban hacer. Yo dije que me gustaría saberlo... y entonces me lo explicó.

- Sigue; voy captando.

- El caso es que ellos creen que cuando hayan hecho la lista de todos los nombres, y admiten que hay unos nueve billones, Dios habrá alcanzado su objetivo. La raza humana habrá acabado aquello para lo cual fue creada y no tendrá sentido alguno continuar. Desde luego, la idea misma es algo así como una blasfemia.

- ¿Entonces que esperan que hagamos? ¿Suicidarnos?

- No hay ninguna necesidad de esto. Cuando la lista esté completa, Dios se pone en acción, acaba con todas las cosas y... ¡Listos!

- Oh, ya comprendo. Cuando terminemos nuestro trabajo, tendrá lugar el fin del mundo.
Chuck dejo escapar una risita nerviosa.

- Esto es exactamente lo que le dije a Sam. ¿Y sabes que ocurrió? Me miró de un modo muy raro, como si yo hubiese cometido alguna estupidez en la clase, y dijo: "No se trata de nada tan trivial como eso".

George estuvo pensando durante unos momentos.

- Esto es lo que yo llamo una visión amplia del asunto - dijo después -. ¿Pero qué supones que deberíamos hacer al respecto? No veo que ello signifique la más mínima diferencia para nosotros. Al fin y al cabo, ya sabíamos que estaban locos.

- Sí... pero ¿no te das cuenta de lo que puede pasar? Cuando la lista esté acabada y la traca final no estalle - o no ocurra lo que ellos esperan, sea lo que sea -, nos pueden culpar a nosotros del fracaso. Es nuestra máquina la que han estado usando. Esta situación no me gusta ni pizca.

- Comprendo - dijo George, lentamente -. Has dicho algo de interés. Pero ese tipo de cosas han ocurrido otras veces. Cuando yo era un chiquillo, allá en Louisiana, teníamos un predicador chiflado que una vez dijo que el fin del mundo llegaría el domingo siguiente. Centenares de personas lo creyeron y algunas hasta vendieron sus casas. Sin embargo, cuando nada sucedió, no se pusieron furiosos, como se hubiera podido esperar. Simplemente, decidieron que el predicador había cometido un error en sus cálculos y siguieron creyendo. Me parece que algunos de ellos creen todavía.

- Bueno, pero esto no es Louisiana, por si aún no te habías dado cuenta. Nosotros no somos más que dos y monjes los hay a centenares aquí. Yo les tengo aprecio; y sentiré pena por el viejo Sam cuando vea su gran fracaso. Pero, de todos modos, me gustaría estar en otro sitio.

- Esto lo he estado deseando yo durante semanas. Pero no podemos hacer nada hasta que el contrato haya terminado y lleguen los transportes aéreos para llevarnos lejos. Claro que - dijo Chuck, pensativamente - siempre podríamos probar con un ligero sabotaje.

- Y un cuerno podríamos. Eso empeoraría las cosas.

- Lo que yo he querido decir, no. Míralo así. Funcionando las veinticuatro horas del día, tal como lo está haciendo, la máquina terminará su trabajo dentro de cuatro días a partir de hoy. El transporte llegará dentro de una semana. Pues bien, todo lo que necesitamos hacer es encontrar algo que tenga que ser reparado cuando hagamos una revisión; algo que interrumpa el trabajo durante un par de días. Lo arreglaremos, desde luego, pero no demasiado aprisa. Si calculamos bien el tiempo, podremos estar en el aeródromo cuando el último nombre quede impreso en el registro. Para entonces ya no nos podrán coger.

- No me gusta la idea - dijo George -. Sería la primera vez que he abandonado un trabajo. Además, les haría sospechar. No, me quedare y aceptare lo que venga. 


- Sigue sin gustarme - dijo, siete días más tarde, mientras los pequeños pero resistentes caballitos de montaña les llevaban hacia abajo por la serpenteante carretera -. Y no pienses que huyo porque tengo miedo. Lo que pasa es que siento pena por esos infelices y no quiero estar junto a ellos cuando se den cuenta de lo tontos que han sido. Me pregunto cómo se lo va a tomar Sam.

- Es curioso - replicó Chuck -, pero cuando le dije adiós tuve la sensación de que sabía que nos marchábamos de su lado y que no le importaba porque sabía también que la máquina funcionaba bien y que el trabajo quedaría muy pronto acabado. Después de eso... claro que, para él, ya no hay ningún después...

George se volvió en la silla y miró hacia atrás, sendero arriba. Era el último sitio desde donde se podía contemplar con claridad el monasterio. La silueta de los achaparrados y angulares edificios se recortaba contra el cielo crepuscular: aquí y allá se veían luces que resplandecían como las portillas del costado de un trasatlántico. Luces eléctricas, desde luego, compartiendo el mismo circuito que el Mark V. ¿Cuánto tiempo lo seguirían compartiendo?, se preguntó George. ¿Destrozarían los monjes el ordenador, llevados por el furor y la desesperación? ¿O se limitarían a quedarse tranquilos y empezarían de nuevo todos sus cálculos?

Sabía exactamente lo que estaba pasando en lo alto de la montaña en aquel mismo momento. El gran lama y sus ayudantes estarían sentados, vestidos con sus túnicas de seda e inspeccionando las hojas de papel mientras los monjes principiantes las sacaban de las maquinas de escribir y las pegaban a los grandes volúmenes. Nadie diría una palabra. El único ruido sería el incesante golpear de las letras sobre el papel, porque el Mark V era de por sí completamente silencioso mientras efectuaba sus millares de cálculos por segundo. Tres meses así, pensó George, eran ya como para subirse por las paredes.

- ¡Allí esta! - gritó Chuck, señalando abajo hacia el valle -. ¿Verdad que es hermoso?

Ciertamente, lo era, pensó George. El viejo y abollado DC3 estaba en el final de la pista, como una menuda cruz de plata. Dentro de dos horas los estaría llevando hacia la libertad y la sensatez. Era algo así como saborear un licor de calidad. George dejó que el pensamiento le llenase la mente, mientras el caballito avanzaba pacientemente pendiente abajo.

La rápida noche de las alturas del Himalaya casi se les echaba encima. Afortunadamente, el camino era muy bueno, como la mayoría de los de la región, y ellos iban equipados con linternas. No había el más ligero peligro: sólo cierta incomodidad causada por el intenso frío. El cielo estaba perfectamente despejado e iluminado por las familiares y amistosas estrellas. Por lo menos, pensó George, no habría riesgo de que el piloto no pudiese despegar a causa de las condiciones del tiempo. Esta había sido su última preocupación.

Se puso a cantar, pero lo dejó al cabo de poco. El vasto escenario de las montañas, brillando por todas partes como fantasmas blancuzcos encapuchados, no animaba a esta expansión. De pronto, George consultó su reloj.

- Estaremos allí dentro de una hora - dijo, volviéndose hacia Chuck. Después, pensando en otra cosa, añadió -: Me pregunto si el ordenador habrá terminado su trabajo. Estaba calculado para esta hora.

Chuck no contesto, así que George se volvió completamente hacia él. Pudo ver la cara de Chuck; era un ovalo blanco vuelto hacia el cielo.

- Mira - susurro Chuck; George alzó la vista hacia el espacio.

Siempre hay una última vez para todo. Arriba, sin ninguna conmoción, las estrellas se estaban apagando.




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Arthur C. Clarke nació en el pueblo de Minehead, en Somerset, Inglaterra, el 16 de Diciembre de 1917. Falleció el 19 de Marzo de 2008 en Colombo, Sri Lanka, dónde estuvo establecido desde 1956 y siguió desarrollando algunas actividades a pesar de su avanzada edad y de una secuela de poliomielitis que lo tuvo atado a una silla de ruedas. 

Coautor del guion del inolvidable film "2001: Odisea del Espacio", escribió numerosos libros y cuentos de ciencia-ficción.

Hasta la próxima semana. 

miércoles, 5 de abril de 2023

Creación de personajes.

Esta semana, comparto un texto extraído del Blog Piensa Escribe, Rie, en el que se dan algunos elementos para la creación de personajes. 



ALGUNAS PREGUNTAS PARA CREAR PERSONAJES

Estas preguntas pueden servir como punto de partida para desarrollar un personaje interesante y complejo. La creación de personajes es un proceso continuo, siempre se puede agregar más detalles y características a medida que se va avanzando en la historia.

Cabe anotar que las respuestas a las preguntas son el insumo para la narración y no deben tomarse literalmente. En lugar de describir debe mostrarse estos datos, en especial en los personajes principales de la historia.

¿Cómo se llama tu personaje?

¿Cuál es su edad?

¿De dónde es tu personaje?

¿Cuál es su ocupación?

¿Cuál es su estado civil?

¿Tiene hijos?

¿Cuáles son los rasgos físicos de tu personaje?

¿Cuál es su personalidad?

¿Cuáles son sus intereses?

¿Cuál es su pasatiempo favorito?

¿Tiene algún miedo o fobia?

¿Tiene algún secreto que ocultar?

¿Cuál es su nivel socioeconómico?

¿Cómo se relaciona con su familia?

¿Tiene amigos cercanos?

¿Cuál es su filosofía de vida?

¿Ha pasado por alguna experiencia traumática?

¿Cómo ha influido eso en su personalidad?

¿Cuál es su principal objetivo en la vida?

¿Qué lo motiva?

 


LA ETOPEYA

 La etopeya es una técnica literaria que se utiliza para describir los rasgos de personalidad y las características morales de un personaje en detalle. A continuación, una lista de preguntas que se pueden utilizar para crear una etopeya para un personaje literario:

 ¿Cuál es la actitud general del personaje hacia la vida?

¿Cómo reacciona ante el dolor o el sufrimiento?

¿Qué le preocupa más en la vida?

¿Cuál es su mayor temor?

¿Cómo se comporta en situaciones de estrés o peligro?

¿Qué valores morales son importantes para él?

¿Cuál es su principal motivación?

¿Cómo se relaciona con los demás?

¿Qué pensamientos o emociones suelen estar presentes en su mente?

¿Cómo ha influido el pasado del personaje en su personalidad y comportamiento actual?

 

Con las respuestas a las preguntas es conveniente hacer FICHAS de los personajes. 

Debe tenerse en cuenta que estas preguntas son solo una guía y que siempre se pueden agregar o eliminar preguntas según las necesidades del personaje y la historia. La etopeya puede ayudar a crear personajes más complejos y realistas que se sientan más auténticos y creíbles para los lectores


Un ejemplo de cómo aplicar una de las respuestas generadas con la lista de preguntas de la etopeya:

"¿Cómo reacciona el personaje ante el dolor o el sufrimiento?"

 Supongamos que estamos creando un personaje llamado "Sara", una joven que se ha visto obligada a cuidar a su hermano menor después de la muerte de sus padres en un accidente automovilístico. Una posible respuesta a la pregunta podría ser:


 "Sara es una persona fuerte, pero a menudo se siente abrumada por la responsabilidad de cuidar a su hermano. Cuando las cosas se ponen difíciles, tiende a esconder sus emociones y mostrar una actitud valiente y decidida. Sin embargo, a menudo se desahoga llorando en privado para liberar la tensión emocional".


En este ejemplo, hemos creado una descripción detallada de la forma en que Sara reacciona ante el dolor y el sufrimiento. Esta respuesta nos proporciona información sobre la personalidad de Sara, así como sobre las circunstancias que le han llevado a asumir una gran responsabilidad a una edad temprana. Al darle un toque emocional a su descripción, podemos crear un personaje más interesante y con el que los lectores puedan identificarse.


Al responder las preguntas se ha de evitar describir las características y en cambio, mostrar las características a través de acciones, reacciones, situaciones.




LA PROSOPOPEYA


 La prosopopeya es una técnica literaria que consiste en personificar objetos o animales, es decir, atribuirles características humanas. A continuación, una lista de preguntas que se pueden utilizar para crear una prosopopeya para un objeto o animal en la historia:


¿Cómo se llama el objeto o animal personificado?

¿Cuál es su apariencia física?

¿Qué tipo de personalidad tiene el objeto o animal?

¿Cuáles son las emociones o pensamientos que el objeto o animal experimenta?

¿Qué tipo de voz tiene el objeto o animal? ¿Cómo habla?

¿Cuál es su objetivo en la historia?

¿Cómo interactúa con los demás personajes?

¿Cuál es su historia previa? ¿Cómo ha influido en su personalidad actual?

¿Qué características humanas tiene el objeto o animal? (por ejemplo, puede tener habilidades o emociones humanas).

¿Cómo se relaciona el objeto o animal con la temática general de la historia?

Recuerda que la prosopopeya puede ser una técnica muy efectiva para darle vida y personalidad a los objetos o animales en tu historia.


Fuente: Blog Piensa Escribe, Rie,

miércoles, 29 de marzo de 2023

¿Presidente o presidenta?

Se acerca el mes de idioma, y por ello transcribo un texto que me llegó por correo electrónico de dos fuentes diferentes.



Regla ortográfica

En español, el plural en masculino implica ambos géneros. Así que al dirigirse al público NO es necesario ni correcto decir "peruanos y peruanas", "compañeros y compañeras", "niños y niñas", etc., como el verboso Alan García puso de moda y hoy en día otros ignorantes (políticos y comunicadores) a nivel nacional por TV continúan con el error.

Decir ambos géneros es correcto, SÓLO cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes, por ejemplo: "mujeres y hombres", "toros y vacas", "damas y caballeros", etc.

Ahora viene lo bueno: Detallito lingüístico ¿Presidente o presidenta?

Aprendamos bien el español y de una vez por todas:  
NO ESTOY EN CONTRA DEL GÉNERO FEMENINO, SINO DEL MAL USO DEL LENGUAJE. POR FAVOR, DÉJENSE YA DE INCULTURA, DESCONOCIMIENTO U OCURRENCIA: 
¿Presidente o presidenta?


En español existen los participios activos como derivados verbales: Como por ejemplo, el participio activo del verbo atacar, es atacante; el de sufrir, es sufriente; el de cantar, es cantante; el de existir, existente; etc.

¿Cuál es el participio activo del verbo ser?: El participio activo del verbo ser, es "ente". El que es, es el ente. Tiene entidad. Por esta razón, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega la terminación 'ente'.


Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente de su género.

Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta. Se dice adolescente, no adolescenta. Se dice paciente, no pacienta. Se dice comerciante, no comercianta. Se dice cliente, no clienta.

La Sra. Cristina Fernández de Kirchner, para aquellos que andan atrasados de noticias, es la actual presidente de Argentina. Dilma Rousseff ha recibido las felicitaciones del Presidente García y su Gobierno, como "Presidenta electa", no por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española. Y ahora en Venezuela, El presidente, hace uso de estas barbaridades.

Un mal ejemplo sería: La pacienta era una estudianta adolescenta sufrienta, representanta e integranta independienta de las cantantas y también atacanta, y la velaron en la capilla ardienta ahí existenta.
Qué mal suena ahora Presidenta, ¿no?. Es siempre bueno aprender de qué y cómo estamos hablando.

Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos latinoamericanos, con la esperanza de que llegue a la Casa Pizarro y a Miraflores, para que esos Presidentes hagan buen uso de nuestro hermoso idioma.


Atentamente,

V. Molina
Licenciado en Castellano y Literatura
(y no en Castellana y Literaturo)

miércoles, 22 de marzo de 2023

Poema En Paz, de Amado Nervo

El 21 de marzo se considera el día internacional de la poesía. Por tal motivo quiero compartir uno de mis poemas favoritos:  "En paz", del escritor mexicano Amado Nervo.  

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En Paz.


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!



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Amado Nervo
Poeta y prosista mexicano (1870, Tepic -México-   1919 Montevideo- Uruguay). Su nombre era Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordáz. Fue miembro de la Academia Mexicana.

Amado Nervo.jpgAutor de novelas, ensayos de corte modernista y poemas Tambien es conocido por sus poesías. Inició estudios en ciencias, leyes, en incluso estuvo un tiempo en el seminario porque quería ser clérigo. Tuvo múltiples trabajo y ocupaciones, dentro de las que se destaca la carrera diplomática.

Dentro de sus obras se destacan "Serenidad", "Elevación", "Plenitud", "la amada inmóvil", y en especial el poema que les comparto el día de hoy: " En Paz".

miércoles, 15 de marzo de 2023

Epígrafes en literatura

En varias ocasiones me han preguntado sobre el uso de los epígrafes, y hoy quiero abordar el tema. 

Tengo unos pocos amigos que los utilizan en casi todo lo que escriben. Por el contrario, yo los utilizo muy pocas veces. 

Comencemos primero definiendo lo que es un epígrafe:  

Un epígrafe es una cita breve (generalmente ajena, pero también puede ser propia) que se pone al inicio de un cuento o una novela (incluso, de un capítulo) y que pretende generar en el lector un ambiente propicio para lo que sigue a continuación.  

Un epígrafe puede ser una frase o un verso que 

  • Sirvió de inspiración a la obra.
  • Ofrece claves para que el lector comprenda lo que sigue.
  • Sirve de introducción al texto siguiente.
  • Prepara al lector en un ambiente específico relacionado con la narración que continúa. 
  • Pretende que el lector asocie con otra obra u otro autor. 
Pero hay que tener cuidado con los epígrafes. En el siglo XIX y comienzos del XX, se usaron con mucha frecuencia, y servían para mostrar que el autor del texto era un gran lector y un conocedor de otras obras de la literatura. En el siglo XXI, con el advenimiento del internet, cualquiera puede encontrar con facilidad una cita, y ponerla de epígrafe creyendo que, con ello, da muestras de su erudición. Sin embargo, cuando se interroga al autor sobre el origen de ésta, o cuando se lee el texto, se evidencia que simplemente la copió de cualquier lugar, y en muchas ocasiones, está fuera de contexto. Con cierta frecuencia los epígrafes no guardan relación con el texto siguiente y, más que ayudar, generan sospechas en el lector de si lo que pretendía el autor era dar una falsa imagen de intelectualidad.  

Afortunadamente, muchos epígrafes están muy bien citados, embellecen el texto y lo mejoran. 

El epígrafe suele ponerse debajo del título, antes de la primera oración. Se acostumbra a colocarlo a la derecha, generalmente en letra más pequeña, y con frecuencia, en cursiva. De esta forma queda claro que es un inserto y no hace parte de la obra. 

Mi consejo a quienes lo deseen usar es que valoren muy bien el efecto que tendrá en el lector. Si el epígrafe mejora o aclara el texto, bienvenido. Si es simplemente para pretender ser un intelectual, mi consejo es que se abstengan de usarlo. 

En cualquiera de los casos, usar epígrafe o no, es una decision del autor y solo el lector podrá juzgarlo. 

A continuación, dejo ejemplos de epígrafes con los que comienzan tres cuentos:  En el primer ejemplo Cortázar aporta información útil para comprender su cuento. En el segundo, Villiers cita a un príncipe para anticipar el tema del suyo. En el tercero,  一un cuento de mi autoría, utilizo un fragmento en latín del dies irae (El día de la ira), de la misa de los difuntos requiem , que describe el temor de los pecadores cuando Dios baja juzgar a vivos y muertos. El cuento trata de un hombre que planeó el asesinato de su primo y quedarse con su fortuna. 

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LA NOCHE BOCA ARRIBA

por Julio Cortázar

Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;
le llamaban la guerra florida.

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba.

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ANTONIA

por Villiers de L’Isle Adam

Íbamos a menudo a casa de la Duthé: allí hablábamos
de moral y otras veces hacíamos cosas peores.
-El príncipe de Ligne

Antonia vertió agua helada en un vaso y puso en él su ramo de violetas de Parma:
-¡Adiós a las botellas de vino de España! -dijo.
E, inclinándose hacia un candelabro, encendió, sonriendo, un papelito liado con una pizca de phëresli; este movimiento hizo brillar sus cabellos, negros como el carbón.
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LA HERENCIA

por Carlos Alberto Velásquez Córdoba
(del libro FUGA DE IDEAS)

Quantus tremor est futurus,
Quando Judex est venturus,
Cuncta stricte discurssurus¹.

Disculpe, señor, no fue mi intención asustarlo. Solo pretendía sentarme a descansar un rato. ¿Sabe? En esta época del año hace aquí en España un frío terrible y los músculos se paralizan hasta rebelarse e impedir que mis huesos se muevan.  

¿Cómo dice? Sí, tiene usted razón: no soy de aquí. Es usted muy observador....

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  1.               ¡Grande será el temor 
cuando aparezca el justo Juez 
a pedir cuentas de lo que hemos hecho!

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miércoles, 8 de marzo de 2023

Basura. Cuento de Luis Fernando Verísimo

En muchas oportunidades he hablado de la diferencia entre decir y mostrar.  Con frecuencia, los narradores dicen, pero los personajes muestran.  

Esta semana les traigo un cuento de un escritor brasileño, Luis Fernando Veríssimo, titulado “Basura”, que desde mi humilde concepto, es una verdadera obra de arte porque prácticamente el narrador es invisible.  Se limita a dar solo la primera frase y deja que los personajes lo cuenten todo, en un diálogo que es completamente fluido.

Espero les guste.

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Basura 

 

Se encuentran en el área de servicio. Cada uno con su bolsa de basura. Es la primera vez que se hablan. 
- Buenos días... 
- Buenos días. 
- La señora es del 610 
- Y, el señor del 612 
- Sí. 
- Yo aún no lo conocía personalmente... 
- De hecho... 
- Disculpe mi atrevimiento, pero he visto su basura... 
-¿Mi qué? 
- Su basura. 
- Ah... 
- Me he dado cuenta que nunca es mucha. Su familia debe ser pequeña... 
- En realidad sólo soy yo. 
Mmmmmm. Me di cuenta también que usted usa mucha comida enlatada. 
- Es que yo tengo que hacer mi propia comida. Y como no sé cocinar. 
- Entiendo. 
- Y usted también... 
- Puede tutearme. 
- También perdone mi atrevimiento, pero he visto algunos restos de comida en su basura. Champiñones, cosas así... 
- Es que me gusta mucho cocinar. Hacer platos diferentes. Pero como vivo sola, a veces sobra... 
- Usted... ¿Tú no tienes familia? 
- Tengo, pero no son de aquí. 
- Son de Espírito Santo.  
-¿Cómo lo sabe? 
- Veo unos sobres en su basura. De Espírito Santo. 
- Claro. Mi madre me escribe todas las semanas. 
-¿Ella es profesora? 
-¡Esto es increíble! ¿Cómo adivinó? 
- Por la letra del sobre. Pensé que era letra de profesora. 
- Usted no recibe muchas cartas. A juzgar por su basura. 
- Así es. 
- Pero, el otro día tenía un sobre de telegrama arrugado. 
- Así fue. 
-¿Malas noticias? 
- Mi padre. Murió. 
- Lo siento mucho. 
-Él ya estaba viejito. Allá en el Sur. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. 
-¿Fue por eso que volviste a fumar? 
-¿Cómo es que sabes? 
- De un día para otro comenzaron a aparecer paquetes de cigarrillos arrugados en su basura. 
- Es cierto. Pero conseguí dejarlo de nuevo. 
- Yo, gracias a Dios, nunca fumé. 
- Ya lo sé. Pero he visto unos vidriecitos de pastillas en su basura... 
- Tranquilizantes. Fue una fase. Ya pasó. 
-¿Peleaste con tu pololo, no es verdad? 
-¿Eso, también lo descubriste en la basura? 
- Primero el buqué de flores, con la tarjetita, tirado en la basura. Después, muchos pañuelitos de papel. 
- Es que lloré mucho, pero ya pasó. 
- Pero incluso hoy vi unos pañuelitos... 
- Es que estoy un poquito resfriada. 
- Ah. 
- Veo muchos crucigramas en tu basura. 
- Claro. Sí. Bien. Me quedo solo en casa. No salgo mucho. Tú me entiendes. 
-¿Polola? 
- No. 
- Pero hace unos días tenías una fotografía de una mujer en tu basura. Parecía bonita. 
- Estuve limpiando unos cajones. Cosa del pasado. 
- No rasgaste la foto. Eso significa que, en el fondo, tú quieres que ella vuelva. 
-¡Tú estás analizando mi basura! 
- No puedo negar que tu basura me interesó. 
- Qué divertido. Cuando escudriñé tu basura, decidí que quería conocerte. Creo que fue la poesía. 
-¡No! ¿Viste mis poemas? 
- Vi y me gustaron mucho. 
- Pero, ¡si son tan malos! 
- Si tú creías que eran realmente malos, los habrías rasgado. Y sólo estaban doblados. 
- Si yo supiera que los ibas a leer... 
- Sólo no los guardé porque, al final, los estaría robando. Si bien que, no sé: ¿la basura de la persona aún es propiedad de ella? 
- Creo que no. Basura es de dominio público. 
- Tienes razón. A través de la basura, lo particular se vuelve público. Lo que sobra de nuestra vida privada se integra con las sobras de los demás. La basura es comunitaria. Es nuestra parte más social. ¿Esto será así? 
- Bueno, ahí estás yendo harto lejos con la basura. Creo que... 
- Ayer, en tu basura... 
-¿Qué? 
-¿Me equivoqué o eran cáscaras de camarón? 
- Acertaste. Compré unos camarones enormes y los descasqué. 
-¡Me encantan los camarones! 
- Los descasqué, pero aún no los comí. Quien sabe, tal vez podamos... 
-¿Cenar juntos? 
- Por qué no. 
- No quiero darte trabajo. 
- No es ningún trabajo. 
- Pero vas a ensuciar tu cocina. 
- Tonterías. En un instante limpio todo y pongo los restos en la basura. 
-¿En tu basura o en la mía? 




 

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Basura, título original "Lixo", cuento de Luis Fernando Veríssimo, incluido en su libro de crónicas y cuentos O Analista de Bagé e, posteriormente, antologado en O Novo Conto Brasileiro por Malcolm Silverman (Rio de Janeiro, Nova Fronteira, 1985). 

Traducción de Paula Vera. 

miércoles, 1 de marzo de 2023

El beso de la muerte. Cuento de Laura Arango

 Esta semana les traigo un cuento de una de las promesas de las letras colombianas, la escritora Laura María Arango Restrepo, con la quien comparto el placer de estar en dos talleres literarios. 


El cuento que traigo a continuación fue publicado en la Antología Relata 2022, la cual pueden descargar haciendo clic en el enlace. 


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EL BESO DE LA MUERTE

Laura María Arango Restrepo



Sentado, con las manos sobre mis rodillas, cansado de la mierda que era mi vida, decidí llamarla.

Éramos viejos amigos. Nos habíamos conocido unos dieciocho años atrás cuando por diez días nos dedicamos a tomar café y jugar cartas, mientras mi cuerpo aguantaba pegado a un ventilador en una cama de cuidados intensivos; en esa ocasión habíamos apostado mi alma en la baraja. La muerte era buena jugando al póker, pero yo también; aunque sospecho que realmente me dejó ganar todas las partidas para no perder a su contrincante. Cuando el juego iba en mi contra y todos los monitores empezaban a sonar, mientras un desfile de enfermeras y galenos llenaban el pequeño cubículo para empezar mi reanimación, ella suspendía el juego por el alboroto y regresaba al día siguiente a pasar tiempo conmigo.

Esa primera vez tenía cuarenta años, estaba pasando por una crisis existencial y mi moto nueva me había llevado a chocarme a toda velocidad contra un poste de la luz. La vi como una dama de negro, parada junto a la ambulancia, curiosa ante unos ojos que la miraban sin temerle. Me sonrió. 

Luego, en el quirófano, la vi sentada junto a la máquina de anestesia, divertida, moviendo botones y perillas, mientras la conmoción reinaba en la sala entre dosis de adrenalina y compresiones a mi tórax. Justo allí me retó al primer duelo, acepté… No tenía nada que perder.

No hablaba mucho, era misteriosa, lúgubre. Decidí que distraerla debía ser la estrategia para conservar mi corazón latiente al menos por unos minutos más y, así, sobreviví a la cirugía de control de daños y a otras tres más durante mi estancia en el hospital. Verla, de algún modo, me reconfortaba; ella era una presencia más o menos constante y extrañamente amistosa en esos días de viajes oníricos entre elefantes terroríficos y pájaros rabiosos producidos por la mezcla entre mi imaginación y los medicamentos.

Con los años me había hecho propenso a sufrir accidentes, fracturas, y a necesitar procedimientos quirúrgicos bajo anestesia general. Siempre sospeché que ella me citaba para vernos en ese plano en el que la vida pende de un delgado hilo, y no negaré que me regocijaba al verla.

Me enamoré de nuestros encuentros tan nutridos de historias, con una calma y un goce que no hallaba en otro lugar. A veces aprovechaba para tomar sus manos frías, de pálida belleza, y contemplar el brillo de sus ojos color hielo. Entonces, ella soltaba una sonrisa en esa cara de geisha con la que se presentaba ante mí.

En los últimos cinco años, sin embargo, nuestra relación había cambiado. Cuando todo lo posiblemente extirpable, suturable y curable ya había sido hecho por los médicos en mi cuerpo (que más parecía un retazo), mi amante famélica me envió un cáncer, lento y doloroso, que aseguraba muchas visitas a mi lecho. No pude perdonárselo…

El diagnóstico llegó tarde; esa era su intención, ¡lo sé! El escamocelular de mi cara ya había invadido muchas estructuras, y la quimioterapia y la radioterapia solas no surtían efecto. El cirujano me llevó a un procedimiento radical: extirpó mi ojo derecho, el párpado, el canal auditivo, la oreja, media lengua, media boca… media cara. El dolor y la rabia no me permitían mirarme al espejo, ni tirar a los dados en el mismo tablero o beber del mismo café.

Se notaba arrepentida, pero el daño era irreparable. Dejó de visitarme. El cáncer se detuvo, pero mi vida era un desastre. Las heridas no sanaban, el dolor no se paliaba. Era un discapacitado visual, auditivo, emocional. No encontraba trabajo, vivía de la mísera pensión de invalidez, al lado de una mujer que mi exesposa pagaba para que me cuidara.

Enamorarme de la muerte y luego pretender olvidarla, había sido mi condena. Estaba atado a una vida desastrosa y ella no vendría a rescatarme.

Tres intentos de suicidio fallidos y dos sepsis severas a las que sobreviví, a pesar de no ser llevado a la unidad de cuidados intensivos, me lo demostraron.

Así que esa noche la llamé, usé todas mis fuerzas. Puse sal, encendí velas y quise matar a mi perro, ¡por él sí iba a venir! Mientras sostenía el cuchillo en mi mano derecha y lloraba junto al animal que lamía mi mano izquierda, la vi. Estaba parada en el rincón de la puerta, con esa mirada de la primera vez. Me lanzó una fría sonrisa y me pidió que bajara la hoja. Aún no era el tiempo de Kaiser.

Quitó las vendas de mi rostro, la vi conmoverse… Yo estaba incompleto, envejecido, vencido. La podredumbre emanaba de mis tejidos, pero también de mi alma, de mi corazón. Me miró. Me pareció que se sentía culpable y que ese amor que algún día tuvimos permanecía intacto en ella.

—Por ti se me ha prohibido volver a entablar relación con los humanos —dijo con severidad—. Dicen que me encarnicé contigo… probablemente tengan razón —se detuvo por un momento—, por favor perdona este amor que te ha hecho tanto daño.

Asentí y rogué con mi mirada para obtener también su perdón…

Tomó mi mano, sostuvo mi mentón y con un beso aspiró mi escasa vida. Luego acarició a mi perro en el lomo, que se quedó echado entre pequeños sollozos junto a mi cadáver.






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Laura María Arango Restrepo


(Medellín, Antioquia, 1988). Nació rodeada de una familia amorosa y extensa. Pasó los primeros años de su infancia en Bogotá. Regresó en 1998 a su ciudad natal, donde se radicó desde entonces. Médica general de la Universidad de Antioquia, egresada en 2012, ejerce sus labores en un servicio de urgencias de alta complejidad. Esposa de otro galeno y madre de un niño de cuatro años, Lucas, con quien comparte la pasión de crear historias. 

La pandemia le brindó el tiempo para volver a enfocarse en sí misma y reencontrarse con el placer de escribir; desde entonces participa en dos talleres literarios de la Red Relata: el Taller de Comedal, con Luis Fernando Macías, y el Taller de Historias, con Carlos Alberto Velásquez. Hizo su primera publicación en 2021 con la Editorial Libros para Pensar en una antología llamada Eso es puro cuento. El cuento “El beso de la muerte” está inspirado en el primer paciente que le solicitó la eutanasia. La autora tiene varios cuentos escritos y se encuentra trabajando en un proyecto de novela que tiene como nombre Al otro lado de mí.


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