Taller de Creación Literaria de la Editorial Libros para Pensar

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Taller Crea-Acción Literaria de la Editorial Libros para Pensar

miércoles, 1 de junio de 2022

Caracterización de personajes

 Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba.



Hay dos formas de conocer un personaje literario: La primera es a través de lo que el narrador cuente sobre él. Por ejemplo, si es alto o bajo, si es gordo o delgado, bueno o malo, violento o apacible; si la heroína es rubia o morena, si es humilde u orgullosa. 

La otra forma es a través de pistas que va dejando el escritor a lo largo de la acción. "Milena, con manos temblorosas, se alisó el vestido antes de darle una respuesta a Rubén". En este caso no estamos describiendo directamente a la mujer, sino que mientras transcurre la historia vamos dejando migajas que ayudarán al lector a hacerse una idea de cómo es Milena. En esta corta frase ya tenemos pistas de que la mujer está haciendo tiempo, está nerviosa o ansiosa y duda de la respuesta que debe dar. (El autor no lo dice, pero lo muestra).

A la técnica por la cual hacemos que el lector conozca las características físicas y psicológicas del personaje se le conoce como caracterización

Hay que dejar claro que una cosa es la descripción (aspecto físico) y otra la caracterización. En la caracterización se enfatiza en la forma de ser del personaje. 

La forma más fácil de caracterizar es a través del modo directo (Caracterización directa). En ella el narrador describe a su personaje sin rodeos.  Pongamos como ejemplo de caracterización directa el comienzo de la versión de Charles Perrault del cuento folclórico “La Cenicienta“:

Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo. El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.

En este párrafo el autor nos dice que la segunda esposa de su personaje es “altanera y orgullosa”, que las hijas de la mujer son iguales a ella (“por el estilo”), y que la hija del hombre es de “una dulzura y bondad sin par”, que había heredado de su madre.

Observen que el narrador es quien nos dice cómo es el personaje que debemos imaginar. Lo dice él mismo, y no tenemos que intuirlo nosotros.

Pero hay otra forma de mostrar un personaje, (y hago énfasis en el palabra "mostrar"). En la caracterización indirecta, no es el narrador quien "dice" cómo es el personaje, sino que el lector lo debe descubrir a través de las pistas que la narración nos da, y para ello debe echar mano de la acción que sucede dentro del relato.

Como ejemplo de caraterización indirecta, les traigo un fragmento del cuento "El gato negro" de Edgar Allan Poe.

Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoniaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.

Observen que Poe no "dice" cómo es el personaje, sino que lo "muestra" magistralmente: lo pone a actuar, haciendo que el lector sea testigo de las acciones, pensamientos o palabras, y pueda concluir cómo es el protagonista de esta historia sin que un narrador se lo cuente. 


No es posible decir cual técnica es mejor.  Sin embargo, en mi concepto, es preferible "mostrar" que "decir". Cuando el escritor nos hace testigos de la escena es más impactante que cuando simplemente nos dice lo que el quiere que sepamos. 

Si desea mostrarnos que el personaje es buen hijo con su madre puede plantearnos una escena en que la cuide durante una enfermedad, o puede, simplemente, decirnos que era un  hijo cariñoso. Personalmente, estoy inclinado a comprometerme más con la primera historia que con la segunda. Por eso coincido con la mayoría de expertos en que la caracterización indirecta es mucho más efectiva.

¿Y cuando usar una u otra?  Eso depende de la intencionalidad del autor y de la importancia del personaje. Imaginen que en el cuento de Perrault de La Cenicienta hicieramos una caracterizacion indirecta del cochero que la lleva al palacio, del rey, de cada uno de los pajes... sería una historia aburridísima (y larga).  Se sugiere que la caracterización indirecta se use para los personajes más importantes de un cuento o una novela, aquellos que necesitamos conocer con mayor profundidad.

Si se trata de un personaje de poca importancia puede ser preferible usar la caracterización directa porque es más económica, requiere menos espacio. Basta con decir que el cochero era un hombre amable o que los pajes eran obedientes y el lector queda plenamenente satisfecho con esa información.  

En conclusión, un buen escritor deberá escoger la mejor forma de caracterizar a sus personajes y mantener un equilibrio entre lo que hay que "mostrar" y lo que simplemente hay que "decir".



miércoles, 25 de mayo de 2022

El escritor y la ciudad o acerca de escribir en Medellín.

El siguiente artículo, escrito por  Emilio Alberto Restrepo, fue finalista en el XIV Premio de Periodismo Regional en la modalidad de Mejor trabajo de opinión. 

A continuación lo trascribimos, dejando constancia de que su autor autorizó su publicación.  hacemos también reconocimiento a la revista Cronopio, de donde se extrajo el texto y sus imágenes. 

Agradecimientos especiales a Emilio por el esfuerzo de hacer visibles a los nuevos escritores regionales.
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EL ESCRITOR Y LA CIUDAD O ACERCA DE ESCRIBIR EN MEDELLÍN

Por Emilio Alberto Restrepo*

«He llegado a comprender que escribir y contar la Ciudad,
más que un derecho, es un deber».

Se supone que los grandes hombres cambian el mundo con sus gestas heroicas o sus decisiones siempre trascendentes. O con sus inventos ingeniosos o con sus creaciones monumentales. Eso es innegable y gracias a ellos gozamos de una modernidad pletórica en comodidad y desarrollo tecnológico. De hecho, escribo estas notas en un ordenador que me corrige automáticamente la ortografía y no con una pluma de ganso sobre un papiro con tinta extraída de las frutas. Y lo guardo en una especie de nube que está en ninguna parte y lo abro días después desde otra ciudad en otro computador o en un teléfono desde el cual sigo escribiendo en la misma frase en donde la dejé. Eso en sí mismo es impresionante (no niego que me sigue causando un asombro que va más allá de mi entendimiento), sobre todo cuando evocamos cómo escribieron sus obras maestras Dante o Bocaccio, o hasta el temprano García Márquez o Borges, cuando un solo error les implicaba reescribir por completo la página para tener un original limpio y corregido a la altura de su rigor.

Pero el mundo no está compuesto tan solo de grandes hombres, de hecho, son una notoria y selecta minoría, una exclusiva élite que hace parte de un porcentaje extremadamente reducido que destaca por un brillo que hace contraste con la gran masa más bien opaca que respira y transpira a su alrededor.

Por cada premio nobel de literatura existimos docenas de miles de escritores con mística y compromiso que sabemos que no lo vamos a ganar nunca y que rodamos por el mundo sin el lastre de pensar que lo tenemos que ganar o el resentimiento o la frustración por no lograrlo. En ese sentido, afortunadamente, volamos ligeros de equipaje. Pero estamos aquí por un propósito y escribimos con una dedicación y una responsabilidad que van mucho más allá de la coronación de una gloria que sabemos imposible.

Es claro: estamos ahí para dar testimonio de una época, de una ciudad, de una manera de pensar y de asumir el mundo. Aunque no quepamos en ninguna clasificación ni nos defina ningún «ismo» o ni nos congregue alguna tendencia, aunque ni siquiera nos conozcamos entre nosotros, hacemos parte de un colectivo un tanto difuminado y difuso, pero con una solidez conceptual férrea y coherente, que tenemos por encargo dejar memoria literaria, o histórica o antropológica, o simplemente anecdótica de nuestro entorno y del tiempo que nos tocó en suerte —o en desgracia, cada cual lo asume y lo cuenta a su manera—, vivir y contar.

Porque hay algo que sigue imperturbable a pesar del desarrollo tecnológico: la necesidad de contar historias. Puede que haya cambiado la forma de hacerlo, evolucionando desde el relato oral alrededor del fuego que calentaba la caverna hasta los desarrollos que nos obnubilan en nuestra modernidad, en la que un adelanto cada vez más sorprendente complementa o reemplaza al anterior en el vértigo del día a día. Pero la unidad fundamental, el que cuenta y el que recibe la historia, el triángulo de emisor, receptor y mensaje, sigue siendo el eje inmodificable del arte de narrar.

Eso somos los escritores de Medellín, para eso estamos y ese es nuestro compromiso.

En los preámbulos de un encuentro académico convocado por la Personería de Medellín, conversábamos con otros escritores sobre el auge que está tomando la narrativa en los nuevos escritores colombianos y, particularmente, en nuestra región antioqueña, en donde es prácticamente un fenómeno masivo, con varios hechos que lo sustentan: lo primero, constatar que en la convocatoria de Becas del Municipio de Medellín en 2017 hubo una participación masiva de escritores, y eso que la cita era para solo residentes en la capital. Les resumo: 75 propuestas de libro de poesía, 52 de libro infantil, 15 para novela gráfica o comic, 39 para libro de cuentos, 51 para novela, 19 para dramaturgia, 19 para libro de ensayo crítico en artes [1]. Miro con complacencia las cifras de propuestas de libros inéditos, recogidas en poco menos de un mes y concluyo: aún tenemos esperanza. Hay que tener en cuenta que también hubo muchos que no se enteraron, otros que no les interesó y otros que no aunaron el material o no recogieron la papelería. Eso habla de la buena salud de la literatura en nuestro departamento o por lo menos en Medellín. La convocatoria de la gobernación presenta un comportamiento similar [2]. Hagan cuentas, apliquen filtros de calidad y eso nos da que, de 270 libros propuestos, mínimo hay de 100 a 150 dignos de ser publicados y leídos, pero que desafortunadamente nunca verán la luz, excepto por los ganadores, que no pasan de 7 a 10. Esa es la triste realidad actual de las letras antioqueñas. Mucho talento, poca difusión. Muchas ganas, poco apoyo; además, en una convocatoria reciente de cuento sobre Medellín, se presentaron casi 11.000 (¡once mil!!!!) cuentos en poco más de un mes [3].

Eso no es gratuito, tiene profundas bases en nuestra manera de ser y de ver el mundo.

Lo que pasa es que venimos de una ciudad marcada por el ritmo frenético que en algún momento nos impuso la violencia, que nos cambió el talante para siempre y nos talló el espíritu modificándonos la forma de ver la vida. Acaso, también, robándonos un poco la inocencia, pero sometiéndonos al vaivén sin freno del día a día. Y no trato de revindicar el lugar común del tan cacareado «empuje paisa», que por lo demás, fuera de cosas buenas es posible que explique mucho de lo malo y ruin que suele identificar nuestra idiosincrasia, que puede o no tener algo que ver con ello, sino con toda una generación que creció paralela al narcotráfico, a la delincuencia, al convivir diariamente con la muerte y la violencia, en un entorno que, con justicia y parafraseando a Soda Estéreo, ya se conoce como «La ciudad de la Furia».

Una ciudad marcada de manera profunda por la crónica, por la tradición oral fuertemente reforzada desde la familia, con una necesidad de contar historias en todos los ámbitos de la cotidianidad, bien sea para hacer negocios, para ejercer la política, para matar el tiempo, para fanfarronear, para vender, para hacer reír o para enamorar. Además, el ritmo loco de nuestra ciudad nos llena de relatos que nos abruman a diario y que a los de otras ciudades los asombran por lo increíbles o, aún, por lo francamente inverosímiles para ellos, por no estar enseñados a vivir este carrusel loco de situaciones salidas de la monotonía.

Porque somos la sumatoria de mil anécdotas diarias, recurrentes y contradictorias, de vidas truncadas muchas veces sin justificación o sin razón aparente, sumidas en hechos de violencia extrema, de ingeniosas modalidades delictivas, de los pillos más malos y las almas más generosas, de los pobres más vergonzantes e indigentes y de las fortunas más estrafalarias, de la ciudad que en alguna época se identificaba con el mayor número de muertes violentas en el mundo, de los hospitales con más casos de heridos y accidentados que hace que incluso vengan practicantes de medicina de todo el mundo a rotar por aquí, de las modelos más lindas y exitosas y los barrios más marginales y pauperizados.

Así como hay cientos de sicarios, hay cientos de seminaristas, decenas de estudiantes de posgrado y miles de damas voluntarias. Somos una ciudad de extremos; no hay puntos medios y eso se nota en las voces, en los cuentos, en las historias, en ese ritmo loco para inventar leyendas urbanas, para poner a rodar un chisme, para ensalzar a un político o para acabar con una honra. Y la gente trabaja y se la rebusca y se ríe de sí misma, y conversa y escribe.

Aquí todo da tema. Distamos mucho de ser una ciudad intermedia tranquila y reposada en donde todos se mueren de viejos y no hay espacios para las sacudidas o para los movimientos bruscos de la rutina, atragantados con las babas secas de sus propios bostezos de dinosaurio. Y eso se nota en el movimiento cultural, en los grupos de teatro, en la cantidad de agrupaciones musicales aficionadas, en el festival de poesía pluricultural y masivo, en las salas de cine a reventar, en las revistas literarias, en los talleres de creación, en los tertuliaderos, en los conversatorios, en los gomosos que sin apenas recursos filman sus propios cortos y escriben sus guiones sin saber si algún día rodarán sus largometrajes.

Y la gente está escribiendo, está creando, se está defendiendo un poco de la malevolencia reivindicando el espíritu, documentando la memoria urbana, dejando constancia de la lucha por la supervivencia en la recuperación escrita de la evidencia de la época en que nos tocó vivir. Y, ante lo contundente del ritmo urbano y lo vertiginoso del quehacer en el arte de conversar la vida y sobrellevar la existencia, se imponen como armas el humor, la narración (oral o escrita) entretenida y eficaz, el picante, la caricaturización del hecho cotidiano.

Pintamos y recreamos hechos dolorosos y contundentes, en una ciudad que sobrevive a un ritmo sin pausa, con personajes contradictorios y conflictivos que se rozan una y otra vez, a veces sin conocerse, pero interactuando en la dinámica de una urbe que no se detiene nunca, protegidos de su propia desventura con el humor, con las obsesiones, con el odio, con el amor, con las pasiones, con el deseo de venganza, etc.

Pero el hecho de que un significativo y esperanzador porcentaje de la población se muela el cacumen al tallar letras en vez de obturar gatillos, no garantiza que estamos ya al otro lado del sufrimiento o que seamos una especie de oráculo o un nirvana intelectual o un parnaso de mentes privilegiadas que duermen en sus laureles, ahítos y satisfechos mientras tocan la lira. Son esfuerzos aislados y la mayoría de las veces individuales que se tropiezan de frente contra la falta de apoyo de la empresa privada, contra la indiferencia estatal y contra el más obstinado de los anonimatos a que nos somete la estructura centralista y excluyente de los círculos intelectuales y editoriales que solo giran en torno a Bogotá, ignorando por completo lo que se hace en «provincias», como se denomina a todo lo que se salga del diámetro del Distrito Capital.

Sobre este aspecto hay una reflexión interesante que concita un artículo publicado en el portal www.las2orillas.co titulado «La Antioquia literaria es más que dos escritores», en el cual el periodista Jhon Fredy Vásquez reflexiona sobre la invisibilidad de los escritores antioqueños en el país y el continente, contrastada con su calidad literaria y su gran producción, aun en contra de la prensa y los circuitos de distribución, que los ignoran sistemáticamente. Cito a Vásquez:

«Dos hechos recientes, me llevaron a una reflexión: La muerte de José Gabriel Baena, y el premio Rómulo Gallegos, otorgado a Pablo Montoya. En ambos casos, el desarrollo de la noticia mostraba que cada uno tenía una gran obra forjada letra a letra, durante muchos años de escritura silenciosa y disciplinada. Casi diez libros cada uno, títulos que solo salieron al conocimiento público, cuando fueron mencionados en los grandes medios, como en este caso, y suele suceder, por muerte, o galardón. Es decir, morirse, o triunfar afuera para hacerse visibles, es decir, leídos». [1]

Y continúa el autor:

«Toda una cantera de autores escribiendo libros que vale la pena conocer, para ser leídos. Vale la pena entonces, verificar el papel de la prensa, y las revistas culturales. La cohesión de este importante nicho de la industria cultural, entre las editoriales, las iniciativas particulares, y los programas de estado.

Autores que llevan años desgastándose en autoediciones, en búsqueda de apoyos, fondos universitarios de tirajes y promoción exigua. Escenarios insuficientes, limitados, muchas veces inapropiados, para la abundante calidad creativa, de los escritores antioqueños.

El esfuerzo vale la pena, hay que pensar en conjunto, unir esfuerzos; trascender las fronteras del anonimato y la indiferencia; releernos como país, promover no sólo la producción literaria, sino el fomento de la lectura, porque materia prima hay, y en abundancia; sólo es que el producto, pueda alcanzar a su público».

Es verdad que en Antioquia se escribe mucho y muy bien, pero solo sobresalen, por asuntos de prensa y marketing, los nombres de Héctor Abad y Jorge Franco, y ahora Pablo Montoya, por los galardones conseguidos. Muy bien por ellos, que son tres talentosos, consagrados y estudiosos escritores que han logrado posicionarse gracias a su gran calidad literaria, pero sobre todo gracias al reconocimiento de los medios y al apoyo de las grandes editoriales, amén de los premios que han conquistado con justicia y los han hecho reconocidos. El artículo antes citado hace notar que antes del Premio Rómulo Gallegos de Montoya, el autor había escrito más de 10 libros, y solo la circunstancia del galardón lo hizo visible, reeditado, entrevistado y multicitado. Es real que el resto de los referidos por Vásquez duerme en las tranquilas aguas del anonimato, pero no solo ellos, hay muchos más, con al menos 3 libros publicados y un desconocimiento total por parte de los lectores. Se me ocurre citar a Memo AnjelLuis Fernando MacíasJaneth Posada, Jaime Restrepo Cuartas, David Betancourt, Emperatriz Muñoz, Reinaldo SpitalettaDarío Ruiz, John Saldarriaga, Juan Diego Mejía, Elkin RestrepoSaúl ÁlvarezCésar Alzate, Carlos Agudelo, Enrique Posada, Carlos Velásquez, Juan David Pascuales, Esteban Carlos Mejía, Luis Miguel Rivas y los portentosos críticos de cine Juan Carlos González y Orlando Mora, todos ellos con al menos 3 libros publicados, ganadores en convocatorias y muy leídos en ambientes universitarios y académicos, casi underground en ocasiones, pero desconocidos de un gran público que merece conocer sus obras y que muchas veces las tiene porque las fotocopia o las baja de blogs o páginas de Internet, no porque las consiga en librerías o las vea reseñadas en portales y revistas literarias.

* * *

Mi propuesta es que las revistas o los portales o los magazines culturales de radio y TV se tomen el trabajo de hacerle un seguimiento a este inventario de ilustres desconocidos, que los entrevisten y le permitan al público conocer esa gran obra que ruge bajo el subsuelo de lo comercial, que las editoriales ojalá se abrieran a darles la oportunidad de conocer su obra inédita y mucha de la que valdría la pena reeditar, pues murieron en autoediciones precarias o en editoriales independientes ya quebradas; que se hagan concursos, premios y convocatorias para publicar sus obras, que los fondos editoriales de las universidades dediquen un capítulo a la publicación y promoción de los valores locales para proyectarlos a nivel nacional e internacional, sin complejos de inferioridad. Estoy convencido de que allí hay todo un filón literario de alto potencial comercial.

Por ejemplo, si multinacionales como Planeta, Penguin Random House, Ediciones B o Panamericana, solo por citar algunas, hicieran una serie de autores antioqueños, con varios números y diferentes autores al año, en ediciones populares y asequibles y negociaran con la Secretaría de Educación o de Cultura Ciudadana o con el Ministerio de educación y los distribuyeran en colegios y universidades, todos ganan, los libros circulan, se estimula la lectura y el dinero corre. No se trata de volverse rico, se trata de tener la oportunidad de leer y ser leído, de apoyar la creación local, de generar oportunidades culturales y comerciales, de dignificar un oficio, de generar memoria histórica.

Creo que hay que apoyar este momento especial para hacer el aporte a la paz desde la creación y la cultura. Hay muchas historias esperando ser contadas, pero se necesita apoyo gubernamental y privado. Calidad hay, y mucha, pero espera ser descubierta y apoyada. Y eso que el gobierno, en cabeza del Mincultura, de la Secretaría de Cultura Ciudadana y de la Gobernación tienen sus convocatorias anuales, abiertas, democráticas, incluyentes y, que se sepa, transparentes, que le dan una salida parcial y limitada al problema de la edición y publicación con apoyo económico. Y los escritores lo agradecemos y valoramos, pero sentimos que no es suficiente…

Pero mientras ese estado utópico llega, los escritores debemos estar ahí, pluma en ristre, siguiendo en lo que nos ocupa, hablando de lo que sabemos, explorando sobre lo que ignoramos, generando hipótesis sobre lo que no entendemos, para tratar de darle cuerpo a un imaginario literario que nos permita conocernos mejor, dejando la impronta escrita de un universo para que las generaciones que nos van a suceder tengan elementos de análisis para afrontar el entorno que heredaron, para que entiendan nuestros motivos, nuestras angustias y todas las circunstancias que nos llevaron a ser como somos.

Es una de las funciones del arte, y por ende de la literatura y la creación: sembrar un rastro de memoria que deje constancia de una época y de un entorno que vayan mucho más allá del entretenimiento o la contemplación estética, que también se necesitan, llevando a la reflexión, a la indagación por nuestras raíces, al entendimiento de las razones de nuestra estructura vital.

* * * *

Sobre la columna Callada Presencia: Acudiendo al poder sanador de la literatura y las bellas artes, me di cuenta de que hay posibilidad de redención: se puede aspirar en vida al paraíso…

REFERENCIAS:

[1]. https://convocatoriasculturamedellin.com/#/convocatoria/beca-de-creacion-libro-de-poesia-2017/

https://convocatoriasculturamedellin.com/#/convocatoria/beca-de-creacion-cuento-poesia-novela-corta-u-otros-generos-de-literatura-infantil-y-juvenil-2017/

https://convocatoriasculturamedellin.com/#/convocatoria/beca-de-creacion-libro-de-cuentos-2017/

https://convocatoriasculturamedellin.com/#/convocatoria/beca-de-creacion-en-novela-2017/

https://convocatoriasculturamedellin.com/#/convocatoria/beca-de-creacion-en-dramaturgia-2017/

https://convocatoriasculturamedellin.com/#/convocatoria/beca-de-creacion-de-cuentos-para-autor-de-larga-trayectoria-2017/

[2]. https://www.culturantioquia.gov.co/index.php/component/zoo/item/abierta-convocatoria

[3]. https://www.medellinen100palabras.com/ https://www.comfama.com/contenidos/Noticarteleras/20180810/10834-cuentos-llegaron-a-medellin-en-100-palabras.aspweb/

[4]. Jhon Fredy Vásquez La Antioquia literaria es más que dos escritores. El departamento es cuna de grandes narradores que están silenciados. Tomado del Portal https://www.las2orillas.co/la-antioquia-literaria-es-mas-dos-escritores/ Julio 22, 2015

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El texto anterior fue reproducido con permiso del autor. 

Se conceden los créditos a la Revista Cronopio

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Emilio Alberto Restrepo. Médico, especialista en Gineco-obstetricia y en Laparoscopia Ginecológica (Universidad Pontificia Bolivariana, Universidad de Antioquia, CES, Respectivamente). Profesor, conferencista de su especialidad. Autor de cerca de 20 artículos médicos. Ha sido colaborador de los periódicos la hoja, cambio, el mundo, y Momento Médico, Universo Centro. Tiene publicados los libros «textos para pervertir a la juventud», ganador de un concurso de poesía en la Universidad de Antioquia (dos ediciones) y la novela «Los círculos perpetuos», finalista en el concurso de novela breve «Álvaro Cepeda Samudio» (cuatro ediciones). Ganador de la III convocatoria de proyectos culturales del Municipio de Medellín con la novela «El pabellón de la mandrágora», (2 ediciones). Actualmente circulan sus novelas «La milonga del bandido» y «Qué me queda de ti sino el olvido», 2da edición, ganadora del concurso de novela talentos ciudad de Envigado, 2008. Actualmente circula su novela «Crónica de un proceso» publicada por la Universidad CES. En 2012, ediciones b publicó un libro con 2 novelas cortas de género negro: «Después de Isabel, el infierno» y «¿Alguien ha visto el entierro de un chino?» En 2013 publicó «De cómo les creció el cuello a las jirafas». Este libro fue seleccionado por Uranito Ediciones de Argentina para su publicación, en una convocatoria internacional que pretendía lanzar textos novedosos en la colección «Pequeños Lectores», dirigido a un público infantil. Fue distribuido en toda América Latina. Ganador en 2016 de las becas de presupuesto participativo del Municipio de Medellín, con su colección de cuentos Gamberros S.A. que recoge una colección de historias de pícaros, pillos y malevos. Con la Editorial UPB ha publicado desde 2015 4 novelas de su personaje, el detective Joaquín Tornado. En 2018 publicó su novela «Y nos robaron la clínica», con Sílaba editores.

Blogs: www.emiliorestrepo.blogspot.comwww.decalogosliterarios.blogspot.com

Serie de YouTube Consejos a un joven colega.

Cuentos Leídos por el autor: https://emiliorestrepo.blogspot.com/2015/06/cuentos-leidos.html

Twitter: @emilioarestrepo

miércoles, 18 de mayo de 2022

Decálogo para cuentistas: Julio Ramón Ribeyro

 Decálogo para cuentistas.


Julio Ramón Ribeyro

1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector pueda a su vez contarlo.

2. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada, y si es inventada, real.

3. El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.

4. La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no sirve como cuento.

5. El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin aspavientos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.

6. El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.

7. El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.

8. El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.

9. En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.

10. El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.

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Julio Ramon Ribeyro Zúñiga fue un escritor peruano, considerado uno de los mejores cuentistas de la literatura latinoamericana. Nacido en Lima Perú en 1929 y fallecido en la misma ciudad  en 1994.  Ganador del premio Juan Rulfo.         


miércoles, 11 de mayo de 2022

Ser escritor, según Abelardo Castillo

 A continuación una recopilación de textos que encontré en la red.  Se trata de una serie de consejos dados por Abelardo Castillo para ser escritor. 





PARA SER ESCRITOR

- Podrás beber, fumar o drogarte. Podrás ser loco, homosexual, manco o epiléptico. Lo único que se precisa para escribir buenos libros es ser un buen escritor. Eso sí, te aconsejo no escribir drogado ni borracho ni haciendo el amor con la mano que te falta ni en mitad de un ataque de epilepsia o de locura.

- Un albañil puede habitar la casa que construye, decía más o menos Sartre, un sastre usar el traje que ha hecho: un escritor no puede ser lector de su propio libro. Un libro es lo que los lectores ponen en él. Ningún escritor puede agregar un sentido nuevo a sus propias palabras. Si puede hacerlo, debería escribir el libro otra vez.

- Lo mejor que se ha dicho sobre el cuento es lo que Edgar Poe escribió en su ensayo sobre Nathaniel Hawthorne. No pienso facilitarte las cosas reproduciéndolo. Tendrás que encontrarlo solo. Un escritor es un buscador de tesoros. Los descubre o no. Esa es la única diferencia entre la biblioteca de un escritor y el mueble del mismo nombre de las personas llamadas cultas.

- Podrás corregir tus textos o no corregirlos. Toltstoi escribió siete veces Guerra y Paz; Stendhal terminó La Cartuja de Parma en cincuenta y dos días. El único problema es cómo se las arregla uno para ser Toltstoi o Stendhal.


- Cuidado con las computadoras. Todo se ve tan prolijo que parece bien escrito.

- Nadie escribió nunca un libro. Sólo se escriben borradores. Un gran escritor es el que escribe el borrador más hermoso.

- Los novelistas y los editores creen que una novela es más importante que un cuento. No les creas. Sólo es más larga.

- Los cuentistas afirman que el cuento es el género más difícil. Tampoco les creas. Sólo es más corto. El cuento es difícil únicamente para aquellos que nunca deberían intentarlo. Para Poe era facilísimo, para Cortázar, Chéjov o Hemingway también.

- No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas, basta con salir desnudo a la calle.

- Podrás escribir: "Volvió a verla tres días más tarde", pero sólo a condición de saber perfectamente (aunque no lo digas) qué le pasó a tu personaje en esos tres días, y por qué fueron tres días y no una semana o un año.

- No es lo mismo ambigüedad que confusión. Un historia debe tener siempre un único final. Si quisiste sugerir dos o más desenlaces, esos desenlaces son un único final: se llama ambigüedad. Si nadie entiende ni medio se llama confusión.

- No describas sino lo esencial. La posición de un pie, en casi todos los casos, es más importante que el color de los zapatos.

- Lo que llamamos estilo sucede más allá de la gramática. No es lo mismo decir: "ahí está la ventana" que "la ventana está ahí". En un caso se privilegia el espacio; en el otro, el objeto. Toda sintaxis es una concepción del mundo.

- En el origen del conocimiento y de la literatura está el acto de contar. La crítica de la razón pura nos cuenta lo que Kant pensaba de los límites de la razón; los versos de La Eneida, la epopeya del Lacio; el teorema de Pitágoras, el cuadrado de la hipotenusa. El hombre es el única animal que cuenta.

- Cortázar solía decir que empezaba sus cuentos sin saber adonde iba. No le creas. En sus mejores cuentos lo sabía perfectamente, aunque no supiera que lo sabía.

- Los grandes novelistas aconsejan ignorar el final de la historia, no tener nada claro qué hará el personaje en el próximo capítulo, no atarse a un plan previo. A ellos sí podrás creerles, pero con moderación. Digamos, hasta llegar a la página 150. Más allá de eso, saber tan poco de tu propio libro ya es mera imbecilidad.

- Cuidado con Borges, Kafka, Proust, Joyce, Arlt, Bernhard. Cuidado con esas prosas deslumbrantes o esos universos demasiado intensos. Se pegan a tus palabras como lapas. Esa gente no escribía así: era así.


- Lo que dice Borges sobre los sinónimos es verdad: no existen. Can no es lo mismo que perro ni la palabra ramera tiene la dignidad de la palabra puta. Pero yo te recomiendo un buen diccionario de sinónimos. Uno quiere escribir: "habló en voz baja". Como eso no le gusta lo reemplaza por "voz queda", que es espantoso. Hojea el diccionario de sinónimos al azar y en cualquier parte encuentra la palabra pálida. Entonces escribe: "habló con voz pálida", lo que está muy bien.

- Nunca adjetives en orden decreciente, nunca digas: "Era una montaña titánica, enorme, alta". Si no te das cuenta por qué, nadie puede ayudarte. Si adjetivaste en la dirección correcta tampoco te creas un gran estilista. Tal vez buscabas el último adjetivo y te olvidaste de borrar los otros dos.

- Nunca escribas que alguien tomó algo con ambas manos. Basta con escribir las manos y a veces es suficiente una sola. La gente en general tiene cara, no rostro. No asciende las escaleras, sube por ellas. No penetra a las recámaras, entra en los dormitorios. Evitarás los ventanales y sobre todo los grandes ventanales. Dicho sea de paso, las ventanas no son de cristal, son de vidrio. Lo mismo los vasos. No digas que alguien empezó a cantar o a vestirse si no estás dispuesto a que termine de hacerlo. En los libros la gente empieza a reírse o a llorar en la página 3 y da la impresión de seguir así hasta que se muere. Sé ahorrativo: si lo que viene al galope es un jinete, no hace falta el caballo. La inversa no se cumple. La palabra caballo viene misteriosamente sin jinete.

- En general cuesta tanto trabajo escribir una gran novela como una novela idiota. El esfuerzo, la pasión, el dolor, no garantizan nada. Es desagradable pero es así. No abandones la cama sin pensar en esto.

- No cualquier cosa, por el mero hecho de haberte sucedido, es interesante para otro. Esto vale tanto para escribir como para conversar.

- No defiendas tu libro argumentando que los críticos son escritores frustrados. Lo verdaderamente peligroso de un crítico es que sea un crítico frustrado.

- Leer una gran novela o un gran cuento es tan hermoso como haberlos escrito. Si nunca lo sentiste, no escribas ficciones ni, por el amor de Dios, te dediques a la crítica literaria.

- No publiques todas las estupideces que escribas. Tu viuda se encargará de eso.

- No creas en las máximas de los escritores. Tampoco en éstas. Lo que cautiva de una máxima es su brevedad; es decir, lo único que no tiene nada que ver con la verdad de una idea.


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Ser escritor recoge escritos breves del argentino Abelardo Castillo (1935-2017), dramaturgo, cuentista notable, formador de escritores en talleres literarios. El libro, editado por Seix Barral,  incluye perfiles de escritores, consejos, memoria sobre el oficio, anécdotas, críticas.

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miércoles, 4 de mayo de 2022

Decálogo arbitrario para aspirantes a escritores. Emilio Alberto Restrepo B.

  DECÁLOGO ARBITRARIO PARA ASPIRANTES A ESCRITORES


Por Emilio Alberto Restrepo*

A raíz de una conversación que sostuvimos, motivada por la publicación de la colección de decálogos y consejos de escritores que a manera de listas he venido guardando con los años y recopilada en mis blogs, algunos muchachos me lanzaron la inquietud: ¿Qué tan valiosos eran los famosos decálogos para escritores, hasta dónde servían, qué tan válido era apegarse a ellos como si se trataran, de unas «tablas de la ley»?

Estábamos con unos estudiantes en la Parada Literaria Juvenil que se realizó en Medellín, algunos eran de bachillerato, otros universitarios, y había alguno que otro veterano matando el tiempo mientras cumplía una cita. Pero el reto, al mismo tiempo conclusión, fue claro: cada cual debía regirse por sus propias normas, cada uno debía decantar su propio código, cada cual tenía que reinventarse a sí mismo; total, nadie iba a responder por uno.

Entonces nos pusimos el ejercicio de diseñar cada uno su propio «manual de instrucciones», su propia lista y para efectos metodológicos, se sugerían 10 puntos, para asuntos de orden y concisión. Acá cumplo con mi tarea. Trato de creer en esos principios, no sé si dentro de unos días piense lo mismo, pero ahí vamos.

1. Mira el mundo, escúchalo, huélelo: en todo lo que pasa alrededor, hay una historia potencial gritando por ser descubierta, contada o tergiversada. Si quieres ser escritor, no pierdas ninguna oportunidad. Si no la ves, invéntala, de todas formas allí está.

2. Toma apuntes, la memoria es frágil. Para hacerlo, carga una libreta, una agenda, una grabadora de periodista. Si no lo haces, más de la mitad de las cosas que hoy te llaman la atención, mañana se volverán polvo de olvido. Si lo haces, siempre podrás volver sobre el apunte y tarde o temprano te servirá para elaborar un texto, para cubrir un espacio, para resolver una situación o para tomar una pequeña venganza.

3. Escribe, escribe, escribe. Lo que sea; ojalá con método e intención, pero si no, con intuición y anarquía. Muchas veces de estos últimos intentos, al escarbar se encuentra un diamante dentro de la basura.

4. Durante las épocas de sequía creativa, los mejores recursos para escamparse son: el cine, ver todas las películas posibles, sobre todo las clásicas, basadas en guiones poderosos llenos de historias vigorosas e imaginativas sin sobrecarga de efectos especiales; leer y leer, tratando de entender las costuras con que los maestros hicieron obras memorables y los no tan brillantes desaprovecharon buenas ideas; vivir, amar, pensar, hacer ejercicio y no auto-compadecerse, lamentándose de estar viviendo el cacareado «síndrome de la página en blanco».

5. No tengas miedos ni temores: puedes ser fiel retratista de la realidad, o combinar la ficción con sucesos reales, o inventarte una situación alternativa jugando un poco a ser un dios imperfecto. Es una cuestión de gustos personales. En literatura, más que en otras áreas, es cierto aquello de «piensa mal y acertarás». No le tengas miedo a la mentira, a la distorsión, al chisme, al mal pensamiento, a la calumnia… Siempre un nombre podrá ser cambiado, siempre podrás jurar en falso, siempre te podrás retractar o no, siempre podrás pedir disculpas. Lo importante es escribir. El infierno se encargará del resto.



6. Corrige, corrige, corrige. En caliente o en frío. Castiga los adjetivos, los adverbios y los adornos innecesarios o excesivos. Usa el buscador del computador para las palabras repetidas muchas veces. Pisa con cuidado la delgada línea de la gramática y la ortografía, que castigan con rigor los textos, a pesar de su calidad literaria.

7. Si puedes, busca un buen Taller de Escritores. Los genios silvestres que nacen y se hacen por generación espontánea son muy escasos, unas pocas decenas por siglo. Lo importante en ellos es el profesor, alguien con experiencia que genere confianza en el alumno y le refuerce la técnica para superar las debilidades, estimulando las virtudes individuales de cada uno. Hay que ir con la mente abierta y la autoestima en su punto, pues en los buenos talleres, son más las críticas que los halagos, las reprimendas que los aplausos, las deserciones que la continuidad. Sólo los obstinados, que casi siempre son los que persisten y van haciendo obra, sobreviven a las tormentas —y tormentos— del ego.

8. Detecta los concursos honestos y que se adapten a tu obra. No escribas para ellos, pero si puedes, participa con intenciones de ganar. Si no ganas, te debes blindar para que no importe y de todas formas seguir escribiendo. Son más los que se pierden, siempre saldrán nuevas convocatorias y nadie ha podido entender lo que pasa por la cabeza de los jurados. Es un completo azar, y ganar puede servir, pero perder no descalifica ni debe acabar con la motivación de un escritor. Si ganas, hay publicación, dinero y reconocimiento. Un premio te puede resucitar la obra anterior y generar un nuevo interés en potenciales lectores y editores.

9. Las ideas no son de nadie, el conocimiento es universal, la cultura está globalizada. Pero cuidado, el plagio es un pecado, mortal e inadmisible. Todo es susceptible de servir de inspiración, una buena canción, una mala película, una historia coja, un poema memorable. Todo admite continuaciones, variantes, segundas miradas, terceras opiniones, otras perspectivas. En literatura no hay cadáveres definitivos ni hornos crematorios que destruyan los rastros. Todo es cuestión de respeto, lenguaje y perspectiva. Lo importante es el estilo, el sello personal, ese aire individual que hace la diferencia.

10. No te creas el cuento de la fama, que es evanescente y pasajera, pero tiene el peligro de ser adictiva y enceguecedora. No niegues un consejo a tiempo a quien lo necesita y te mira con ansiedad; no eludas ni pospongas una buena conversación y aunque pienses que te están succionando tus trucos, considéralo un halago. No te marees con el éxito ni con el fracaso. Los libros están ahí, alguien los valora y otros los desprecian, pero a la mayoría les son indiferentes. Comparte con generosidad tus memorias, tus archivos, tus colecciones, incluso a los que han sido mezquinos contigo. Así estás sembrando un camino de recompensas, de ideas. O de rechazo y traición, tampoco importa mucho. En el fondo se trata de vivir, de sentir. El resto vale menos. Y recuerda que al final todos vamos a terminar en poder de los gusanos.

CODA. Recomendación final: Lee todos los decálogos, escucha y repasa todos los consejos, reflexiona sobre lo que han dicho otros más viejos o más sabios o más exitosos. Por lo menos te divertirás haciéndolo, aunque no cuentes con volverte un portento genial por hacerlo. Pero no creas en todo lo que dicen, no hay fórmulas mágicas. Cada uno se rasca su propio trasero como puede. Al final, eres el único que responde, nadie te va a dar la mano si no funciona. Con decálogo o sin él, ten en cuenta que los libros se defienden o se hunden solos, el tiempo no perdona y una moda siempre desplaza a otra.


* * *

El presente texto hace parte del libro «20 escritores colombianos nos revelan sus secretos de creación», publicado por Editorial libros para pensar, en diciembre de 2020. www.librosparapensar.com Correo-e: edicion@librosparapensar.com

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* Emilio Alberto Restrepo. Médico, especialista en Gineco-obstetricia y en Laparoscopia Ginecológica (Universidad Pontificia Bolivariana, Universidad de Antioquia, CES, Respectivamente). Profesor, conferencista de su especialidad. Autor de cerca de 20 artículos médicos. Ha sido colaborador de los periódicos la hoja, cambio, el mundo, y Momento Médico, Universo Centro. Tiene publicados los libros «textos para pervertir a la juventud», ganador de un concurso de poesía en la Universidad de Antioquia (dos ediciones) y la novela «Los círculos perpetuos», finalista en el concurso de novela breve «Álvaro Cepeda Samudio» (cuatro ediciones). Ganador de la III convocatoria de proyectos culturales del Municipio de Medellín con la novela «El pabellón de la mandrágora», (2 ediciones). Actualmente circulan sus novelas «La milonga del bandido» y «Qué me queda de ti sino el olvido», 2da edición, ganadora del concurso de novela talentos ciudad de Envigado, 2008. Actualmente circula su novela «Crónica de un proceso» publicada por la Universidad CES. En 2012, ediciones b publicó un libro con 2 novelas cortas de género negro: «Después de Isabel, el infierno» y «¿Alguien ha visto el entierro de un chino?» En 2013 publicó «De cómo les creció el cuello a las jirafas». Este libro fue seleccionado por Uranito Ediciones de Argentina para su publicación, en una convocatoria internacional que pretendía lanzar textos novedosos en la colección «Pequeños Lectores», dirigido a un público infantil. Fue distribuido en toda América Latina. Ganador en 2016 de las becas de presupuesto participativo del Municipio de Medellín, con su colección de cuentos Gamberros S.A. que recoge una colección de historias de pícaros, pillos y malevos. Con la Editorial UPB ha publicado desde 2015 4 novelas de su personaje, el detective Joaquín Tornado. En 2018 publicó su novela «Y nos robaron la clínica», con Sílaba editores. Su más reciente novela es "Medicina bajo sospecha", publicada en 2022 por la editorial CES. 

Blogs: www.emiliorestrepo.blogspot.comwww.decalogosliterarios.blogspot.com

Serie de YouTube Consejos a un joven colega.

Cuentos Leídos por el autor: https://emiliorestrepo.blogspot.com/2015/06/cuentos-leidos.html

Twitter: @emilioarestrepo

domingo, 1 de mayo de 2022

Taller Crea-Acción Literaria de la Editorial Libros para Pensar

El Taller Crea-Acción Literaria es una iniciativa de la Editorial Libros para Pensar

Somos arte, conocimiento y cultura.

Lugar:  Editorial Libros Para Pensar
Carrera 79 A # 32 A-05 - Medellín 
Horario:  Viernes  5:30 - 8:00 pm. 

Para obtener más información haga clic acá o comuníquese con los siguientes teléfonos:  cel. 3007796607 - 3214793451

Para quienes estén en otras ciudades o el horario de viernes no sea conveniente, también tenemos la opción de Taller virtual:

Horario: Sabados 11 am a 1 pm. 
A través de la plataforma Meet. 

Te esperamos.

viernes, 29 de abril de 2022

¿Qué es un taller de creación literaria?

Un taller de creación literaria es un espacio que permite a sus miembros adquirir y fortalecer competencias y habilidades de narración con la finalidad de generar diferentes tipos de textos, a traves de la reflexión personal y la interacción con otros participantes.

 ¿Qué diferencia hay entre una tertulia y un taller literario?

La tertulia literaria y el taller de literatura parten del amor por las letras. En ambos se leen textos, se analizan y se discuten, pero a diferencia de la tertulia, el taller necesariamente implica el perfeccionamiento del texto con el objetivo de lograr un producto de calidad, de ahí que se le denomine “Taller”. En la tertulia, no necesariamente se trabaja sobre el texto buscando su mejoramiento.  

¿Todos los talleres literarios son iguales?

No. Cada taller literario tiene una dinámica individual. La forma como transcurre un taller literario depende fundamentalmente de tres cosas:

·         El enfoque.

·         El director

·         Los participantes.

El enfoque es el que determina la línea del taller. Existen talleres de creación literaria que pretenden fortalecer las competencias para la creación y generación de ideas para un texto. Básicamente trabajan en función de la imaginación de los participantes y la forma como ellos desarrollan sus textos. Tambien existen talleres de redacción: allí la originalidad del texto está en un segundo plano, porque el enfoque está centrado en la gramática y sintaxis, y en técnicas de redacción. Los hay, también, de edición: En estos talleres se pretende lograr la adquisición de herramientas para la corrección de textos, pulir el producto hasta dejarlo listo.  

Casi todos los talleres toman de todos los enfoques, algunos en mayor proporción que otros. El enfoque prácticamente lo determina el director del taller. Igualmente, la dinámica de grupo hace que si todos tienen mucha imaginación y originalidad, posiblemente se logre mayores resultados trabajando sobre la gramática y sintaxis o sobre la corrección de textos. Pero si los participantes tienen pocas iniciativas, es muy probable que el director le dé un enfoque más lúdico y de imaginación.

Metodología: 

A diferencia de un curso, donde se sigue un derrotero único para todos, un taller permite que cada miembro avance a su propio ritmo. Cada participante trabaja en la medida de sus conocimientos y habilidades bajo la guía de un director (o coordinador) y con la ayuda de los demás participantes. La metodología puede variar en cada sesión dependiendo de la interacción que haya entre todos.

¿Cuál es la duración de un taller?

Eso depende de sus organizadores. Algunos talleres son de tiempo limitado, con una fecha de inicio y de terminación específica. Otros son abiertos y permiten que sus participantes vayan avanzando indefinidamente y por el tiempo que deseen.

El Taller Crea-Acción Literaria es una propuesta de la Editorial Libros para Pensar como un apoyo a los cientos de escritores que llegan a la editorial buscando quién les publique sus ideas. Pretende ayudar a mejorar y perfeccionar las habilidades comunicativas de estos escritores, y del público en general. 

Objetivo del Taller de Crea-Acción Literaria:

Propiciar un espacio donde los participantes puedan generar distintos tipos de textos literarios, a través de ejercicios de lecto escritura, contando con la participación de otros escritores y asistentes, en medio de un ambiente respetuoso de análisis y reflexión académica sobre la creación literaria.


Metodología.

Se harán reuniones presenciales y eventualmente virtuales. 

Se comienza con la lectura de un texto corto, relacionado con la teoría literaria. Se discute entre los participantes.

Se continúa con una figura literaria, se ponen ejemplos.

Se pasa luego a establecer un orden de lectura de los textos que tengan los participantes.

Cada escritor leerá su texto sin ser interrumpido y al final de su lectura se analizará, se discutirá y se darán recomendaciones.

Al final de cada sesión se propone un tema para la siguiente sesión (temas que estimulen la creatividad). Cada participante tendrá la libertad de hacer el ejercicio o proponer otro texto.  

Normas para los participantes.

  • Todos somos lectores. Todos somos aprendices.
  • En toda interacción debe mantenerse el respeto por los demás.
  • Se puede presentar cualquier texto (novela, cuento, ensayo, crónica, poesía, etc.)
  • Se sugiere que los textos a leer sean de no más de 4-5 páginas con el fin de permitir mayor participación de los compañeros.
  • No tomarse ninguna crítica u observación a título personal. Recordar que se trata de opiniones de lectores que pueden o no entender un texto, o pueden estar o no de acuerdo con los planteamientos. Toda recomendación debe estar formulada en términos respetuosos y orientados a la mejora del texto.
  • No es obligatorio traer las tareas propuestas o tener texto para leer. Cada uno avanza a su propio ritmo.
  • Los ejercicios propuestos son para estimular la creatividad y la imaginación. No son obligatorios, pero ayudan cuando no se tiene en mente un tema específico para un texto.
  • Cada escritor es libre de aceptar cualquier sugerencia en la corrección de su texto, o de rechazarla. Sin embargo, se propone escuchar cada observación atentamente, sin rechazarla de plano.

En cada sesión se firmará un registro de asistencia para control interno.

 

Requisitos para la participación

  • Manifestar el interés y compromiso de hacer parte del proyecto.
  • Querer compartir espacio de forma incluyente y respetuosa.
  • Diligenciar datos en el formulario Google:  https://forms.gle/FTEofEYb7C6WhpT27.
  • Estar al día en los compromisos con la editorial

Otros beneficios:

  • Prioridad para publicación en la Editorial libros para pensar.
  • Publicación de las obras en el blog del taller.
  • Participación en una antología anual con los mejores textos del taller.
  • Cada trimestre habrá una sesión en que se invitará a un escritor para que conversen con los participantes.
  • Préstamo de libros en la biblioteca de la editorial.

Bibliografía sugerida:

  • 20 escritores colombianos nos revelan sus secretos de creación. Emilio Restrepo. Libros para Pensar 2020
  • Escritores en su tinta. Fernando Vasquez. Ed Kimpres. 2008
  • El taller de Creación literaria. Luis Fernando Macías. panamericana. 2016. 
  • Saber escribir. Jesus Sanchez Lobato- Angel Cervera -Guillermo Hernandez. Instituto Cervantes. Ed Aguilar. 2007.
  • El juego como método para la enseñanza de la literatura. Luis Fernando Macías. Ed Ideas y palabras. 2008 
  • Logoi - Una gramática del lenguaje literario. Fernando Vallejo. Fondo de cultura económica. 2011 
  • Teoría y Técnica del Cuento. Enrique Anderson Imbert. ED Ariel 2007
  • Métodos de crítica Literaria. Enrique Anderson Imbert. Ediciones de la revista de occidente. 1969
  • Español Correcto para Dummies. Fernando Avila. Ed Norma. 2012
  • Curso De Escritura Creativa. Arenas Martin Abril Paula. Edimat libros. 2006
  • Así se escribe un cuento. Mempo Giardinelli. Capital Intelectual. 2012.
  • Manual Práctico para la Corrección de Estilo. Balakrishnan Manjula. Editorial Verbum. 2015
  • Gramática y estilística. Lucía González de Chavez.
  • Guía para directores de talleres de escritura creativa en cárceles. Red de Escritura Relata 2019
  • Manual De Redacción. Ramirez Capello Enrique. UNIACC 2018
  • Mientras escribo. Stephen King. Plaza & Janez. 2004
  • Zen en el arte de escribir. Ray Bradbury. Ediciones Minotauro 1995.

miércoles, 27 de abril de 2022

20 escritores colombianos nos revelan sus secretos de creación

 Hay quienes coleccionan estampillas, otros coleccionan monedas; los hay que coleccionan postales y otros que atesoran recuerdos. Incluso hay personas que coleccionan problemas y los buscan desesperadamente, negándose a deshacerse de ellos, y rememorándolos como si los disfrutaran. 

Hay todo tipo de coleccionistas y casi podríamos asegurar que todas las personas coleccionan algo. 

Hay colecciones verdaderamente impresionantes. Una de ellas es la del doctor Emilio Alberto Restrepo Baena.  Emilio acumula consejos literarios. 

La gran ventaja de la colección de Emilio es que es pública y que beneficia a muchos. Desde hace varios años tiene un blog en Internet sobre consejos para quienes gustamos del arte de escribir.  Su blog, llamado Decálogos Literarios es una verdadera joya. 

El doctor Emilio Alberto Restrepo Baena es un reconocido médico y cirujano de Medellín, especialista en gineco-obstetricia y subespecialista en cirugía laparoscópica. Es conferencista y referente académico en el ámbito de la salud y de las letras. Emilio ha ganado muchos concursos literarios. Ha publicado una veintena de libros dentro de los que se destacan "El pabellón de la mandrágora", "Gamberros S.A" , "Los círculos "perpetuos", "Después de Isabel el infierno", "Y nos robaron la clínica", entre otros.  Su ultimo libro "Medicina bajo sospecha" habla de las cosas secretas que se mueven la medicina.  También nos ha deleitado con una saga cuyo protagonista es  Joaquín Tornado, un detective oscuro que se mueve en el mundo de la novela policial negra. 

El libro, que presentamos ahora, lleva por título "20 escritores colombianos nos revelan sus secretos de creación."



Para mí ha sido un verdadero honor estar al lado de escritores tan prestigiosos. Agradezco a Emilio su deferencia. 

A continuación les comparto el listado de los autores que "revelan" sus consejos (en orden alfabético). 

Alberto Salcedo Ramos
Andrés Burgos
Andrés Hoyos Restrepo
Betuel Bonilla Rojas
Carlos Alberto Velásquez Córdoba
David Betancourt
Emilio Alberto Restrepo
Fernando Quiroz
Gabriel García Márquez
Héctor Abad Faciolince
Jaime Jaramillo Escobar
Jorge Franco
Juan Gabriel Vásquez
Julio César Londoño
Manuel Mejía Vallejo
Mario Escobar Velásquez
Memo Ánjel (José Guillermo Ánjel Rendo)
Orlando Ramírez Casas (Orcasas)
Óscar Domínguez Giraldo
Roberto Burgos Cantor


Agradezco también a Edver Delgado y a la editorial Libros para Pensar, el haber hecho posible esta obra, que es de lectura obligada para aquellos que quieren escribir.  

Quien esté interesado en el libro, puede solicitarlo en la pagina  web www.librosparapensar.com  o al correo electrónico  edicion@librosparapensar.com 


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