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miércoles, 1 de junio de 2022

Caracterización de personajes

 Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba.



Hay dos formas de conocer un personaje literario: La primera es a través de lo que el narrador cuente sobre él. Por ejemplo, si es alto o bajo, si es gordo o delgado, bueno o malo, violento o apacible; si la heroína es rubia o morena, si es humilde u orgullosa. 

La otra forma es a través de pistas que va dejando el escritor a lo largo de la acción. "Milena, con manos temblorosas, se alisó el vestido antes de darle una respuesta a Rubén". En este caso no estamos describiendo directamente a la mujer, sino que mientras transcurre la historia vamos dejando migajas que ayudarán al lector a hacerse una idea de cómo es Milena. En esta corta frase ya tenemos pistas de que la mujer está haciendo tiempo, está nerviosa o ansiosa y duda de la respuesta que debe dar. (El autor no lo dice, pero lo muestra).

A la técnica por la cual hacemos que el lector conozca las características físicas y psicológicas del personaje se le conoce como caracterización

Hay que dejar claro que una cosa es la descripción (aspecto físico) y otra la caracterización. En la caracterización se enfatiza en la forma de ser del personaje. 

La forma más fácil de caracterizar es a través del modo directo (Caracterización directa). En ella el narrador describe a su personaje sin rodeos.  Pongamos como ejemplo de caracterización directa el comienzo de la versión de Charles Perrault del cuento folclórico “La Cenicienta“:

Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo. El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.

En este párrafo el autor nos dice que la segunda esposa de su personaje es “altanera y orgullosa”, que las hijas de la mujer son iguales a ella (“por el estilo”), y que la hija del hombre es de “una dulzura y bondad sin par”, que había heredado de su madre.

Observen que el narrador es quien nos dice cómo es el personaje que debemos imaginar. Lo dice él mismo, y no tenemos que intuirlo nosotros.

Pero hay otra forma de mostrar un personaje, (y hago énfasis en el palabra "mostrar"). En la caracterización indirecta, no es el narrador quien "dice" cómo es el personaje, sino que el lector lo debe descubrir a través de las pistas que la narración nos da, y para ello debe echar mano de la acción que sucede dentro del relato.

Como ejemplo de caraterización indirecta, les traigo un fragmento del cuento "El gato negro" de Edgar Allan Poe.

Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoniaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.

Observen que Poe no "dice" cómo es el personaje, sino que lo "muestra" magistralmente: lo pone a actuar, haciendo que el lector sea testigo de las acciones, pensamientos o palabras, y pueda concluir cómo es el protagonista de esta historia sin que un narrador se lo cuente. 


No es posible decir cual técnica es mejor.  Sin embargo, en mi concepto, es preferible "mostrar" que "decir". Cuando el escritor nos hace testigos de la escena es más impactante que cuando simplemente nos dice lo que el quiere que sepamos. 

Si desea mostrarnos que el personaje es buen hijo con su madre puede plantearnos una escena en que la cuide durante una enfermedad, o puede, simplemente, decirnos que era un  hijo cariñoso. Personalmente, estoy inclinado a comprometerme más con la primera historia que con la segunda. Por eso coincido con la mayoría de expertos en que la caracterización indirecta es mucho más efectiva.

¿Y cuando usar una u otra?  Eso depende de la intencionalidad del autor y de la importancia del personaje. Imaginen que en el cuento de Perrault de La Cenicienta hicieramos una caracterizacion indirecta del cochero que la lleva al palacio, del rey, de cada uno de los pajes... sería una historia aburridísima (y larga).  Se sugiere que la caracterización indirecta se use para los personajes más importantes de un cuento o una novela, aquellos que necesitamos conocer con mayor profundidad.

Si se trata de un personaje de poca importancia puede ser preferible usar la caracterización directa porque es más económica, requiere menos espacio. Basta con decir que el cochero era un hombre amable o que los pajes eran obedientes y el lector queda plenamenente satisfecho con esa información.  

En conclusión, un buen escritor deberá escoger la mejor forma de caracterizar a sus personajes y mantener un equilibrio entre lo que hay que "mostrar" y lo que simplemente hay que "decir".



miércoles, 20 de abril de 2022

Historias secretas de un ginecólogo. Novela de Federico Zapata

 ¿Qué clase ginecólogo se atrevería a contar historias secretas en un libro?

Ese fue el primer pensamiento que pasó por mi cabeza cuando leí el título de la novela del doctor Federico Zapata Pérez. 

Pero una vez empezado el texto, comprendí que su autor en ningún momento viola la ética de su profesion, ni rompe el secreto profesional; simplemente cuenta las historias más extrañas que le pueden pasar a un ginecólogo. ¿y cómo lo sé?  Porque en más de treinta años de ejercicio profesional, he vivido historias similares, tan extrañas, que cuando yo las cuento, tampoco me creen. 

https://librosparapensar.com/libreria/historias-secretas-de-un-ginecologo/#:~:text=Cientos%20de%20a%C3%B1os%20despu%C3%A9s%20de,sus%20manos%20es%20TOP%20SECRET.

La novela Historias Secretas de un ginecólogo narra situaciones extrañas e hilarantes con humor y desparpajo, y algo muy importante, las cuenta con profundo respeto y admiración por los pacientes, algo que nunca debe faltar en un médico en ejercicio de su profesion. 

Para que se antojen, voy a narrarles algo del primer capítulo en forma muy resumida...

Un ginecólogo sale cansado de su turno a altas horas de la noche. Toma un taxi y descubre que el conductor lo mira insistentemente. Conversan. Y en su charla el chofer le cuenta que lo ha reconocido. Lo recuerda muy bien porque atendió el embarazo de su esposa hace varios años...  

El ginecólogo le pregunta por el hijo, y el conductor le responde que murió en el parto...  Nuestro protagonista comienza a pensar en todo tipo de desenlaces cuando el taxista detiene su carro a la orilla del camino en una zona apartada... el ginecólogo suda y se returce.  Siente que no puede respirar mientras el taxista parece buscar algo... 

Cualquier cosa puede pasar...  

...y pasa la cosa más extraordinaria que puedan imaginar.


Ese primer capítulo es uno de los inicios más facinantes que he leido en cualquier novela. Para descubir cómo el ginecólogo sale de esa situación deberán conseguir el libro. Les aseguro que lo disfrutarán. Reirán y sufrirán con esas historias secretas de un ginecologo. 

Otra cosa que vale la pena resaltar: Su autor destina un porcentaje de las ventas para ayudar a una institucion que cuida niños. Mayor razón para contribuir con la causa, y disfrutar de una buena lectura. 

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Federico Zapata Pérez es ginecologo obstetra, especialista en cirugia laparoscopica ginecológica. 

Es un apasionado de la literatura y de contar historias. El autor fue el primer egresado de la Escuela de Escritores de la Editorial Libros para Pensar. 

Historias Secretas de un ginecólogo es su primera novela. 


Fuente:  El blog de los lagartijos