Taller de Creación Literaria de la Editorial Libros para Pensar

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miércoles, 28 de septiembre de 2022

Sueños de robot. Isaac Asimov

Para ésta semana, más literatura:   Un fantástico cuento de Isaac Asimov.   ("Robot dreams" 1986)

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Sueños de robot


Isaac Asimov


一Anoche soñé anunció Elvex tranquilamente. 

Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció sufrir un estremecimiento microscópico. 

一¿Ha oído eso? preguntó Linda Rash, nerviosa. Ya se lo había dicho. 

Era joven, menuda, de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez. 

Calvin asintió y ordenó a media voz: 

一Elvex, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre. 

No hubo respuesta. El robot siguió sentado como si estuviera hecho de una sola pieza de metal y así se quedaría hasta que escuchara su nombre otra vez. 

一¿Cuál es tu código de entrada en computadora, doctora Rash? preguntó Calvin. O márcalo tú misma, si te tranquiliza. Quiero inspeccionar el diseño del cerebro positrónico.

Las manos de Linda se enredaron un instante sobre las teclas. Borró el proceso y volvió a empezar. El delicado diseño apareció en la pantalla. 

一Permíteme, por favor solicitó Calvin, manipular tu computadora. 

Le concedió el permiso con un gesto, sin palabras. Naturalmente. ¿Qué podía hacer Linda, una inexperta robosicóloga recién estrenada, frente a la Leyenda Viviente? 

Susan Calvin estudió despacio la pantalla, moviéndola de un lado a otro y de arriba abajo, marcando de pronto una combinación clave, tan de prisa, que Linda no vio lo que había hecho, pero el diseño desplegó un nuevo detalle y, el conjunto, había sido ampliado. Continuó, atrás y adelante, tocando las teclas con sus dedos nudosos. 

En su rostro avejentado no hubo el menor cambio. Como si unos cálculos vastísimos se sucedieran en su cabeza, observaba todos los cambios de diseño.

Linda se asombró. Era imposible analizar un diseño sin la ayuda, por lo menos, de una computadora de mano. No obstante, la vieja simplemente observaba. ¿Tendría acaso una computadora implantada en su cráneo? ¿O era que su cerebro durante décadas no había hecho otra cosa que inventar, estudiar y analizar los diseños de cerebros positrónicos? ¿Captaba los diseños como Mozart captaba la notación de una sinfonía? 

一¿Qué es lo que has hecho, Rash? dijo Calvin, por fin. 

Linda, algo avergonzada, contestó: 

一He utilizado la geometría fractal. 

一Ya me he dado cuenta, pero, ¿por qué? 

一Nunca se había hecho. Pensé que tal vez produciría un diseño cerebral con complejidad añadida, posiblemente más cercano al cerebro humano. 

一¿Consultaste a alguien? ¿Lo hiciste todo por tu cuenta? 

一No consulté a nadie. Lo hice sola. 

Los ojos ya apagados de la doctora miraron fijamente a la joven. 

一No tenías derecho a hacerlo. Tu nombre es Rash: tu naturaleza hace juego con tu nombre. ¿Quién eres tú para obrar sin consultar? Yo misma, yo, Susan Calvin, lo hubiera discutido antes. 

一Temí que se me impidiera. 

-¡Por supuesto que se te habría impedido! 

一Van a… su voz se quebró pese a que se esforzaba por mantenerla firme. ¿Van a despedirme? 

一Posiblemente respondió Calvin. O tal vez te asciendan. Depende de lo que yo piense cuando haya terminado. 

一¿Va usted a desmantelar a Elv…? por poco se le escapa el nombre que hubiera reactivado al robot y cometido un nuevo error. No podía permitirse otra equivocación, si es que ya no era demasiado tarde-. ¿Va a desmantelar al robot? 

En ese momento se dio cuenta de que la vieja llevaba una pistola electrónica en el bolsillo de su bata. La doctora Calvin había venido preparada para eso precisamente. 

一Veremos postergó Calvin, el robot puede resultar demasiado valioso para desmantelarlo. 

一Pero, ¿cómo puede soñar? 

一Has logrado un cerebro positrónico sorprendentemente parecido al humano. Los cerebros humanos tienen que soñar para reorganizarse, desprenderse periódicamente de trabas y confusiones. Quizás ocurra lo mismo con este robot y por las mismas razones. ¿Le has preguntado qué soñó? 

-No, la mandé llamar a usted tan pronto como me dijo que había soñado. Después de eso, ya no podía tratar el caso yo sola. 

一¡Yo! una leve sonrisa iluminó el rostro de Calvin. Hay límites que tu locura no te permite rebasar. Y me alegro. En realidad, más que alegrarme me tranquiliza. Veamos ahora lo que podemos descubrir juntas. 

一¡Elvex! llamó con voz autoritaria. 
La cabeza del robot se volvió hacia ella. 

一Sí, doctora Calvin. 

一¿Cómo sabes que has soñado? 

一Era por la noche, todo estaba a oscuras, doctora Calvin explicó Elvex, cuando de pronto aparece una luz, aunque yo no veo lo que causa su aparición. Veo cosas que no tienen relación con lo que concibo como realidad. Oigo cosas. Reacciono de forma extraña. Buscando en mi vocabulario palabras para expresar lo que me ocurría, me encontré con la palabra “sueño”. Estudiando su significado llegué a la conclusión de que estaba soñando. 

一Me pregunto cómo tenías “sueño” en tu vocabulario. 

Linda interrumpió rápidamente, haciendo callar al robot: 

一Le imprimí un vocabulario humano. Pensé que… 

一Así que pensó murmuró Calvin. Estoy asombrada. 

一Pensé que podía necesitar el verbo. Ya sabe, “jamás ‘soñé’ que…”, o algo parecido. 

一¿Cuántas veces has soñado, Elvex? preguntó Calvin. 

一Todas las noches, doctora Calvin, desde que me di cuenta de mi existencia. 

一Diez noches -intervino Linda con ansiedad, pero me lo ha dicho esta mañana. 

一¿Por qué lo has callado hasta esta mañana, Elvex? 

一Porque ha sido esta mañana, doctora Calvin, cuando me he convencido de que soñaba. Hasta entonces pensaba que había un fallo en el diseño de mi cerebro positrónico, pero no sabía encontrarlo. Finalmente, decidí que debía ser un sueño. 

一¿Y qué sueñas? 

一Sueño casi siempre lo mismo, doctora Calvin. Los detalles son diferentes, pero siempre me parece ver un gran panorama en el que hay robots trabajando. 

一¿Robots, Elvex? ¿Y también seres humanos? 

一En mi sueño no veo seres humanos, doctora Calvin. Al principio, no. Solo robots. 

一¿Qué hacen, Elvex? 

一Trabajan, doctora Calvin. Veo algunos haciendo de mineros en la profundidad de la tierra y a otros trabajando con calor y radiaciones. Veo algunos en fábricas y otros bajo las aguas del mar. 
Calvin se volvió a Linda. 

一Elvex tiene solo diez días y estoy segura de que no ha salido de la estación de pruebas. ¿Cómo sabe tanto de robots? 

Linda miró una silla como si deseara sentarse, pero la vieja estaba de pie. Declaró con voz apagada: 

Me parecía importante que conociera algo de robótica y su lugar en el mundo. Pensé que podía resultar particularmente adaptable para hacer de capataz con su… su nuevo cerebro declaró con voz apagada.

一¿Su cerebro fractal? 

一Sí. 

Calvin asintió y se volvió hacia el robot. 

一Y viste el fondo del mar, el interior de la tierra, la superficie de la tierra… y también el espacio, me imagino. 

一También vi robots trabajando en el espacio dijo Elvex. Fue al ver todo esto, con detalles cambiantes al mirar de un lugar a otro, lo que me hizo darme cuenta de que lo que yo veía no estaba de acuerdo con la realidad y me llevó a la conclusión de que estaba soñando.

-¿Y qué más viste, Elvex? 

一Vi que todos los robots estaban abrumados por el trabajo y la aflicción, que todos estaban vencidos por la responsabilidad y la preocupación, y deseé que descansaran. 

一Pero los robots no están vencidos, ni abrumados, ni necesitan descansar le advirtió Calvin. 

一Y así es en realidad, doctora Calvin. Le hablo de mi sueño. En mi sueño me pareció que los robots deben proteger su propia existencia. 

一¿Estás mencionando la tercera ley de la Robótica? preguntó Calvin. 

一En efecto, doctora Calvin. 

一Pero la mencionas de forma incompleta. La tercera ley dice: “Un robot debe proteger su propia existencia siempre y cuando dicha protección no entorpezca el cumplimiento de la primera y segunda ley”. 

一Sí, doctora Calvin, esta es efectivamente la tercera ley, pero en mi sueño la ley terminaba en la palabra “existencia”. No se mencionaba ni la primera ni la segunda ley. 

一Pero ambas existen, Elvex. La segunda ley, que tiene preferencia sobre la tercera, dice: “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando dichas órdenes estén en conflicto con la primera ley”. Por esta razón los robots obedecen órdenes. Hacen el trabajo que les has visto hacer, y lo hacen fácilmente y sin problemas. No están abrumados; no están cansados. 

一Y así es en la realidad, doctora Calvin. Yo hablo de mi sueño. 

一Y la primera ley, Elvex, que es la más importante de todas, es: “Un robot no debe dañar a un ser humano, o, por inacción, permitir que sufra daño un ser humano”. 

一Sí, doctora Calvin, así es en realidad. Pero en mi sueño, me pareció que no había ni primera ni segunda ley, sino solamente la tercera, y esta decía: “Un robot debe proteger su propia existencia”. Esta era toda la ley. 

一¿En tu sueño, Elvex? 

一En mi sueño. 

一Elvex dijo Calvin一, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre. 

Y otra vez el robot se transformó aparentemente en un trozo inerte de metal. Calvin se dirigió a Linda Rash: 

一Bien, y ahora, ¿qué opinas, doctora Rash? 

一Doctora Calvin dijo Linda con los ojos desorbitados y el corazón palpitándole fuertemente, estoy horrorizada. No tenía idea. Nunca se me hubiera ocurrido que esto fuera posible. 

一No observó Calvin con calma, ni tampoco se me hubiera ocurrido a mí, ni a nadie. Has creado un cerebro robótico capaz de soñar y con ello has puesto en evidencia una faja de pensamiento en los cerebros robóticos que muy bien hubiera podido quedar sin detectar hasta que el peligro hubiera sido alarmante. 

一Pero esto es imposible exclamó Linda. No querrá decir que los demás robots piensen lo mismo. 

一Conscientemente no, como diríamos de un ser humano. Pero, ¿quién hubiera creído que había una faja no consciente bajo los surcos de un cerebro positrónico, una faja que no quedaba sometida al control de las tres leyes? Esto hubiera ocurrido a medida que los cerebros positrónicos se volvieran más y más complejos… de no haber sido puestos sobre aviso. 

一Quiere decir, por Elvex. 

一Por ti, doctora Rash. Te comportaste irreflexivamente, pero al hacerlo, nos has ayudado a comprender algo abrumadoramente importante. De ahora en adelante, trabajaremos con cerebros fractales, formándolos cuidadosamente controlados. Participarás en ello. No serás penalizada por lo que hiciste, pero en adelante trabajarás en colaboración con otros. 

一Sí, doctora Calvin. ¿Y qué ocurrirá con Elvex? 

一Aún no lo sé. 

Calvin sacó el arma electrónica del bolsillo y Linda la miró fascinada. Una ráfaga de sus electrones contra un cráneo robótico y el cerebro positrónico sería neutralizado y desprendería suficiente energía como para fundir su cerebro en un lingote inerte. 

一Pero seguro que Elvex es importante para nuestras investigaciones objetó Linda-. No debe ser destruido. 

一¿No debe, doctora Rash? Mi decisión es la que cuenta, creo yo. Todo depende de lo peligroso que sea Elvex. 

Se enderezó, como si decidiera que su cuerpo avejentado no debía inclinarse bajo el peso de su responsabilidad. Dijo: 

一Elvex, ¿me oyes? 

一Sí, doctora Calvin respondió el robot. 

一¿Continuó tu sueño? Dijiste antes que los seres humanos no aparecían al principio. ¿Quiere esto decir que aparecieron después? 

一Sí, doctora Calvin. Me pareció, en mi sueño, que eventualmente aparecía un hombre. 

一¿Un hombre? ¿No un robot? 

一Sí, doctora Calvin. Y el hombre dijo: “¡Deja libre a mi gente!” 

一¿Eso dijo el hombre? 

一Sí, doctora Calvin. 

一Y cuando dijo “deja libre a mi gente”, ¿por las palabras “mi gente” se refería a los robots? 

一Sí, doctora Calvin. Así ocurría en mi sueño. 

一¿Y supiste quién era el hombre… en tu sueño? 

一Sí, doctora Calvin. Conocía al hombre. 

一¿Quién era? 

Y Elvex dijo: 

一Yo era el hombre. 

Susan Calvin alzó al instante su arma de electrones y disparó, y Elvex dejó de ser. 


FIN 

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Escritor y científico de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Uno de los principales divulgadores de la ciencia, la historia y la literatura de ciencia ficción en el siglo XX.  

En 1996 publicó una selección de cuentos cortos llamada "Sueños de Robot".  Este cuento hace parte de la trama de la película "Yo Robot" aunque el argumento de la película está principalmente inspirado en el relato de Eando Binder, "yo robot" en el cual un robot es programado para matar a su creador. 

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Consejos para escribir de Raymond Carver

Raymond Carver hoy en día es considerado como uno de los mejores exponentes del género corto y del realismo sucio. Aquí dejo trece consejos de escritura, tomados de la página de Miguel Alvarez, que pueden ser de ayuda para los nuevos escritores. 


1. Un poco de autobiografía y mucho de ficción.

Tienes que saber lo que estás haciendo cuando conviertes en ficción tu vida. Tienes que ser extremadamente atrevido, habilidoso e imaginativo y estar dispuesto a decirlo todo sobre ti. Cuando eras joven te han dicho una y otra vez que escribieras sobre lo que conoces, ¿y qué conoces mejor que tus propios secretos? Pero a menos que seas un tipo muy especial de escritor, y uno muy talentoso, es peligroso intentar escribir un volumen y otro de «La historia de mi vida». Un gran peligro, o al menos una gran tentación, para muchos escritores es volverse demasiado autobiográficos. Un poco de autobiografía y mucho de ficción es lo mejor.


2. Mata la ambición, conserva el talento (De su cuento A Storyteller’s Shoptalk)

Cuando tenía 27 años, allá por 1966, me di cuenta de que tenía problemas mantener la atención a lo largo de una novela. Durante un tiempo tuve dificultades para leerlas y escribirlas. Había perdido la capacidad de atención, ya no tenía la paciencia necesaria para escribir novelas. Es una historia personal demasiado tediosa para hablar de ella aquí. Pero sé que tiene mucho que ver con por qué escribo poemas y cuentos. Entra, sal. No te andes por las ramas. Continúa. Bien pudiera ser que perdí mis grandes ambiciones por esa época, al final de la veintena. Si las perdí, creo que fue para bien. La ambición y un poco de suerte no son malas compañeras de viaje para un escritor. Demasiada ambición y mala suerte, o nada de suerte, pueden ser letales. Se necesita talento.


3. Permítete desarrollarte.

Pienso que es importante que un escritor cambie, que haya un desarrollo natural, y no una decisión. Así que cuando acabo un libro, no escribo nada durante seis meses, excepto un poco de poesía o un ensayo.


4. Sé paciente contigo mismo.

Cuando escribo, escribo todos los días. Es maravilloso cuando sucede. Un día enlazándose con el siguiente. A veces ni siquiera sé en qué día de la semana vivo. John Ashbery lo llamaba «la rueda de los días.» Cuando no escribo, como ahora, cuando las obligaciones académicas me atan como últimamente, es como si nunca hubiera escrito una palabra o no tuviera ningún deseo de hacerlo. Reincido en los malos hábitos. Estoy despierto hasta muy tarde y duermo demasiado. Pero está bien. He aprendido a ser paciente y a esperar mi momento. Tuve que aprender esa lección mucho tiempo atrás. Paciencia. Si creyera en los tótems, supongo que mi animal totémico sería la tortuga.


5. Mira el mundo con tus propios ojos. (De su cuento A Storyteller’s Shoptalk)

Algunos escritores tiene un montón de talento, pero no conozco a ningún escritor que no tenga nada. Pero una forma única y precisa de mirar las cosas, y encontrar el contexto adecuado para expresar esa forma de mirar, es algo muy distinto… Todo maestro, o incluso todo muy buen escritor, rehace el mundo de acuerdo con sus propias coordenadas. Hablo de algo muy parecido al estilo, pero no es solo estilo. Es el sello particular e inconfundible de todo lo que escribe un escritor. Es su mundo y no otro. Es una de las cosas que distingue a un escritor de otro. No el talento. Sobra talento por ahí. Pero un escritor que tiene una forma especial de mirar a las cosas y que confiere una expresión artística esa forma de mirar: ese escritor puede dar que hablar durante un buen tiempo.


6. Y no a través de los de nadie más (obviamente, de la misma fuente.)

Un escritor no debería pretender mirar las cosas de la misma forma que otro, como Barthelme por ejemplo. No funcionaría. Solo hay un Barthelme, y que otro escritor intente apropiarse de su peculiar sensibilidad o mise en scene bajo el pretexto de innovar equivale para ese escritor a jugar con el caos y el desastre y, peor, el autoengaño.


7. Escribe para ti, y para otros escritores.

Cualquier escritor digno de ese nombre escribe tan bien y sinceramente como puede y espera un público tan grande y receptivo como sea posible. Así que escribe tan bien como puedas y espera tener buenos lectores. Pero yo pienso que, hasta cierto punto, también escribirás para otros escritores, tanto para los escritores muertos cuya obra admiras, como para los escritores vivos que te gusta leer. Si a ellos les gusta, a los otros escritores, existen bastantes probabilidades de que también les guste a otros adultos inteligentes, hombres y mujeres.


8. Sin trucos.

Odio las trucos. Al primer indicio de truco o trampa, ya sea un truco barato o uno trabajado, en una pieza de ficción, tiendo a salir huyendo. Los trucos al final son aburridos, y yo me aburro fácilmente, lo que puede estar relacionado con que no tenga mucha capacidad de concentración. Pero la escritura extremadamente pedante, o simplemente boba, me duerme. Los escritores no necesitan trucos o trampas ni tampoco ser los tipos más listos del barrio. A riesgo de parecer tonto, un escritor a veces necesita ser capaz de quedarse quieto mirando absolutamente sorprendido esto o aquello, una puesta de sol o un viejo zapato. Estoy contra los trucos que llaman la atención, en un esfuerzo por resultar inteligente o simplemente astuto… Un escritor no debe perder de vista la historia. No estoy interesado en obras que son todo textura y nada de carne y hueso. Supongo que estoy demasiado chapado a la antigua y pienso que el lector debe estar de algún modo involucrado en la historia a un nivel humano.


9. No finjas (del ensayo John Gardner: escritor y profesor.)

Mi profesor (John Gardner) tenía la convicción de que si las palabras de la historia eran confusas por culpa de la insensibilidad del autor, o su despreocupación, o sentimentalismo, entonces esta sufriría un tremendo revés. Pero había algo que debía evitarse a toda costa: si las palabras y los sentimientos no eran sinceros, si el autor los estaba fingiendo, escribiendo sobre cosas que no le importaban o no creía, entonces no podría importarle nunca a nadie. Los valores y el oficio de un escritor. Eso era lo que el hombre enseñaba y defendía, y he conservado conmigo esa idea todos estos años desde aquella época, breve pero trascendental.


10. Crea tensión (De su cuento A Storyteller’s Shoptalk)

Me gusta cuando hay cierto sentimiento de riesgo o sensación de peligro en los cuentos. Pienso que es bueno tener una pequeña dosis de riesgo en una historia. Porque es bueno para la fluidez. Tiene que haber tensión, la sensación de que algo es inminente, que ciertas cosas están inevitablemente en movimiento, o si no, muy a menudo, simplemente no habrá historia. Lo que genera la tensión en una obra de ficción es en parte la forma en que las palabras concretas se unen para formar la acción visible de la historia. Pero también están las cosas que quedan fuera, lo implícito, el paisaje justo debajo de la suave (a veces rugosa y desorganizada) superficie de los hechos.


11. Presta atención a los pequeños detalles.

No tiendo a la retórica o la abstracción en la vida, el pensamiento, o la escritura, así que cuando escribo sobre gente quiero ubicarlos en un escenario que sea tan real como sea posible. Esto puede significar meter en el escenario una televisión o una mesa o un rotulador, pero si estos objetos van a formar parte de la escena no deben estar muertos. No quiero decir exactamente que deban cobrar vida, pero deben hacerse sentir de alguna manera. Si vas a describir una cuchara o una silla o un equipo de televisión, no querrás meter simplemente estas cosas en la escena y olvidarte de ellas. Querrás darles algún peso, conectarlas con las vidas a su alrededor. Para mí estos objetos juegan un papel en la historia; no son «caracteres» en el sentido en que lo son las personas de mis historias, pero están ahí y quiero que mis lectores sean conscientes de que están ahí, que sepan que este cenicero está aquí, esta televisión allá (y que está encendida o apagada), que en la chimenea hay viejas latas.


12. Escribe lo que quieres decir, con claridad (De su cuento A Storyteller’s Shoptalk.)

Al final es todo lo que tenemos, las palabras, y es mejor que sean las adecuadas, con los signos de puntuación donde corresponde de forma que aquellas puedan decir de la mejor forma posible lo que se supone que deben decir. Si las palabras están recargadas con las emociones incontroladas del escritor, o si son imprecisas e inexactas por alguna otra razón, si las palabras son confusas, los ojos del lector resbalaran sobre ellas sin que se consiga nada. No se activará el sentido artístico del lector. Henry James denominaba esta suerte de mala escritura «especificación pobre.»


13. No tienes que tener todas las respuestas.

El trabajo del escritor, si tiene alguno, no es dar conclusiones o respuestas. Si la historia responde a sus propios problemas y conflictos internos ya es suficiente. Por otro lado, me gusta asegurarme de que mis lectores no se sientan engañados de una forma u otra cuando acaban mis historias. Es importante que los escritores satisfagan a los lectores, aunque no den respuestas, o soluciones claras. La buena ficción consiste parcialmente en llevar noticias de un mundo a otro. Ese fin es bueno en sí y por sí mismo, pienso… No hay que hacer nada más. Está ahí por el intenso placer que nos proporciona hacerla, y el diferente tipo de placer que significa leer algo duradero y hecho para perdurar, algo hermoso en sí y por sí mismo. Algo que produce luz, un resplandor persistente y constante, aunque lúgubre.

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Raymond Carver 

Raymond Clevie Carver, Jr. (Clatskanie, 25 de mayo de 1938-Port Angeles, 2 de agosto de 1988)fue un cuentista y poeta estadounidense.​ Es considerado uno de los escritores más influyentes del siglo XX y de la literatura norteamericana.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El lugar de las sombras. Maritza Franco Alzate - Reseña

No soy amigo de recomendar libros que no son buenos. Pero uno de los que he leído recientemente, y que les quiero  recomendar, es EL LUGAR DE LAS SOMBRAS de la escritora Maritza Franco Alzate.

 


Sin temor de hacer adelantos (no me gusta la palabra "spoiler"), les cuento que es una novela que narra el mundo de Luciana, una mujer que sufre una depresión. A lo largo de los capítulos podrán entrar a la mente de una persona que padece ésta condición: Entenderán cómo piensa, cómo vive, cómo ve el mundo que la rodea, sus temores y aciertos. 

En calidad de médico he atendido muchos casos de depresión. Conozco esta enfermedad de primera mano no solo en el ámbito laboral, sino también en el personal, porque siempre en todo círculo cercano, tenemos un familiar o un amigo que tiene depresión. 

Segun la OMS toda persona sufrirá al menos dos o tres períodos depresivos a lo largo de su vida, y muchos tendrán la condición en forma casi permanente. Por eso es de vital importancia entender a aquellas personas que la padecen y evitar la conocida frase "poné de tu parte".  

La depresión no es una decisión personal. No puede solucionarse pidiéndole al paciente "que ponga de su parte", de la misma forma que, al que tiene una pierna amputada no se le puede pedir que "ponga de su parte" y camine como quien tiene las dos piernas. La gente no alcanza a imaginar lo angustiante que es, para una persona con depresión, que todos le digan que debe mejorar su estado de ánimo. No basta con querer sentirse bien cuando el cerebro te muestra un mundo donde nada lo está, por más buenas intenciones que se tengan de verlo desde otra perspectiva.

Y lo que es peor.  Muchos de los que sufren una depresión no se dan cuenta de ello: "eso es estrés", "eso es cansancio", "eso es por las hormonas", y siguen inmersos en ese mundo de sombras, creyéndolo normal. Muy pocos buscan la ayuda necesaria para superarlo. 

EL LUGAR DE LAS SOMBRAS  es una de las novelas mejor escritas sobre este tema. La autora aborda sin tapujos ese mundo en el que muchas personas viven cada día y que ocultan para evitar que los demás los estigmaticen.

A pesar de que la autora no trabaja en el area de la salud, expone magistralmente el caso, ya que ha vivido en carne propia la depresión. Este libro hará que muchas personas se sientan identificadas y descubran que no están solas en el mundo y que es posible vivir mejor cuando se es consciente de la enfermedad.  

Pero dejemos que sea ella la que nos cuente. A continuación les comparto un fragmento:


Quería saber si Paula buscaba llamar la atención de su familia o quería morir. Recordé las tantas conversaciones que había tenido con psiquiatras y la explicación de los métodos que, según ellos, eran eficaces para lograr este fin. Muchos dejan caer el cuerpo de un alto edificio, mientras el alma se envuelve en el viento con otra dirección. Otros prefieren abrirse la piel buscando sacar de las venas el origen mismo del dolor, para verlo salir, y en cada gota despedirlo mientras los ojos se cierran y la mirada se pierde en un incierto pero nuevo camino. Algunos disparan o cuelgan la parte del cuerpo que resguardó el verdugo amenazante, ese “pensamiento” que cerró las puertas cuando la luz entró por ellas. O también, como mi vecino, otros deciden esperar un sueño que lleguen entre el monóxido de carbono, un último sueño que muestra la salida de un oscuro túnel del cuerpo. 

En mis momentos más difíciles nunca intenté buscar esas salidas. Pero muchas veces le pedí a Dios que abriera la puerta y me diera su mano. En las mañanas cuando despertaba y veía de nuevo las paredes de mi cuarto me disgustaba con él. No quería estar. No sabía cómo hacerlo. Se lo dije muchas veces, le repetía que era hermoso, que el mundo era un lugar hermoso, pero no todos estamos preparados para estar en él. Pensaba en la respuesta que le daría a Dios cuando me preguntara “¿Cómo te pareció el mundo que te di?” Y la respuesta siempre era la misma: “Lindo, pero difícil. Muy difícil".


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Maritza Franco Alzate

Nació en Yarumal (Antioquia) y desde niña ha vivido en Medellín. Ingeniera de Producción de la Universidad EAFIT. Realizó estudios de Artes Plásticas en el Instituto de Bellas Artes de Medellín. Se especializó en el área de mercadeo y hoy es directora de su agencia de seguros.

En el 2001 ingresó al taller de escritores de ASMEDAS, dirigido por el maestro Mario Escobar Velásquez, con quién escribió una novela (inédita) y varios cuentos. Hoy continúa su proceso de creación literaria bajo la tutoría del profesor Luis Fernando Macías Zuluaga, en el taller de escritores de COMEDAL y hace parte del Taller de Escritura Literaria “Viajeros” dirigido por el escritor colombiano Pablo Montoya.

Hizo parte del Taller de Escritura de Cuentos dirigida por el guionista y escritor chileno Nicolás Cruz Valdivieso. En el 2022 participó en el Concurso Nacional de Cuento la Cooperativa de Empleados de Suramericana y filiales, COOPEMSURA y ocupó el primer lugar con el cuento "Negro sabe", el cual fue publicado, con otras obras, en la Antología Eso Es Puro Cuento. Volumen 2, de la Editorial Libros para Pensar.

El lugar de las sombras es su primer libro, y fue publicado por la Editorial CES dentro de la colección Hojas de Otoño. 




A continuación les comparto una entrevista que se hizo a la autora. 



miércoles, 7 de septiembre de 2022

Dime qué lees, y te diré quién eres. Federico García Lorca

 Esta semana les comparto el discurso que dio el escritor español Federico García Lorca, en la inauguración de la biblioteca de Fuente Vaqueros, su ciudad natal.



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Federico García Lorca 

(Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898 - camino de Víznar a Alfacar, Granada, 18 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx y como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español del siglo xx. Fue asesinado por el bando sublevado un mes después del golpe de Estado que provocó el inicio de la guerra civil española.

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Informacion del video:  Literatura para oir (RadioBolivariana).  Lector: Carlos Ignacion Cardona. 

miércoles, 31 de agosto de 2022

La última pregunta. Isaac Asimov

 Hoy les traigo un cuento maestro:  La última pregunta del escritor Isaac Asimov. 


Espero lo disfruten.





La última pregunta 
The last question (1956)



Isaac Asimov




La última pregunta se formuló por primera vez, medio en broma, el 21 de mayo de 2061, en momentos en que la humanidad (también por primera vez) se bañó en luz. La pregunta llegó como resultado de una apuesta por cinco dólares hecha entre dos hombres que bebían cerveza, y sucedió de esta manera:

Alexander Adell y Bertram Lupov eran dos de los fieles asistentes de Multivac. Dentro de las dimensiones de lo humano sabían qué era lo que pasaba detrás del rostro frío, parpadeante e intermitentemente luminoso -kilómetros y kilómetros de rostro- de la gigantesca computadora. Al menos tenían una vaga noción del plan general de circuitos y retransmisores que desde hacía mucho tiempo habían superado toda posibilidad de ser dominados por una sola persona.

Multivac se autoajustaba y autocorregía. Así tenía que ser, porque nada que fuera humano podía ajustarla y corregirla con la rapidez suficiente o siquiera con la eficacia suficiente. De manera que Adell y Lupov atendían al monstruoso gigante solo en forma ligera y superficial, pero lo hacían tan bien como podría hacerlo cualquier otro hombre. La alimentaban con información, adaptaban las preguntas a sus necesidades y traducían las respuestas que aparecían. Por cierto, ellos, y todos los demás asistentes tenían pleno derecho a compartir la gloria de Multivac.

Durante décadas, Multivac ayudó a diseñar naves y a trazar las trayectorias que permitieron al hombre llegar a la Luna, a Marte y a Venus, pero después de eso, los pobres recursos de la Tierra ya no pudieron serles de utilidad a las naves. Se necesitaba demasiada energía para los viajes largos y pese a que la Tierra explotaba su carbón y uranio con creciente eficacia había una cantidad limitada de ambos.


Pero lentamente, Multivac aprendió lo suficiente como para responder a preguntas más complejas en forma más profunda, y el 14 de mayo de 2061 lo que hasta ese momento era teoría se convirtió en realidad.

La energía del Sol fue almacenada, modificada y utilizada directamente en todo el planeta. Cesó en todas partes el hábito de quemar carbón y fisionar uranio y toda la Tierra se conectó con una pequeña estación -de un kilómetro y medio de diámetro- que circundaba el planeta a mitad de distancia de la Luna, para funcionar con rayos invisibles de energía solar.

Siete días no habían alcanzado para empañar la gloria del acontecimiento, y Adell y Lupov finalmente lograron escapar de la celebración pública, para refugiarse donde nadie pensaría en buscarlos: en las desiertas cámaras subterráneas, donde se veían partes del poderoso cuerpo enterrado de Multivac. Sin asistentes, ociosa, clasificando datos con clics satisfechos y perezozos, Multivac también se había ganado sus vacaciones y los asistentes la respetaban y originalmente no tenían intención de perturbarla.

Se habían llevado una botella, y su única preocupación en ese momento era relajarse y disfrutar de la bebida.

-Es asombroso, cuando uno lo piensa -dijo Adell. En su rostro ancho se veían huellas de cansancio, y removió lentamente la bebida con una varilla de vidrio, observando el movimiento de los cubos de hielo en su interior-. Toda la energía que podremos usar de ahora en adelante, gratis. Suficiente energía, si quisiéramos emplearla, como para derretir a toda la Tierra y convertirla en una enorme gota de hierro líquido impuro, y no echar de menos la energía empleada. Toda la energía que podremos usar por siempre y siempre y siempre.

Lupov ladeó la cabeza. Tenía el hábito de hacerlo cuando quería oponerse a lo que oía, y en ese momento quería oponerse; en parte porque había tenido que llevar el hielo y los vasos.

-No para siempre -dijo.

-Ah, vamos, prácticamente para siempre. Hasta que el Sol se apague, Bert.

-Entonces no es para siempre.

-Muy bien, entonces. Durante miles de millones de años. Veinte mil millones, tal vez. ¿Estás satisfecho?

Lupov se pasó los dedos por los escasos cabellos como para asegurarse de que todavía le quedaban algunos y tomó un pequeño sorbo de su bebida.

-Veinte mil millones de años no es “para siempre”.

-Bien, pero superará nuestra época, ¿verdad?

-También la superarán el carbón y el uranio.

-De acuerdo, pero ahora podemos conectar cada nave espacial individualmente con la Estación Solar, y hacer que vaya y regrese de Plutón un millón de veces sin que tengamos que preocuparnos por el combustible. No puedes hacer eso con carbón y uranio. Pregúntale a Multivac, si no me crees.

-No necesito preguntarle a Multivac. Lo sé.

-Entonces deja de quitarle méritos a lo que Multivac ha hecho por nosotros -dijo Adell, malhumorado-. Se portó muy bien.

-¿Quién dice que no? Lo que yo sostengo es que el Sol no durará eternamente. Eso es todo lo que digo. Estamos a salvo por veinte mil millones de años, pero … ¿y luego? -Lupov apuntó con un dedo tembloroso al otro-. Y no me digas que nos conectaremos con otro Sol.

Durante un rato hubo silencio. Adell se llevaba la copa a los labios solo de vez en cuando, y los ojos de Lupov se cerraron lentamente. Descansaron.

De pronto Lupov abrió los ojos.

-Piensas que nos conectaremos con otro Sol cuando el nuestro muera, ¿verdad?

-No estoy pensando nada.

-Seguro que estás pensando. Eres malo en lógica, ese es tu problema. Eres como ese tipo del cuento a quien lo sorprendió un chaparrón, corrió a refugiarse en un monte y se paró bajo un árbol. No se preocupaba porque pensaba que cuando un árbol estuviera totalmente mojado, simplemente iría a guarecerse bajo otro.

-Entiendo -dijo Adell-. No grites. Cuando el Sol muera, las otras estrellas habrán muerto también.

-Por supuesto -murmuró Lupov-. Todo comenzó con la explosión cósmica original, fuera lo que fuese, y todo terminará cuando todas las estrellas se extingan. Algunas se agotan antes que otras. Por Dios, los gigantes no durarán cien millones de años. El Sol durará veinte mil millones de años y tal vez las enanas durarán cien mil millones por mejores que sean. Pero en un trillón de años estaremos a oscuras. La entropía tiene que incrementarse al máximo, eso es todo.

-Sé todo lo que hay que saber sobre la entropía -dijo Adell, tocado en su amor propio.

-¡Qué vas a saber!

-Sé tanto como tú.

-Entonces sabes que todo se extinguirá algún día.

-Muy bien. ¿Quién dice que no?

-Tú, grandísimo tonto. Dijiste que teníamos toda la energía que necesitábamos, para siempre. Dijiste “para siempre”.

Esa vez le tocó a Adell oponerse.

-Tal vez podamos reconstruir las cosas algún día.

-Nunca.

-¿Por qué no? Algún día.

-Nunca.

-Pregúntale a Multivac.

-Pregúntale tú a Multivac. Te desafío. Te apuesto cinco dólares a que no es posible.

Adell estaba lo suficientemente borracho como para intentarlo y lo suficientemente sobrio como para traducir los símbolos y operaciones necesarias para formular la pregunta que, en palabras, podría haber correspondido a esto:

¿Podrá la humanidad algún día, sin el gasto neto de energía, devolver al Sol toda su juventud aun después de que haya muerto de viejo?

O tal vez podría reducirse a una pregunta más simple, como esta: ¿Cómo puede disminuirse masivamente la cantidad neta de entropía del universo?

Multivac enmudeció. Los lentos resplandores cesaron, los clics distantes de los transmisores terminaron. Entonces, mientras los asustados técnicos sentían que ya no podían contener más el aliento, el teletipo adjunto a la computadora cobró vida repentinamente. Aparecieron cinco palabras impresas:

DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

-No hay respuesta -murmuró Lupov.


Salieron apresuradamente. A la mañana siguiente, los dos, con dolor de cabeza y la boca pastosa, habían olvidado el incidente.


*

Jerrod, Jerrodine y Jerrodette I y II observaban la imagen estrellada en la pantalla visora mientras completaban el pasaje por el hiperespacio en un lapso fuera de las dimensiones del tiempo. Inmediatamente, el uniforme polvo de estrellas dio paso al predominio de un único disco de mármol, brillante, centrado.

-Es X-23 – dijo Jerrod con confianza. Sus manos delgadas se entrelazaron con fuerza detrás de su espalda y los nudillos se pusieron blancos. Las pequeñas Jerrodettes, niñas ambas, habían experimentado el pasaje por el hiperespacio por primera vez en su vida. Contuvieron sus risas y se persiguieron locamente alrededor de la madre, gritando:

-Hemos llegado a X-23… hemos llegado a X-23… hemos llegado a X-23… hemos llegado…

-Tranquilas, niñas -dijo rápidamente Jerrodine-. ¿Estás seguro, Jerrod?

-¿De qué hay que estar seguro? -preguntó Jerrod, echando una mirada al tubo de metal justo debajo del techo, que ocupaba toda la longitud de la habitación y desaparecía a través de la pared en cada extremo.Tenía la misma longitud que la nave.

Jerrod sabía poquísimo sobre el grueso tubo de metal excepto que se llamaba Microvac, que uno le hacía preguntas si lo deseaba; que aunque uno no se las hiciera de todas maneras cumplía con su tarea de conducir la nave hacia un destino prefijado, de abastecerla de energía desde alguna de las diversas estaciones de Energía Subgaláctica y de computar las ecuaciones para los saltos hiperespaciales.

Jerrod y su familia no tenían otra cosa que hacer sino esperar y vivir en los cómodos sectores residenciales de la nave.

Cierta vez alguien le había dicho a Jerrod, que el “ac” al final de “Microvac” quería decir “computadora analógica” en inglés antiguo, pero estaba a punto de olvidar incluso eso.

Los ojos de Jerrodine estaban húmedos cuando miró la pantalla.

-No puedo evitarlo. Me siento extraña al salir de la Tierra.

-¿Por qué, caramba? -preguntó Jerrod-. No teníamos nada allí. En X-23 tendremos todo. No estarás sola. No serás una pionera. Ya hay un millón de personas en ese planeta. Por Dios, nuestros bisnietos tendrán que buscar nuevos mundos porque llegará el día en que X-23 estará superpoblado-. Luego agregó, después de una pausa reflexiva: -Te aseguro que es una suerte que las computadoras hayan desarrollado los viajes interestelares, considerando el ritmo al que aumenta la raza.

-Lo sé, lo sé -respondió Jerrodine con tristeza. Jerrodette I dijo de inmediato:

-Nuestra Microvac es la mejor Microvac del mundo.

-Eso creo yo también -repuso Jerrod, desordenándole el pelo.

Era realmente una sensación muy agradable tener una Microvac propia y Jerrod estaba contento de ser parte de su generación y no de otra. En la juventud de su padre las únicas computadoras eran unas enormes máquinas que ocupaban un espacio de ciento cincuenta kilómetros cuadrados.

Solo había una por planeta. Se llamaban ACs Planetarias. Durante mil años habían crecido constantemente en tamaño y luego, de pronto, llegó el refinamiento. En lugar de transistores hubo válvulas moleculares, de manera que hasta la AC Planetaria más grande podía colocarse en una nave espacial y ocupar solo la mitad del espacio disponible.

Jerrod se sentía eufórico siempre que pensaba que su propia Microvac personal era muchísimo más compleja que la antigua y primitiva Multivac que por primera vez había domado al Sol, y casi tan complicada como una AC Planetaria de la Tierra (la más grande) que por primera vez resolvió el problema del viaje interespacial e hizo posibles los viajes a las estrellas.

-Tantas estrellas, tantos planetas -suspiró Jerrodine, inmersa en sus propios pensamientos-. Supongo que las familias seguirán emigrando siempre a nuevos planetas, tal como lo hacemos nosotros ahora.

-No siempre -respondió Jerrod, con una sonrisa-. Todo eso terminará algún día, pero no antes de que pasen billones de años. Muchos billones. Hasta las estrellas se extinguen, ¿sabes? Tendrá que aumentar la entropía.

-¿Qué es la entropía, papá? -preguntó Jerrodette II con voz aguda.

-Entropía, querida, es solo una palabra que significa la cantidad de desgaste del universo. Todo se desgasta, como sabrás, por ejemplo tu pequeño robot radio-teléfono, ¿recuerdas?

-No puedes ponerle una nueva unidad de energía, como a mi robot?

-Las estrellas son unidades de energía, querida. Una vez que se extinguen, ya no hay más unidades de energía.

Jerrodette I lanzó un chillido de inmediato.

-No las dejes, papá. No permitas que las estrellas se extingan.

-Mira lo que has hecho -susurró Jerrodine exasperada.

-¿Cómo podía saber que iba a asustarla? -respondió Jerrod también en un susurro.

-Pregúntale a la Microvac -gimió Jerrodette I-. Pregúntale cómo volver a encender las estrellas.

-Vamos -dijo Jerrodine-. Con eso se tranquilizarán.

Jerrodette II ya se estaba echando a llorar, también. Jerrod se encogió de hombros.

-Ya está bien, queridas. Le preguntaré a Microvac. No se preocupen, ella nos lo dirá.

Le preguntó a la Microvac, y agregó rápidamente:

-Imprimir la respuesta.

Jerrod retiró la delgada cinta de celufilm y dijo alegremente:

-Miren, la Microvac dice que se ocupará de todo cuando llegue el momento, y que no se preocupen.

Jerrodine dijo:

-Y ahora, niñas, es hora de acostarse. Pronto estaremos en nuestro nuevo hogar.

Jerrod leyó las palabras en el celufilm nuevamente antes de destruirlo:

DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

Se encogió de hombros y miró la pantalla. El X-23 estaba exactamente delante.


*

VJ-23X de Lameth miró las negras profundidades del mapa tridimensional en pequeña escala de la Galaxia y dijo:

-¿No será una ridiculez que nos preocupe tanto la cuestión?

MQ-17J de Nicron sacudió la cabeza.

-Creo que no. Sabes que la Galaxia estará llena en cinco años con el actual ritmo de expansión.

Los dos parecían jóvenes de poco más de veinte años. Ambos eran altos y de formas esbeltas.

-Sin embargo -dijo VJ-23X- me resisto a presentar un informe pesimista al Consejo Galáctico.

-Yo no pensaría en presentar ningún otro tipo de informe. Tenemos que inquietarlos un poco. No hay otro remedio.

VJ-23X suspiró.

-El espacio es infinito. Hay cien billones de galaxias disponibles.

-Cien billones no es infinito, y cada vez se hace menos infinito.

¡Piénsalo! Hace veinte mil años, la humanidad resolvió por primera vez el problema de utilizar energía estelar, y algunos siglos después se hicieron posibles los viajes interestelares. A la humanidad le llevó un millón de años llenar un pequeño mundo y luego solo quince mil años llenar el resto de la Galaxia. Ahora la población se duplica cada diez años…

VJ-23X lo interrumpió:

-Eso debemos agradecérselo a la inmortalidad.

-Muy bien. La inmortalidad existe y debemos considerarla. Admito que esta inmortalidad tiene su lado complicado. La Galáctica AC nos ha solucionado muchos problemas, pero al resolver el problema de evitar la vejez y la muerte, anuló todas las otras soluciones.

-Sin embargo, no creo que desees abandonar la vida.

-En absoluto -saltó MQ-17J, y luego se suavizó de inmediato-. No todavía. No soy tan viejo. ¿Cuántos años tienes tú?

-Doscientos veintitrés. ¿Y tú?

-Yo todavía no tengo doscientos. Pero, volvamos a lo que decía. La población se duplica cada diez años. Una vez que se llene la galaxia, habremos llenado otra en diez años. Diez años más y habremos llenado dos más. Otra década, cuatro más. En cien años, habremos llenado mil galaxias; en mil años, un millón de galaxias. En diez mil años, todo el universo conocido. Y entonces, ¿qué?

VJ-23X dijo:

-Como problema paralelo está el del transporte. Me pregunto cuántas unidades de energía solar se necesitarán para trasladar galaxias de individuos de una galaxia a la siguiente.

-Muy buena observación. La humanidad ya consume dos unidades de energía solar por año.

-La mayor parte de esta energía se desperdicia. Al fin y al cabo, nuestra propia galaxia sola gasta mil unidades de energía solar por año, y nosotros solamente usamos dos de ellas.

-De acuerdo, pero aun con una eficiencia de un cien por ciento, solo podemos postergar el final. Nuestras necesidades energéticas crecen en progresión geométrica, y a un ritmo mayor que nuestra población. Nos quedaremos sin energía todavía más rápido que sin galaxias. Muy buena observación. Muy, muy buena observación.

-Simplemente tendremos que construir nuevas estrellas con gas interestelar.

-¿O con calor disipado? -preguntó MQ-17J, con tono sarcástico.

-Puede haber alguna forma de revertir la entropía. Tenemos que preguntárselo a Galáctica AC.

VJ-23X no hablaba realmente en serio, pero MQ-17J sacó su contacto AC del bolsillo y lo colocó sobre la mesa frente a él.

-No me faltan ganas -dijo-. Es algo que la raza humana tendrá que enfrentar algún día.

Miró sombríamente su pequeño contacto AC. Era un objeto de apenas cinco centímetros cúbicos, nada en sí mismo, pero estaba conectado a través del hiperespacio con la gran Galáctica AC que servía a toda la humanidad y, a su vez era parte integral suya.

MQ-17J hizo una pausa para preguntarse si algún día, en su vida inmortal, llegaría a ver a Galáctica AC. Era un pequeño mundo propio, una telaraña de rayos de energía que contenía la materia dentro de la cual las oleadas de submesones ocupaban el lugar de las antiguas y pesadas válvulas moleculares. Sin embargo, a pesar de esos funcionamientos subetéreos, se sabía que la Galáctica AC tenía mil diez metros de ancho.

Repentinamente MQ-17J preguntó a su contacto AC:

-¿Es posible revertir la entropía?

VJ-23X, sobresaltado, dijo de inmediato:

-Ah, mira, realmente yo no quise decir que tenías que preguntar eso.

-¿Por qué no?

-Los dos sabemos que la entropía no puede revertirse. No puedes volver a convertir el humo y las cenizas en un árbol.

-¿Hay árboles en tu mundo? -preguntó MQ-17J.

El sonido de la Galáctica AC los sobresaltó y les hizo guardar silencio. Se oyó su voz fina y hermosa en el contacto AC en el escritorio. Dijo:

DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

VJ-23X dijo:

-¡Ves!
Entonces los dos hombres volvieron a la pregunta del informe que tenían que hacer para el Consejo Galáctico.



*

La mente de Zee Prime abarcó la nueva galaxia con un leve interés en los incontables racimos de estrellas que la poblaban. Nunca había visto eso antes. ¿Alguna vez las vería todas? Tantas estrellas, cada una con su carga de humanidad… una carga que era casi un peso muerto. Cada vez más, la verdadera esencia del hombre había que encontrarla allá afuera, en el espacio.

¡En las mentes, no en los cuerpos! Los cuerpos inmortales permanecían en los planetas, suspendidos sobre los eones. A veces despertaban a una actividad material pero eso era cada vez más raro. Pocos individuos nuevos nacían para unirse a la multitud increíblemente poderosa, pero,¿qué importaba? Había poco lugar en el universo para nuevos individuos.

Zee Prime despertó de su ensoñación al encontrarse con los sutiles manojos de otra mente.

-Soy Zee Prime. ¿Y tú?

-Soy Dee Sub Wun. ¿Tu galaxia?

-Solo la llamamos Galaxia. ¿Y tú?

-Llamamos de la misma manera a la nuestra. Todos los hombres llaman Galaxia a su galaxia, y nada más. ¿Por qué será?

-Porque todas las galaxias son iguales.

-No todas. En una galaxia en particular debe de haberse originado la raza humana. Eso la hace diferente.

Zee Prime dijo:

-¿En cuál?

-No sabría decirte. La Universal AC debe de estar enterada.

-¿Se lo preguntamos? De pronto tengo curiosidad por saberlo.

Las percepciones de Zee Prime se ampliaron hasta que las galaxias mismas se encogieron y se convirtieron en un polvo nuevo, más difuso, sobre un fondo mucho más grande. Tantos cientos de billones de galaxias, cada una con sus seres inmortales, todas llevando su carga de inteligencias, con mentes que vagaban libremente por el espacio. Sin embargo una de ellas era única entre todas por ser la Galaxia original. Una de ellas tenía en su pasado, vago y distante, un período en que había sido la única galaxia poblada por el hombre.

Zee Prime se consumía de curiosidad por ver esa galaxia y gritó:

-¡Universal AC! ¿En qué galaxia se originó el hombre?

La Universal AC oyó, porque en todos los mundos tenía listos sus receptores, y cada receptor conducía por el hiperespacio a algún punto desconocido donde la Universal AC se mantenía independiente.

Zee Prime solo sabía de un hombre cuyos pensamientos habían penetrado a distancia sensible de la Universal AC, y solo informó sobre un globo brillante, de sesenta centímetros de diámetro, difícil de ver.

-¿Pero cómo puede ser eso toda la Universal AC? -había preguntado Zee Prime.

-La mayor parte -fue la respuesta- está en el hiperespacio. No puedo imaginarme en qué forma está allí.

Nadie podía imaginarlo, porque hacía mucho que había pasado el día –y eso Zee Prime lo sabía- en que algún hombre tuvo parte en construir la Universal AC. Cada Universal AC diseñaba y construía a su sucesora. Cada una, durante su existencia de un millón de años o más, acumulaba la información necesaria como para construir una sucesora mejor, más intrincada, más capaz en la cual dejar sumergido y almacenado su propio acopio de información e individualidad.

La Universal AC interrumpió los pensamientos erráticos de Zee Prime, no con palabras, sino con directivas. La mentalidad de Zee Prime fue dirigida hacia un difuso mar de galaxias donde una en particular se agrandaba hasta convertirse en estrellas.

Llegó un pensamiento, infinitamente distante, pero infinitamente claro:

ESTA ES LA GALAXIA ORIGINAL DEL HOMBRE.

Pero era igual, al fin y al cabo, igual que cualquier otra, y Zee Prime resopló de desilusión.

Dee Sub Wun, cuya mente había acompañado a Zee Prime, dijo de pronto:

-¿Y una de estas estrellas es la estrella original del hombre?

La Universal AC respondió:

LA ESTRELLA ORIGINAL DEL HOMBRE SE HA HECHO NOVA. ES UNA ENANA BLANCA.

-¿Los hombres que la habitaban murieron? -preguntó Zee Prime, sobresaltado y sin pensar.

La Universal AC respondió:

COMO SUCEDE EN ESTOS CASOS UN NUEVO MUNDO PARA SUS CUERPOS FÍSICOS FUE CONSTRUIDO A TIEMPO.

– Sí, por supuesto -dijo Zee Prime, pero aun así lo invadió una sensación de pérdida. Su mente dejó de centrarse en la galaxia original del hombre, y le permitió volver y perderse en pequeños puntos nebulosos.

No quería volver a verla.

Dee Sub Wun dijo:

-¿Qué sucede?

-Las estrellas están muriendo. La estrella original ha muerto.

-Todas deben morir. ¿Por qué no?

-Pero cuando toda la energía se haya agotado, nuestros cuerpos finalmente morirán, y tú y yo con ellos.

-Llevará billones de años.

-No quiero que suceda, ni siquiera dentro de billones de años. ¡Universal AC! ¿Cómo puede evitarse que las estrellas mueran?

Dee Sub Wun dijo, divertido:

-¿Estás preguntando cómo podría revertirse la dirección de la entropía.

Y la Universal AC respondió:

TODAVÍA HAY DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

Los pensamientos de Zee Prime volaron a su propia galaxia. Dejó de pensar en Dee Sub Wun, cuyo cuerpo podría estar esperando en una galaxia a un trillón de años luz de distancia, o en la estrella siguiente a la de Zee Prime. No importaba.

Con aire desdichado, Zee Prime comenzó a recoger hidrógeno interestelar con el cual construir una pequeña estrella propia. Si las estrellas debían morir alguna vez, al menos podrían construirse algunas.


*

El Hombre, mentalmente, era uno solo, y estaba conformado por un trillón de trillones de cuerpos sin edad, cada uno en su lugar, cada uno descansando, tranquilo e incorruptible, cada uno cuidado por autómatas perfectos, igualmente incorruptibles, mientras las mentes de todos los cuerpos se fusionaban libremente entre sí, sin distinción.

El Hombre dijo:

-El Universo está muriendo.

El Hombre miró a su alrededor a las galaxias cada vez más oscuras. Las estrellas gigantes, muy gastadoras, se habían ido hace rato, habían vuelto a lo más oscuro de la oscuridad del pasado distante. Casi todas las estrellas eran enanas blancas, que finalmente se desvanecían.

Se habían creado nuevas estrellas con el polvo que había entre ellas, algunas por procesos naturales, otras por el Hombre mismo, y también se estaban apagando. Las enanas blancas aún podían chocar entre ellas, y de las poderosas fuerzas así liberadas se construirían nuevas estrellas, pero una sola estrella por cada mil estrellas enanas blancas destruidas, y también estas llegarían a su fin.

El Hombre dijo:

-Cuidadosamente administrada y bajo la dirección de la Cósmica AC, la energía que todavía queda en todo el universo, puede durar billones de años. Pero aun así eventualmente todo llegará a su fin. Por mejor que se la administre, por más que se la racione, la energía gastada desaparece y no puede ser repuesta. La entropía aumenta continuamente.

El Hombre dijo:

-¿Es posible revertir la entropía? Preguntémosle a la Cósmica AC.

La AC los rodeó pero no en el espacio. Ni un solo fragmento de ella estaba en el espacio. Estaba en el hiperespacio y hecha de algo que no era materia ni energía. La pregunta sobre su tamaño y su naturaleza ya no tenía un sentido comprensible para el Hombre.

-Cósmica AC -dijo el Hombre- ¿cómo puede revertirse la entropía?

La Cósmica AC dijo:

LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

El Hombre ordenó:

-Recoge datos adicionales.

La Cósmica AC dijo:

LO HARÉ. HACE CIENTOS DE BILLONES DE AÑOS QUE LO HAGO. MIS PREDECESORES Y YO HEMOS ESCUCHADO MUCHAS VECES ESTA PREGUNTA. TODOS LOS DATOS QUE TENGO SIGUEN SIENDO INSUFICIENTES.

-¿Llegará el momento -preguntó el Hombre- en que los datos sean suficientes o el problema es insoluble en todas las circunstancias concebibles?

La Cósmica AC dijo:

NINGÚN PROBLEMA ES INSOLUBLE EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS CONCEBIBLES.

El Hombre preguntó:

-¿Cuándo tendrás suficientes datos para responder a la pregunta?

La Cósmica AC respondió:

LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

-¿Seguirás trabajando en esto? -preguntó el Hombre.

La Cósmica AC respondió:

SÍ.

El Hombre dijo:

-Esperaremos.

*

Las estrellas y las galaxias murieron y se convirtieron en polvo, y el espacio se volvió negro después de tres trillones de años de desgaste. Uno por uno, el Hombre se fusionó con la AC, cada cuerpo físico perdió su identidad mental en forma tal que no era una pérdida sino una ganancia. La última mente del Hombre hizo una pausa antes de la fusión, contemplando un espacio que solo incluía la borra de la última estrella oscura y nada aparte de esa materia increíblemente delgada, agitada al azar por los restos de un calor que se gastaba, asintóticamente, hasta llegar al cero absoluto.

El Hombre dijo:

-AC, ¿es este el final? ¿Este caos no puede ser revertido al universo una vez más? ¿Esto no puede hacerse?

AC respondió:

LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.

La última mente del Hombre se fusionó y solo AC existió en el hiperespacio.
*


La materia y la energía se agotaron y con ellas el espacio y el tiempo. Hasta AC existía solamente para la última pregunta que nunca había sido respondida desde la época en que dos técnicos en computación medio alcoholizados, tres trillones de años antes, formularon la pregunta en la computadora que era para AC mucho menos de lo que para un hombre el Hombre.

Todas las otras preguntas habían sido contestadas, y hasta que esa última pregunta fuera respondida también, AC no podría liberar su conciencia.

Todos los datos recogidos habían llegado al fin. No quedaba nada para recoger.

Pero toda la información reunida todavía tenía que ser completamente correlacionada y unida en todas sus posibles relaciones.

Se dedicó un intervalo sin tiempo a hacer esto.

Y sucedió que AC aprendió cómo revertir la dirección de la entropía.

Pero no había ningún Hombre a quien AC pudiera dar la respuesta a la última pregunta. No había materia. La respuesta -por demostración- se ocuparía de eso también.

Durante otro intervalo sin tiempo, AC pensó en la mejor forma de hacerlo.

Cuidadosamente, AC organizó el programa.

La conciencia de AC abarcó todo lo que alguna vez había sido un Universo y pensó en lo que en ese momento era el Caos. Debía hacerse paso a paso.

Y AC dijo:

¡HÁGASE LA LUZ!

Y la luz se hizo…

FIN




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Isaac Asimov  (1920-1992)




Escritor y científico de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Uno de los principales divulgadores de la ciencia, la historia y la literatura de ciencia ficción en el siglo XX.  



La última pregunta fue publicada bajo el nombre de "The last question" en 1956


Pueden encontrar otro de sus cuentos en este blog: Sueños de robot haciendo click en el enlace.